Las otras

"Hay muchas formas de dejar huella en este mundo. Lo del hijo, el árbol y el libro cada vez es más cuestionable"

Aracely R. Robustillo

Aracely R. Robustillo

En plena resaca de la celebración del Día de la Madre, cada vez tengo más la sensación de que llegadas a cierta edad, pareciera que las mujeres nos dividiésemos sólo en dos grupos: las que tienen hijos y las que no. Con el sobrentendido de que esa capacidad de crear vida, que casi siempre nos viene de serie, aunque con fecha de caducidad, es algo gobernado por nuestra voluntad y nuestras decisiones. Y no sobra recordar, que no siempre es el caso.

En efemérides como la de ayer, yo siempre pienso en las otras. Todas esas que luchan con todas sus fuerzas y recursos, o que lo han hecho y ya han tirado la toalla, para que alguien les llame mamá sin conseguirlo. Todas esas ‘yermas’ de las que resulta tan ‘incómodo’ hablar.

Paradójicamente muchas de ellas se han pasado una mitad de su vida ‘fértil’ evitando quedarse embarazadas. Para poder terminar los estudios, para alcanzar la estabilidad económica, para lograr independizarse, para encontrar la pareja adecuada... Hasta darse de bruces con esa otra mitad en la que, de pronto, su existencia se limita, a veces de una forma obsesiva, a una carrera frenética por conseguirlo.

Según la Sociedad Española de la Fertilidad (SEF), en España 800.000 parejas, una de cada seis en edad reproductiva, tiene problemas al concebir. Algunas lo consiguen. Pero otras se quedan en ese limbo doloroso y asfixiante que es querer y no poder.

Porque las opciones biológicas se agotan, a no ser que seas Ana Obregón y tengas pasta para burlar cualquier ley o lógica razonable. Y la alternativa de adoptar también es ‘misión imposible’, dada la dificultad, el tiempo y el dinero que se necesita para ello.

De lo que sí se habla es del descenso de la natalidad. El Instituto Nacional de Estadística nos recuerda machaconamente que el número de nacimientos se reduce de forma alarmante. Pasamos de los 486.575 en 2010 a los 339.206 en 2020. ¿Pero por qué seguimos sin hacer nada para poner solución a la raíz del problema?

La marca Chicco ha realizado un estudio llamado Infinity women que asegura que el 78,4% de las españolas no quiere renunciar a tener hijos. Sin embargo, su investigación denuncia un montón de factores que "les coartan", principalmente: laborales, económicos y problemas de conciliación.

Y es el cuento de la pescadilla que se muerde la cola. La edad de las mujeres es determinante. Mientras más mayores somos, más difícil es quedarse embarazada y, por supuesto, tener más de un hijo. ¿Pero cuál es la alternativa?

Sólo hace falta mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que eso de que lo podemos tener todo es mentira cochina. Estoy rodeada de señoras abnegadas que se esfuerzan constantemente en trabajar como si no tuvieran hijos, y luego criarlos, como si no trabajaran. Y es una lucha perdida.

Hay una diferencia abismal entre elegir no traer descendencia a este mundo con libertad, argumentos y una vida plena, y tener que ‘comerte con patatas’ el hecho de que no está en tus manos decidir sobre ello. Porque a veces supone asumir una inevitable sensación de fracaso, y en otros muchos casos, la pérdida de control.

En días como ayer, pienso mucho en qué sentirán esas ‘otras’ cuando se celebra la maternidad a bombo y platillo. Aunque estoy segura de que no es muy distinto a lo que les escuece ver a diario a embarazadas por doquier, a los niños corriendo por el parque o cada carrito de bebé, que parece acecharles detrás de cada esquina.

Muchas de ellas son las mejores parejas, hermanas, tías, sobrinas, hijas, nietas, primas, amigas. Saben mucho más que algunas madres de compasión, de cuidar, de escuchar, de enseñar, de proteger o de saber estar incondicionalmente cuando las necesitas.

Por eso, aunque no tengan hijos oficialmente, ejercen como referente, faro y guía de muchas personas de su entorno, que sin ellas estarían totalmente perdidas, y que buscan su hombro, su apoyo, su consejo y su aliento, que nunca les falla. Y que tiene mucho más mérito si cabe, porque no existe vínculo ‘biológico’, ni obligación ‘intrínseca’ de por medio. Es simplemente generosidad en estado puro.

A todas ellas, muy feliz día y gracias por existir. Y recordarles que hay muchas formas de dejar huella en este mundo. Lo del hijo, el árbol y el libro cada vez es más cuestionable. Personalmente, cada vez estoy más convencida de que nuestros hechos, nuestros gestos y nuestro amor pueden ser un legado igual de incontestable.

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