Desde la Mola

No hay excusas

A estas horas, frente al teclado y un folio en blanco debería estar escribiendo sobre las historias de una sala de espera, un aeropuerto (Valencia) y un retraso (justificado o injustificado) de Vueling (qué paciencia nos ha dado el señor a sus usuarios). Desde dos despedidas de solteras/os una de cada género pero con las mismas manifestaciones de jolgorio que traducido al lenguaje normativo resulta lo de mucho jaleo, algunos objetos de broma sexual ¿por qué siempre estas fiestas terminan con el uso indiscriminado de productos del sex shop (en algunas ciudades el último que queda del despiporre de los 80). El típico pene gigante que corona un disfraz de bebé o un pelícano con dos atributos que para sí quisiera el famoso cura de Villalpando (nunca supe por qué se escogió esta localidad zamorana para el chascarrillo sobre el representante de la iglesia). A mi lado una señora muy puesta llama al chófer que debería recogerla en el aeropuerto de Ibiza para informarle de que había retraso (hasta tres horas). Pero se interesó vivamente si antes había llevado a la “señora” a la playa tal como habían planificado. Me da a mí que es una invitada de postín. Viendo y oyendo, la escena me reafirma que o tienes avión privado (conozco algunos que no hacen cola, ni tienen retrasos considerables) o entras en el espacio “auxilio social” donde las clases pudientes y sobrevivientes se igualan. Bendita rama del low cost que ha acabado con la lucha de clases y algunos principios de la “dictadura del proletariado”. Aunque siempre nos quedará la diferencia entre ibérico 100% y el “jamón y queso” tirando a racionamiento de postguerra.

Hoy, aquí en Formentera, la historia es bien diferente a esa España de los Botejara que vimos en el aeropuerto de Valencia en una espera casi desesperante… A veces me creo aquello de “papá, ven en tren”. El peligro de la madrugada se ha llevado la vida de un conocido, trabajador de un establecimiento. Cuando eran casi las cinco, el coche que conducía (las causas para el parte oficial) ha colisionado con el de otro, conocido (con susto incluido, menos mal) y el resultado ha sido fatal. A su lado una chica, amiga personal, ha sufrido heridas de menos consideración (la mala suerte ha sido esquiva en esta ocasión). La tristeza, la consternación, la rabia ha ido corriendo de boca en boca por la isla. ¿Quiénes tienen que escribir las normas de seguridad vial? Por favor aplíquese, porque nosotros somos incapaces de encontrarlas.

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