Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

a9967cb5 9abc 41f7 96f1 4e889e812055 source aspect ratio default 0

Desde La Marina

Miguel Ángel González

Veremos en qué para el parador

Esperemos que, en esta ocasión, el parado Parador no se pare. Y que las optimistas promesas que nos hacen para el 2022 no se queden en agua de borrajas. El punto de la obra en el que ahora se trabaja tiene una fragilidad que asusta. La piedra que se perfora por debajo de la muralla para el futuro aparcamiento no es precisamente de granito. La tecnología actual puede con casi todo, pero más tranquilos estaríamos, aunque hubiera sido menos cómodo, si el estacionamiento se hubiera planteado extramuros, en el entorno inmediato de la fortificación. Temores aparte, seguramente infundados, lo que aquí traigo a colación es otro aspecto del Parador que debería ser identificativo y diferenciador, pero del que nadie dice nada. Me pregunto cómo será por dentro el Parador, por su interiorismo que no es un tema menor.

Lo digo porque Paradores Nacionalesi, empresa modélica en muchos aspectos, tiene en la mayoría de sus establecimientos una puesta en escena, por así decirlo, castellana, mesetaria y de tonos más bien oscuros. Se echa mano de muebles, alfombras, cortinajes y detalles que imitan lo que uno encontraría en un castillo antiguo y señorial. Aquí sería una apuesta equivocada. Ibiza no es Santiago de Compostela ni Toledo. Estamos en el Mediterráneo, un ámbito de luz y mar. Y no es sólo eso. Nuestra isla tiene señas de identidad ejemplares en su arquitectura, en la concepción de sus espacios, en los blancos de sus paramentos y en su sobrio y elegante minimalismo. Uno piensa en Josep Lluís Sert, en Broner, en Hausmann, en Blakstad, en Salvador Roig y en Xavier Pallejà…

Y en Elías Torres, por supuesto, arquitecto de la isla que nos dio una lección magistral en la sorprendente escalera que da entrada a la fortaleza. No nos vendría mal que nos echara una mano. Es importante, en fin, que el Parador deje de lado cualquier elemento foráneo y apueste por la ibiceidad. El envase del Parador nos ha venido dado y es en el interior donde nos la jugamos, porque la intervención será toda nuestra. Y debería tener, creo yo, el sentido y la identidad que, en un lugar como Ibiza, la obra exige y merece.

Compartir el artículo

stats