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Vox (y PP), con los derechos de los niños

«Por defender un derecho humano, como es el de los niños a ser educados en su lengua materna, nos llaman falangistas en la prensa local», lamentaba el domingo Gabriel Le Senne en un mensaje en la red social X que, si no fuera porque todos sabemos que es una hipócrita pantalla para obviar que el fin último de la insistencia de su grupo en la «libre elección» en las aulas es barrer el catalán, nos llevaría a pensar que desbarra. ¿No ha entrado el presidente del Parlament en las últimas décadas en un colegio? ¿Ignora acaso que, para ser consecuentes, necesitaríamos entonces maestros que enseñen en alemán, inglés, italiano, árabe...? ¿O es que confundió la multicultural sociedad balear de hoy con la de su ponderada Isabel I de Castilla o la de los primeros tiempos del «mal menor» de Franco? ¿La realidad con el deseo? Aun así, me alivia que un cargo de Vox, partido presto a abrazar genocidios, hable en público de los derechos del menor. El derecho a no sufrir abusos, el derecho a crecer seguros, al pan, al agua, al techo, a la educación, al juego... El derecho a la vida. En Gaza han muerto en solo tres semanas 3.500 niños por los bombardeos israelíes, más que en un año de guerras en todo el mundo. Críos como los nuestros, que ríen, lloran, hacen travesuras y te piden un cuento para dormir. Que soñaban con una bici, una Barbie o con que solo la luna y las estrellas iluminarán sus cielos nocturnos. Muchos aún en pañales..., pero para ellos no hay derechos humanos y los autoproclamados adalides de la infancia de Vox y PP recompensan en Madrid con la medalla de oro a sus verdugos. No solo están justificando el asesinato sistemático de miles de niños. Bailan después sobre sus tumbas. Son infames.

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