Tribuna

Azcón o la derecha homologable

Hay una paradoja en la investidura de Jorge Azcón como presidente de Aragón, a la que se presentó con un proyecto similar al de los partidos conservadores y liberales europeos, poniendo la calidad de vida de los ciudadanos en el eje de su discurso, pero respaldado en escaños por el partido de extrema derecha cuyo antieuropeísmo es una de sus señas de identidad. La suma de ambos grupos parlamentarios al que se le añade el único diputado del PAR alcanza sobradamente la mayoría absoluta, pero apenas el 49% de los votos emitidos por los aragoneses. Cuando se habla de Gobierno de amplia base, lo que se intenta romper es esa dinámica que excluya a la mitad de la población votante de una opción ideológica o de la otra, y el candidato del Partido Popular propone en su discurso acciones políticas que se desmarcan del eje izquierda-derecha. Asumir la política de los cuidados, la visión amplia del bienestar social que implica la conciliación, el ocio o la preocupación por la salud mental es una reacción a las demandas ciudadanas de un país cada vez más preocupado por los asuntos de la vida cotidiana y más descreído de los grandes macroproyectos.

La importancia de la sostenibilidad ambiental, una de las grandes revoluciones de presente junto con el poder femenino, debería ser transversal porque no hay ideología que pueda ganar a la evidencia científica ni a la igualdad de derechos.

Bajo los principios de libertad y equidad, Azcón diagnosticó en sede parlamentaria el malestar acelerado por la pandemia que nos cambió a todos y por la invasión de Ucrania que nos recordó el sufrimiento, aunque aquí solo llegan las resonancias económicas. La mejora en la atención sanitaria, en aumento de personal y en ampliación de la cartilla de servicios, el acceso del ciudadano a la Administración digital, la importancia de la educación a la que dedicó una parte significativa de su intervención como respuesta al ascensor social gripado desde hace casi dos décadas, la transformación del campo y la apuesta por la vivienda, principal hándicap que impide la emancipación de los jóvenes después de que una reforma laboral estatal estabilizara el trabajo indefinido, son las respuestas en el diseño de prioridades del presidente aragonés.

Otra cuestión es cómo en esa respuesta se articula la colaboración público- privada que siempre ha existido, si seguiremos hablando de complementariedad, en qué grado o de sustitución. Más allá de cuadrar los ingresos y la inversión, la expectación está en cómo desarrollar toda esta política de intenciones con los socios de legislatura que están ahora en su propia revuelta interna.

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