Juan Manuel Periche sufre continuos espasmos debido al Parkinson. Debe hacer un enorme esfuerzo para caminar y hablar. Convivir con su enfermedad es muy difícil, pero aún lo es más cuando topa con el desprecio y la incomprensión de quienes en vez de ayudarle para hacer más llevadera su discapacidad le tratan como si fuera un borracho. Periche caminó hace unos años hasta Diario de Ibiza para pedir que le ayudáramos a concienciar a la gente sobre los estragos que provoca el Parkinson. Estaba harto de miradas de desaprobación, de que creyeran que su estado se debía al alcohol o la droga. El miércoles volvió a llamar al Diario. Un empleado de un supermercado de Ibiza le había echado con cajas destempladas cuando hacía cola para comprar una botella de agua. El trabajador reconoce que pensó «vaya, otro borracho que me la va a liar». Y no le dio opción ni a que se explicara. Periche cumplirá el sábado 65 años. El atropello que sufrió este hombre, tan humillante e injusto, tan indignante, nos debería hacer reflexionar sobre cuántas veces nos hemos comportado como ese empleado, cegados por los prejuicios y la prepotencia, y hemos despreciado a quienes merecían un mejor trato. Habría bastado con que ese trabajador se hubiera parado un instante y hubiera dudado de su primera impresión. Periche habría comprado su botella de agua como cualquier otro cliente. Y no tendría que seguir recurriendo a un periódico para pedir algo tan fundamental como comprensión y respeto.

@cmartinvega