Brillantemente Meryl

En una época que venera la pose y la impostura ha tenido que ser una estrella de Hollywood quien nos dé una lección de naturalidad y de sincero feminismo. En los Princesa de Asturias en Oviedo, Meryl Streep ha sido la reina, por su sencillez y su espontaneidad, y su generosidad al sincerarse, sin afectación, sobre las cosas que son importantes para ella en la vida.

Lo primero, la familia. Y en el germen de todo, su madre, una madre fuerte y con carácter, que cuando Meryl aún no era Meryl, cuando ser actriz aún era solo un sueño para ella, la convenció de que ella era poderosa y capaz de hacer cualquier cosa que se propusiera.

Meryl Streep se embarcó en la vida con esa convicción que le inyectó su madre, con una fe ciega y sin detenerse a pensar si era completamente cierto o no. Hace unos días les contaba a unos adolescentes en Oviedo que en aquella época, cuando ella era una adolescente que se asomaba al mundo, las mujeres ni se planteaban hacer carrera profesional. A lo más que aspiraban en su ciudad era a ser secretarias, o por supuesto madres, siempre a la sombra de un hombre. Ella, que siembre tuvo la certeza de que la interpretación era lo que la hacía feliz, esquivo aquel destino.

Meryl Streep cree que si aquella chiquilla que era entonces se viera ahora se sorprendería de lo lejos que ha llegado, también de lo vieja que ha llegado a ser, algo que asume con gracia y gratitud por el tiempo vivido.

Meryl Streep es brillantemente feminista, porque se eligió a sí misma. Brillantemente feminista, aplaudió el otro día, el final alternativo de «Los puentes de Madison» que le presentaron unos estudiantes, en el que Francesca, la protagonista, ni se queda con uno ni se va con el otro, simplemente se elige a sí misma.

La actriz estadounidense ha tejido una carrera brillantemente feminista, con la elección de sus personajes y su forma de estar en el mundo. Confesaba estos días en Asturias que lo que verdaderamente le gusta es el género noir y esas mujeres fatales y peligrosas, como la que interpretó en ‘Still of the night’ y en la que a principios de los 80 la dirigió Richard Benton. En los momentos de clímax, cuando su personaje debía mostrarse más enigmático, le preguntó a Benton que estaba pensando su personaje en ese instante, y cuando él le respondió que nada, que se olvidara de pensar, Meryl protestó: imposible, imposible que una mujer no piense en nada, las mujeres siempre están pensando, siempre tienen algo en la cabeza. Brillantemente feminista al elegir sus personajes y al interpretarlos.

Meryl Streep reconoce lo mucho que han cambiado las cosas para las mujeres en estas últimas décadas, admite que la vida es mucho más fácil para las chicas, pero sabe que aún hay muchas que lo tienen muy difícil, y no se olvida de ellas. Brillantemente feminista y generosa, humilde cuando se presenta como un simple actriz, nadie que salve vidas o vaya a cambiar el rumbo de la ciencia o de la historia. En la medida en que su profesión y su éxito le han otorgado una voz respetada fuera de la pantalla, Meryl Streep procura siempre, en sus intervenciones públicas, alentar y apoyar a las que tienen a nadie que les diga, como su madre hizo con ella, que una mujer puede conseguir todo lo que se proponga.

Suscríbete para seguir leyendo