No hay plata

Los proveedores suben los precios”, escucho decir aquí y allá. ¿Por qué cambiar el aceite del coche u operarse de apendicitis cuesta ahora más que hace un año? Por los proveedores.

-¿Por qué has dejado de quererme?

-Por los proveedores.

Pero, ¿dónde están los proveedores? ¿De dónde son los cantantes? Cada vez que oigo hablar de ellos (de los proveedores, no de los cantantes) pienso en fuerzas esotéricas, en seres de otras dimensiones, de otros planetas, en dioses que dirigen nuestro torturado mundo desde la oscuridad. Pienso en Júpiter, que lanza un rayo sobre el supermercado y los tomates se ponen por las nubes.

En Argentina hay ahora mismo una inflación preventiva porque los comerciantes están seguros de que los proveedores van a venir enseguida con la rebaja (¿con la rebaja?). Sigo las noticias sobre ese querido país porque parece que se encuentran en el principio de los tiempos.

Parten absolutamente de cero, como si el Big Bang acabara de suceder y la energía se hubiera convertido de repente en materia. ¿Qué hace un pedazo de materia que lleva siglos ejerciendo de energía? ¿Cómo se adapta a la nueva situación? ¿De dónde obtiene el sustento preciso? En Argentina, según lo que leo, han hecho tabula rasa de todo lo anterior. “No hay plata”, sentenció Milei.

-¿Por qué no hay plata?

-Por los proveedores -supongo yo.

Imaginen ustedes al primer pez que salió del agua con unas extremidades y unos pulmones embrionarios. ¿Qué esto?, se preguntaría. ¿Dónde se consigue la comida en este páramo? De ahí que la frase de Milei contenga un eco Bíblico: “En el principio era el caos?”, o sea, que en el principio no había plata. Nos hallamos en el principio de los tiempos, pero no lo suficiente: para comenzar desde abajo tenemos que privatizar lo público. En otras palabras, conviene empobrecerse a fin de enriquecerse.

-Pero eso es una contradicción.

-De acuerdo, pero se trata de una contradicción que gusta a los proveedores.

Pues ya está todo dicho.

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