¿Y qué hará el PP?

«Puede que Feijóo esté a punto de cometer el mismo error en el que incurrió su antecesor, Pablo Casado, que pensó que la cabeza de Sánchez rodaría unos meses después de su anterior investidura»

Aitor Esteban es un diputado respetado por prácticamente todo el espectro político, a excepción, sin duda, de Vox. Goza también de gran estima en la opinión pública. Porque es indudable que el portavoz del PNV ha ido ganando fama de sensato con unas intervenciones serias, trufadas siempre de un sobrio y elegante sentido del humor. Así que a Alberto Núñez Feijóo el puñetazo en el hígado -metafóricamente hablando- no se lo dio Pedro Sánchez, ridiculizándole por haber afirmado que no es presidente porque no estaba dispuesto a pagar el alto precio que le exigían Junts y el PNV, sino que se lo dio el diputado vasco. Lo hizo cuando aseguró en el debate de investidura que «algún día» contará lo que les llegaron a ofrecer hace un par de meses. «Iba a ser llamativo», remachó. En referencia, claro, a lo que le prometió el líder del PP a cambio de los 5 votos peneuvistas en su intento frustrado de ser investido en septiembre. Más tarde se filtró que entre las propuestas estaba el Ministerio de Industria, pero que había más. Así que en esa subasta parece que el alto precio lo fijaba el propio PP.

Ese derechazo -con perdón- venía a cuento del discurso exagerado que hizo Feijóo contra Sánchez, que se acercó más al insulto que a una crítica razonada de las políticas hechas y por hacer del Gobierno. Aunque reconoció la legitimidad su investidura, lo que es de agradecer, le acusó de «humillar» a España, de cometer «corrupción política» y «fraude» con pactos, que de creer a Esteban, él también estaba dispuesto a hacer. Quizás no la amnistía. Insistió además en el argumentario del antisanchismo, ese que ve en la persona del reelegido presidente la concentración de todos los males. Es un discurso que ha triunfado entre los votantes de la derecha, que detestan a Sánchez, pero que le dio al PSOE un millón de votos más en las elecciones del 23J y le ha permitido seguir en la Moncloa. Así que dedicar 40 minutos a definir a Sánchez como una persona sin escrúpulos, adicto a la mentira y sin límite alguno en su ambición no parece la estrategia más inteligente, al menos si se analizan los efectos que ese discurso ha tenido hasta el momento.

Puede que Feijóo esté a punto de cometer el mismo error en el que incurrió su antecesor, Pablo Casado, que pensó que la cabeza de Sánchez rodaría unos meses después de su anterior investidura, enero de 2020, como consecuencia, primero, del confinamiento obligado por la pandemia del covid y por la estratosférica subida de la inflación que produjo la guerra de Ucrania, después. Pero ahí le tienen. Reelegido, en teoría, para otros cuatro años. Ahora, en la dirección del PP creen que el pacto con los independentistas, en particular con Junts y Puigdemont, es tan difícil de gestionar que el Gobierno se quedará sin apoyos y acabará por caer más pronto que tarde. Su idea es contribuir a ese derrumbe con la movilización en la calle y la oposición de las derechas en todos los frentes posibles. Vista la experiencia, les iría mejor si dedicaran sus esfuerzos a forjar una alternativa seria. O a explicarla, si la tienen.

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