Si en cierto momento nos pudo parecer una boutade, una mera ocurrencia, la iniciativa aparentemente absurda de comercializar el agua marina, lo cierto es que hoy encontramos 'Agua de mar' envasada en las farmacias por su capacidad generadora de plasma celular, por ser isotónica y elemento de hidratación, descongestión nasal, etc. Y la tenemos también como complemento alimentario en la alta cocina, elegantemente envasada en establecimientos especializados. El ejemplo, visto lo visto, ha servido para que alguien haya tenido la idea, más difícil todavía, de vender sólo aire con una marca que, puestos a inventar, podría ser 'Aires de Formentera', 'Aires de Ibiza' o 'Aires Pitiusos', porque lo de 'Buenos Aires', por motivos obvios, llamaría a error.

Cuando el temerario emprendedor que digo me comentó su sorprendente iniciativa, le pregunté cómo se podía inhalar o aspirar el aire envasado -cosa que en el caso del agua sí puede hacerse, me confesó con una sonrisa que no se trataba de 'tomarlo', que la idea consistía en crear un envase atractivo, con un buen eslogan, que se comercializaría meramente como souvenir.

Visto así, le dije que no lo veía mal porque no se engañaba a nadie, pero que no me parecía el mejor momento para publicitar la pureza de los aires pitiusos, cuando, incluso Formentera, está haciendo lo imposible por limitar la entrada de coches en la isla, problema que, lógicamente, es mucho mayor en Ibiza. Pero mi amigo no dio su brazo a torcer. Dijo que tenemos unos pinares prodigiosos y unas praderas posidónicas que son Patrimonio de la Humanidad, de manera que nadie puede dudar de nuestros buenos aires. Y así lo dejé. No sé en qué habrá acabado la cosa. Tal vez el lector ya tenga en su casa el bote de marras con un aire que no se respira pero que nos sirve para recordar nuestras vacaciones en la isla.