La planta de triaje, parte fundamental del sistema de tratamiento de residuos del vertedero de Ibiza, se inauguró oficialmente el pasado jueves, con una nutrida comitiva política encabezada por la presidenta del Govern balear, Francina Armengol. Esta flamante instalación es la expresión de un enorme fracaso de la gestión de los residuos en la isla, pues su construcción y puesta en funcionamiento se han retrasado la friolera de 17 años. Las obras de la planta tendrían que haber estado acabadas en abril de 2003, el primero de la infinidad de plazos que se han ido incumpliendo sistemáticamente desde entonces. La tramitación de este equipamiento ha sido larga, farragosa y complicada, y el resultado de este retraso es que el vertedero de Ca na Putxa ha recibido en este tiempo mucha más basura de la que debía.

El objetivo del Plan de Residuos de las Pitiusas, aprobado en 2001, era disminuir considerablemente la cantidad de basura depositada en el vertedero, y de esta forma alargar su vida útil. De hecho, en 2006 la isla debería haber alcanzado un nivel de reciclaje del 61% de todos los residuos, pero en 2019 solo recuperó el 17%. Para cumplir con el objetivo marcado este año por la Unión Europea (reutilizar el 50% de los desechos), Ibiza debería incrementar un 46% el reciclaje con respecto al año pasado. Algo imposible de lograr.

De hecho, el incumplimiento de la isla de los objetivos fijados en el tratamiento y reciclaje de los residuos se explica en parte por el escandaloso retraso de la construcción de la planta de triaje, que es la que puede evitar que acaben en el vertedero el 50% de los materiales arrojados a la basura.

La gestión de los residuos es una asignatura pendiente en Ibiza, donde se han incumplido uno tras otro los objetivos establecidos por Europa, exponiendo a España a elevadas sanciones por ello. El próximo hito es que en 2030 sólo acabe en el vertedero un 10% de todos los desechos que genera la isla. En este sentido, no hay que olvidar la responsabilidad que tenemos todos los ciudadanos a la hora de separar en casa los residuos para hacer posible el aumento de los niveles de reciclaje, fundamental para avanzar en la protección medioambiental y para prolongar la vida útil del vertedero.

Se da la paradoja de que esta deficiente gestión de equipamientos esenciales para la protección del medio ambiente se produce en una isla con un territorio limitado y una gran riqueza natural, en la que no se concibe construir un segundo vertedero en ningún otro lugar. Por tanto, hace años que se sabe que la única solución al tratamiento de la basura es incrementar la fracción que se puede recuperar para alargar los años de uso de Ca na Putxa. Sin embargo, y pese a que la producción de basura se incrementa año tras año al ritmo que aumenta la población, durante casi dos décadas las administraciones, de distinto signo político, en una lamentable muestra de ineficiencia e irresponsabilidad en la gestión medioambiental, no han sido capaces de acabar los trámites y construir la planta de triaje, fundamental para la isla porque gracias a ella se recuperará gran parte de la basura que se tira a los contenedores grises. Esta instalación además permitirá tratar los lodos de las depuradoras de Ibiza, que se convertirán en compostaje de calidad para el uso agrícola. Hasta ahora, estos lodos debían enviarse fuera de la isla, con el consiguiente coste para las arcas públicas.

La entrada en funcionamiento de la planta de triaje es una buena noticia, pero al mismo tiempo una experiencia amarga que ha mostrado las trabas y dificultades burocráticas que obstaculizan la ejecución de proyectos de suma importancia como este, así como las perjudiciales consecuencias que tienen para la población y el medio ambiente tanto el mal funcionamiento de la Administración como la incapacidad de gestión de sus responsables.