La educación se cae a pedazos

La educación se desmorona. Se viene abajo. Y la culpa es un poquito de todos. O un muchito. Los edificios están que se caen. Se los comen las grietas, las humedades, las goteras. Pero sobre todo se los come el pasotismo de los políticos. Que haya que precintar o clausurar centros educativos, enteros o en parte, no es algo que ocurra de un día para otro. No pasa, siquiera, de un año para otro. Ni de un lustro. Si en estos momentos colegios, institutos y centros de formación están prácticamente en ruinas es por la desidia de todos los políticos que han pasado por la conselleria de Educación en las últimas décadas. No vale ir ahora lamentándose, alegrándose del desastre porque antes estaban otros. Que no haya centros para que los escolares no estén como sardinas en lata es culpa de todos los políticos que han pasado por los ayuntamientos, hordas de Cerseis y Tyrions preocupados de su juego de tronos, negándose a ceder terrenos sólo porque en el Govern estaban «los otros». Que los escolares no entiendan aquello que leen es culpa de todos. De las familias, que han delegado la educación de sus retoños en pantallas, y del sistema educativo, lanzado a los brazos de las nuevas metodologías centrándose, en muchos casos, más en la forma que en el fondo, un sistema que no garantiza que los educadores lo sean por vocación. La educación se cae a pedazos. Y es culpa de todos.

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