Opinión | Para empezar

Esta noche, milagro

«Queridos Reyes Magos, mi madre dice que he sido malo y ya sé que a los niños malos les traéis carbón, pero como vosotros sois muy buenos os pido...», empezaba hace 50 años la carta en la que aquella polvorilla justificaba sus travesuras con argumentos hilarantes para resignarse, al final de su lista de deseos, a con un «y si no, lo que podáis». La guardo como oro en paño. Eran otros tiempos y otros Reyes más pobres y quizás también más ingenuos, en que el día después no se competía en los patios escolares con la cantidad de obsequios y el «a mí me han dado más», pero a cambio de la ‘escasez’, a los mañacos nos dejaban jugar sueltos, y libres como animalillos, por calles y descampados, aunque volviéramos a casa hechos unos cirios y con las rodillas desolladas a porrazos. No es que fueran infancias siempre felices, la infancia rara vez lo es del todo, diga lo que diga la memoria mentirosa, pero la ilusión que nos legaron es impagable. Recuerdo a mi padre comiendo turrón duro, el que más le gustaba, triturado porque se quedó sin dientes y no podíamos permitirnos una dentadura y, cómo, sin embargo, aquel conector que tanto quería me esperaba primorosamente envuelto al final de la cabalgata. Y me parece un milagro que pese a escepticismos y bombardeos informativos esa hermosa magia se siga repitiendo todavía hoy, con las caras de asombro y alegría de los niños en ésta, la noche, para mí, más bonita del año. Yo aún creo en los Reyes Magos. Que os dejen recuerdos muy felices.

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