Tribuna

Donde dije digo, digo Puertos

Roberto Algaba

Roberto Algaba

Para que nuestro sistema político sea de primer nivel una de las virtudes que nuestros representantes públicos deben tener es la coherencia. Qué menos que aquellos que están trabajando por el interés general tengan una actitud lógica y consecuente con los principios que profesan. Desafortunadamente, hay políticos que anteponen su fanatismo de partido a un mínimo de coherencia; y así nos va.

Hace unos meses escribí un artículo de opinión donde dejaba claro que un político investigado no es culpable y que, por tanto, no nos podemos cargar el principio de presunción de inocencia pidiendo, con asombrosa ligereza, que lo encierren en las mazmorras sin haber sido declarado culpable por un juez en un juicio justo. Eso sí, un juez de verdad, no los nuevos jueces políticos que han hecho carrera en las sedes de los partidos de izquierda.

Como sigo pensando del mismo modo, vuelvo hoy a transcribir palabra por palabra lo que opiné hace unos meses, no cambio ni una coma, bueno, permítanme cambiar el nombre y cargo de la persona a la que dirijo mi razonamiento: “Para mí, el alcalde Rafa Ruiz, es totalmente inocente y, por lo tanto, todo descrédito basado en ‘supuestos’ está totalmente fuera de lugar. Si quieren derrotarle electoralmente háganlo con razonamientos políticos, pero no saltándose y dinamitando el Estado de Derecho.”

Pensaba esto antes y lo sigo pensando ahora, sea la persona que sea, sin importarme el partido político en el que esté. Creo que con esto no hay duda de que tengo una actitud coherente con los principios que profeso. El que Rafa Ruiz tenga que declarar como investigado no tiene que significar que le afecte políticamente, desde mi punto de vista, no tiene que dimitir hasta que no sea declarado culpable.

Desafortunadamente esta coherencia no se ha visto en muchos militantes del PSOE de Ibiza que saltaron como “hienas” a pedir la dimisión de nuestro presidente del Consell cuando la jueza le consideró investigado. ¡Cómo se frotaban las manos muchos de ellos! ¡Con qué satisfacción tecleaban en las redes sociales viendo el linchamiento público contra un inocente!

Todos los que pidieron a gritos esta dimisión tienen que explicar por qué cambian de opinión cuando el investigado es de su partido. No existe manera racional de explicar esta incoherencia, pero tranquilos, ya se encargarán ellos de encontrar alguna frase indeterminada que parezca el cenit de la argumentación. Siento darles una mala noticia a los “justificadores”: la búsqueda del que uno cree que es el interés general no está por encima del cumplimiento de la ley.

Lo peor de todo es que a muchos, su fanatismo cegador les provoca un corte neuronal que les hace argumentar con ataques personales sinsentido y con reproches absurdos. Mientras ellos siguen buscando descalificaciones contra todo aquel que no sigue su doctrina, yo por mi parte, seguiré defendiendo y defenderé la misma postura sin tener en cuenta en qué partido milita la persona investigada.

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