Para empezar

El fin de los telepredicadores políticos

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Es el adoctrinamiento, estúpidos, podríamos decir a todos los que se han descalabrado en estas elecciones municipales, traslación a la actualidad de aquel famoso ‘es la economía, estúpido’ que permitió a Clinton distinguirse de su contrincante, Bush padre, en las elecciones: la política exterior no era la preocupación fundamental de la población en aquellos Estados Unidos, sino la economía. Aquí y ahora, en el PSOE y en Unidas Podemos siguen sin percatarse de que es el adoctrinamiento moral de lo que está harta la población, la razón fundamental por la que repelen a tantos electores, incluso a los propios. Posiblemente estemos viviendo el principio del fin de los telepredicadores políticos woke que desean moldearnos con su neolenguaje (tan peligroso, como describió Victor Klemperer en ‘LTI’) e implantar su moral y hasta sus gustos alimentarios. Tanta charlatanería, tanta superioridad moral, tanta mentira, tanto dedo acusatorio con el que nos quieren hacer sentir culpables de pecar por pensamiento, palabra, obra u omisión, están detrás de esta reacción de los votantes y, lo que es peor, del auge de una corriente que los que peinamos canas jamás imaginamos que resucitaría. Creímos haber dejado encerrada a la Gorgona bajo siete llaves a principios de los 80, pero ahora serpentea en casi todas las instituciones gracias a ellos. A ver quién es el valiente ahora que hace de Perseo para volver a neutralizarla.

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