El miércoles pasado, justo hace hoy siete días, no fue un miércoles cualquiera. Había luna llena (a las 20,57 o eso dice Miquel Costa). Este hecho ya le da una singularidad añadida a la fecha. Pero todo empezó con una mañana lluviosa (duró poco más de dos horas, con truenos y relámpagos). En la Mola cayeron 16 litros (un pluviómetro es el objeto imprescindible en una casa en el campo que se precie) y algunos se aventuraron en las redes sociales a hablar de ' pebrassos'. Me van a perdonar que en mi ignorancia del tema ni los mencione. Pero sí que es verdad que nuestra isla necesitaba como 'agua de mayo' esta tormenta ocasional para limpiar al ambiente y los árboles que marcan nuestros caminos de tierra. A la singularidad de la luna llena, se le unió una luz ' National Geographic' que duró todo el día. Lo digo porque sobre las tres y media bajaba de la Mola y en el mirador, la isla resplandecía como cuando le da esa luz de poniente de las siete y media en puro solsticio de verano. Así fue la puesta de sol (de las de foto de pantalla de ordenador) desde cualquiera de los puntos 'calientes' donde se concentran los de aquí y los de allá para despedir al sol, no sin antes dar la bienvenida a la luna que empezaba a asomar por el horizonte del faro de la Mola. Hasta allí quería llegar yo... luna anaranjada que refleja el degradé del rojo del sol y a caminar hasta el faro, donde nos espera una noche de concierto 'a La luz de la luna' con escenario e iluminación intimista (creando empatía entre público y artista).

Era el tercer concierto de los programados por EspaiF (o lo que es lo mismo Miquel creations). Curiosamente tres voces femeninas y tres instrumentistas masculinos... Tres formas de expresar sentimientos y emociones desde tonos y poesía bien diferenciadas. No soy crítico musical (por desconocimiento), pero sí que lograron (ambas tres) traspasar esa barrera de la expectación y entrar en el terreno de la emoción. La mezcla de música, poesía, reivindicación, luna llena, faro, 100 personas en silencio, brisa, mechas de plata en el mar... sin etcéteras añadidos. Da pie a pensar que esto no debe ser 'flor de un día' o de tres lunas llenas de verano en la Mola. La magia, dicen que surge. No sin un mago que logre esconder la paloma blanca en sus mangas... Ni hemos hablado de Covid-19. Por algo será.