Nos ha tocado la lotería

Una familia que te quiere. Un trabajo en el que te sientes valorada y con el que te lo pasas bien. Una perra que salta de alegría cuando llegas a casa. Una casa, de hecho, a la que llegar todos los días. Salud, tú y los tuyos. Llegar, aunque sea por los pelos, a fin de mes. Una comida caliente, al menos, cada día. Una cama limpia. Y una ducha de la que sale agua caliente. Un cuerpo que, aunque no responda a los exigentes estándares de belleza actuales, te permite caminar, correr, saltar, bailar, nadar, hacer el pino puente... Alguien que te coge el teléfono cuando lo necesitas, que deja que le empapes el hombro con tus lágrimas y que te abraza cuando crees que el mundo se hunde bajo tus pies. Zapatos con los que calzarte y ropa, da igual si es de segunda mano, con la que vestirte. Un vino o un café al sol en el bar del barrio. Una escapada más allá de es Freus como mínimo una vez al año. Alguien que te lleve la contraria cuando no tienes razón. Reírte. Reírte mucho. Hoy es el día de soñar a lo grande. Mansiones con piscinas infinitas, un coche nuevo, viajes a los rincones más escondidos del planeta, restaurantes con estrella, decirle adiós al trabajo, comprar un incunable... Fabulamos. Y nos olvidamos de que, en la mayoría de los casos, tal y como está el mundo, ya nos ha tocado la lotería.

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