Aitana Bonmatí, la ambición de la niña que driblaba a los niños

A raíz del Mundial de fútbol femenino en Australia y Nueva Zelanda, la rama francesa de la compañía Orange ha editado un vídeo en el que se ven jugadas maravillosas de los ‘bleus’, los jugadores masculinos de la selección. Dríblings, subidas por la banda y pasadas de la muerte, cabezazos impecables, penales ejecutados con maestría. Un catálogo de fútbol de primer nivel. De repente, se enseña un programa sofisticado de edición de imágenes y vemos cómo todo era falso. Ninguno de los futbolistas franceses había hecho esos prodigios. Eran otros, los protagonistas. De hecho, eran “otras”. Todo era obra de las chicas de la selección. El programa las había sustituido por las caras y piernas de las estrellas millonarias que todos conocemos. Y vuelves a ver los regateos y los goles, y los cabezazos y los penaltis con las autoras de verdad. Con las piernas y las caras de verdad. Son ellas, las que juegan así bien. Termina el anuncio con un “apoyamos a las bleues”, las azules.

Si el anuncio se hiciera aquí, Aitana Bonmatí sería una de las futbolistas que destacaría, con un juego que podría ser el de Iniesta (o al revés), y con el 14 a sus espaldas, como el que llevaba Johan Cruyff. Y lo haría desde la modestia, pero también desde la mayor ambición. En las entrevistas que le he leído es la palabra que más sale. Y está grabada a fuego en la mente de esta chica inquieta y comprometida que, de pequeña, jugaba en el patio de cemento del Colegio del Pi, en Sant Pere de Ribes, con ese entusiasmo que solo pueden explicar los que se han pasado la vida esperando a que sonara la alarma del aula para salir corriendo a chutar el balón. Lo hacía entre niños, claro, que es lo que entonces era habitual y lo continuó haciendo, en solitario, en el Ribes y el Cubelles, rodeada de unos compañeros que ahora pueden explicar que una vez jugaron con una (doble) campeona de Europa. Había peleas y desprecio y la típica estupefacción, teñida de superioridad (“¿y te dejas driblar por una niña?”) de quien no podía creer cómo esa pequeña Aitana les daba lecciones.

Es Aitana Bonmatí, pero si sus padres, de izquierdas, no hubieran militado desde el primer momento por derechos tan elementales como el de la elección del apellido, la habríamos conocido como Aitana Conca, que es el linaje del padre. Se llama Bonmatí porque la madre, profesora de lengua y literatura catalanas, así se llama. Hija única, creció en un ambiente que fomentó la independencia de criterio, sin manías de esas que se dicen cuando se argumenta que los deportistas no deben opinar sobre el mundo que les rodea. La ambición de Aitana no es solo futbolística, sino también de implicación social. Desde defender la gratuidad de la C32 en el Garraf hasta celebrar la segunda Champions con una camiseta que hablaba de su compromiso: “Cambia tu pensamiento. Bienvenidos, refugiados. Salva las vidas”.

En su biografía, ‘Totes unides fem força’, explica que es una jugadora “súper resiliente” (quizás como consecuencia de los partidos en el patio de cemento) que se autoexige en extremo, negada para la portería (como ella misma dice ), pero jugadora determinante en la última Champions, con 5 goles y 8 asistencias, y con el título de la mejor del campeonato. Cuando estalló su fútbol, en la temporada 2020-2021, ya fue proclamada mejor futbolista de la final frente al Chelsea. Entonces cedió el dinero del premio a una organización solidaria de Lesbos. Nos describe su método para controlar los instantes de bajón. Escribir: “Al dejarlo escrito, acabas liberando la mente del pensamiento negativo. Me sirve para sacar las emociones que se quedan dentro y que pueden jugarnos una mala pasada”. Lo escribe y también lo dibuja en el campo, sobre el césped: “Mi mejor fútbol aparece cuando no pienso, porque me muestro tal y como soy”.

Se puede decir que Aitana Bonmatí, a la que le gusta tocar la guitarra y formarse en la teoría deportiva, tenaz y ambiciosa, ha crecido con el lastre de tener al lado a Alexia Putellas, emblema y símbolo del fútbol femenino. Este curso, con la estrella lesionada, está viviendo la posibilidad de ejercer por fin el liderazgo. Los rumores apuntan a una relación al menos distante entre ambas. Pero Aitana afirma: “No he hecho nada distinto; este liderazgo ya lo llevaba dentro los otros años. Es algo reivindicativo, lo que estoy diciendo, pero no va a malas”. Este Mundial es su oportunidad de convertir la pelota del patio del Pi en una pelota de oro.

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