Desde la marina

Atzaró, un tesoro escondido

Miguel Ángel González

Miguel Ángel González

El 20 de enero de 2019 pudo ser uno de esos pocos días en que, por algún motivo justificado, no consulté estos papeles como hago siempre después del desayuno. Y se me escapó una noticia alarmante que ahora recupero por casualidad y de la que, por lo que yo sé, nada se ha dicho después. Se trata del formidable reportaje de aquel día, en que Stefano Cortellano, arquitecto, nos ofrecía varias fotografías de unas casas payesas en ruinas. Las tomó en la vertiente norte del Puig d’Atzaró y recogían, con distintos encuadres, un núcleo habitacional de incuestionable importancia arquitectonica y patrimonial, incomprensiblemente ignorado y en absoluto abandonado, a pesar de estar catalogado con el máximo nivel de protección y con algunos elementos calificados BIC por el Consell, caso de la torre de Can Rieró. Las administraciones, por tanto, eran perfectamente conscientes de su existencia y de su lamentable estado de conservación.

No hablamos únicamente de cuatro magníficas casas payesas -Can Blai, Can s’Uzina, Can Rieró y Can Marc- sino de todo un pequeño mundo dormido en el tiempo, en el que tenemos fuentes, elementos hidráulicos, aljibes, canalizaciones y vestigios de huertos. Un auténtico tesoro,en fin, del que nadie pareía preocuparse.

Habida cuenta que escribo estas rayas con escandaloso retraso -el reportaje de Cortellano vio la luz hace más de tres años- quiero pensar que el Consell se dio entonces por aludido, salió al quite y hoy tenemos en marcha un plan de recuperación para este insólito poblamiento de Atzaró. ¿Es así? Si no lo es, vamos mal. Hemos destrozado demasiados paisajes, hemos dejado que desaparezcan molinos, norias y casas. Hemos hecho el idiota de mil y una maneras. Basta ya. Salvemos del naufragio lo que todavía nos queda. En algunos casos, llegamos demasiado tarde.

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