Desde la Mola

La Mola patrimonial

Ha llegado a mis manos un proyecto para convertir a Sant Francesc en mercadillo artesanal las ‘vesprades’ de la temporada. Realmente está muy bien elaborado, sustentado en la necesidad cultural de la ‘capital’ y con una lógica aplastante de igualdad de oportunidades para todos. La filosofía de este proyecto presentado al Consell, entronca perfectamente con los principios básicos del desarrollo comercial y turístico que es la pieza filosofal de nuestra isla. ¿Por qué no? Nos podemos preguntar. ¿Por qué sí? Nos podemos responder. Para hablar de presente, hay que conocer la historia y la influencia decisiva de pasado en el hoy de Formentera. Hace 39 años, un grupo de artistas (déjenme decir artistas) y artesanos platearon un ‘mercadillo’ donde vender sus propias creaciones. Allí no se vendía un objeto cualquiera. Se vendía parte del alma de cada uno de aquellos pioneros. Pero es que además representaba un atractivo especial para el turista de entonces. «Vamos al mercado hippy», se decían. Porque allí estaba o creían que estaba el ‘último mohicano’ de la revolución Woodstock, hasta el punto de que nos creímos (luego Carmelo se encargaría de hacer saltar la ‘banca’) que Bob Dylan había bendecido el conjunto. Todavía quedan algunos de ‘aquellos locos con sus locos cacharros’ y los demás han evolucionado y hoy ofrecen sus creaciones en Sant Francesc.

Seguro que ‘la Mola’ no ha pasado por sus mejores momentos, yo diría que incluso hubo situaciones extrañas (la hemeroteca es un testimonio cruel) pero hoy sigue allí con mejoras en la calidad y en el respeto a la filosofía de sus ideólogos.

En esta época de ‘cayetanos’, de turismo elitista, de parejas de mayo o septiembre algunos siguen soñando con encontrar a Bob Dylan detrás de alguno de los puestos de la Mola. Porque hay una generación que oye la palabra hippy y asocia rápidamente el mercadillo para descubrir la verdad que encierra esa palabra.

No lo encontrarán, pero cuando programan su estancia en la Isla, en alguno de los casilleros del miércoles o el domingo aparece ‘la Mola’. Me perdonarán, porque todo el mundo tiene derecho a desarrollar su proyecto, pero a lo mejor debería empezar por incrementar al sentido patrimonial de la Mola como valor de Formentera. Experiencias, las hay, que se lo pregunten a los artesanos instalados en Sant Ferran. Es una salida, sí. Pero, ¿ ha sido la panacea de todos los males?… los resultados dan por sí mismos la respuesta. Proyecto sólido, seguro… lo es. La Mola sigue siendo la Mola y debería ser centro de atención.

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