Amigos con alma de gato

Llevo casi cincuenta años de mi vida viviendo con algún tipo de animal en casa. Perros, gatos, conejos, hámsteres y algún que otro pez con final desgraciado por el retrete. La última perra, mi querida Piper, convivió con la gata Mika en casa hasta el día de su muerte. Siempre tuve la sensación de que esperó a que su dueña estuviera bien acompañada para poder irse. La gata también se fue, pero no al cielo de los animales. Ella se fue con su dueña, mi ex compi de piso, a otro hogar. Las echo mucho de menos, pero no os engañaré, extraño más a la gata animal que a la amiga humana. A la gata Mika no la puedo llamar para preguntarle qué tal le va la vida o mandarle un WhatsApp de vez en cuando. Solo me conformo con las vacaciones de su dueña y la suerte que tengo de que me la deje para que la cuide.

Estas navidades las ha pasado conmigo y no saben lo feliz que me ha hecho. Ando recuperándome de la muerte de mi amiga Itziar Castro y tener un bicho en casa, que se te acerca cuando menos te lo esperas para darte mimitos, es muy agradable. No es un perro que pueda sacar a pasear ni da saltos de alegría cuando llego a casa. Pero el gato, cuando se te acerca, lo hace porque realmente quiere hacerlo. No te ama de forma incondicional como un perro. El gato te ama de una forma distinta porque se ama más a sí mismo. Es muy inteligente emocionalmente y racionaliza el cariño de forma magistral.

Me he dado cuenta estos días, observando a Mika, que me gustan mis amigos porque son como gatos. Cuando vienen, es porque realmente me quieren ver. O cuando me abrazan, me llaman o me piden que les acompañe a comer una paella, no es para llenar un hueco tonto. El amigo gato no juzga, no hace las cosas por compromiso y el tiempo que te dedica es de auténtico valor. Como la gata Mika, que a medio artículo se ha pirado a dormir a otro cuarto. Así son los gatos y así se comportan las personas a las que quiero. Con sinceridad y amor verdadero, que nada tiene que ver con el amor sacrificado. A este nuevo año no le pido que me traiga nada, solo que no se lleve a nadie y que lo deje todo exactamente como está. Miau.

Suscríbete para seguir leyendo