Muy fan de Llorenç Córdoba

De la colección de ladridos, exabruptos e hipérboles que se escucharon en el Congreso de los Diputados con motivo de la investidura de Pedro Sánchez hace pocas semanas, la intervención que más asombro me produjo fue la de Míriam Nogueras. La portavoz de Junts per Catalunya consideró, al parecer, que el discurso del candidato socialista no había sido suficientemente respetuoso, al aludir a la posible amnistía para los encausados por el referéndum de independencia del 1 de octubre de 2017 en términos de perdón, en vez de hacerlo en términos de justicia.

En lugar de recurrir al sarcasmo, la chulería y el vacile permanente que, por ejemplo, conjuga Gabriel Rufián, Nogueras puso esa mirada de póker y ese rictus tenso tan característicos, que traslucen que con ella la tormenta puede estallar en cualquier momento y que mejor andarse con pies de plomo. Luego dijo aquello de «con nosotros no intente tentar a la suerte, porque no le va a funcionar».

No hicieron falta astracanadas, terminología incendiaria o alusiones a dictaduras, golpes de estado, nazismos y estalinismos. La diputada levitó en silencio hasta el púlpito y sin salirse de un tono monocorde dejó al país descolocado, incluidos los tertulianos de la actualidad política, hasta el extremo de que, sin que el presidente hubiese dicho prácticamente ni mu, se generó una crisis inmediata en pasillos y despachos, y un momentáneo escalofrío de fracaso atravesó el Congreso de arriba abajo. A partir de entonces, Sánchez se encogió a la hora de dirigirse a la bancada de Junts y el curso de las negociaciones y encuentros bilaterales posteriores parecen marchar al compás que silba Carles Puigdemont y sus bien adiestrados peones.

El presidente del Consell de Formentera y diputado independiente en el Parlament balear, Llorenç Córdoba, ha provocado el mismo efecto con un gesto aún más leve, ínfimo e indefinido. La semana pasada lanzó un comunicado que ha terminado abriendo la caja de Pandora, en el que manifestaba plantearse seriamente «retirar el apoyo incondicional al Govern balear de Marga Prohens», sin explicar los motivos que le empujaban a ello.

En realidad, si se atiende a la literalidad de lo expresado por Córdoba, en ningún momento ha dicho que vaya a dejar de apoyar como parlamentario las iniciativas de la presidenta balear. Sólo ha especificado que puede dejar de hacerlo de manera incondicional. Viene a ser lo mismo que subrayar que su compromiso no es gratuito y que está supeditado a una negociación recurrente y al cumplimiento de los compromisos adquiridos, que, según podemos deducir de sus actos, no es algo que en este momento vea garantizado.

Córdoba, dentro del gobierno de Formentera, es conseller independiente dentro de una agrupación llamada Sa Unió, formada por el PP y Compromís amb Formentera, que se reparten los otros ocho consellers (nueve en total). La oposición por su parte, cuenta con ocho más (cinco de Gent x Formentera y tres del PSOE). Con estas matemáticas, por muy cabreados que Córdoba tenga a sus compañeros de gobierno, poco pueden hacer éstos sin provocar una crisis de consecuencias imprevisibles, incluido un posible cambio de cromos en la dirección del Consell.

Al principio, Córdoba no quiso

desvelar las razones que le han empujado a tensar la cuerda de forma tan inesperada y tampoco a hacerlo sin comunicárselo previamente a los otros consellers de PP y Compromís. Luego hemos ido conociendo algunos detalles, como que la presidenta le había ninguneado al dejarle plantado en una reunión largamente esperada, o que no se estaban produciendo suficientes avances en asuntos como la triple insularidad, el deslinde de Costas o la creación de vivienda pública para funcionarios, entre otras cuestiones.

Tal vez cuando se publique este artículo el Consell de Formentera ya haya volado por los aires. Sin embargo, si las aguas vuelven a su cauce y Córdoba mantiene la vara de mando, podemos asegurar que Prohens no volverá a darle plantón ni se lo tomará a la ligera. Lo mismo que le ha pasado a Pedro Sánchez con la guardia pretoriana de Puigdemont.

Es probable que Córdoba, a sabiendas de que si llevaba su queja a consultas ante el equipo de gobierno se la acabarían desmontando, haya preferido actuar por su cuenta y riesgo, midiendo mal las consecuencias internas. Pero probablemente haya sido su manera de dejar claro que está harto de que el PP balear negocie con Vox y que, a él, que representa los intereses de Formentera, se le ignore. O tal vez que se están planteando unos presupuestos que no cumplen a rajatabla con lo pactado. En todo caso, sea por el motivo que sea, Córdoba ha propinado un puñetazo silencioso sobre la mesa que ha reverberado como un estruendo en todo el archipiélago balear. Y sin decir una palabra más alta que otra. Muy fan.

@xescuprats

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