Del exceso a la nada. Los cañones antiaéreos que los ayuntamientos, y particularmente los de Sant Josep y Santa Eulària, han instalado para acabar con el exceso de ruido de algunos locales de ocio y fiestas más o menos privadas que han perturbado la paz de Ibiza en los últimos años, están haciendo más daño a las moscas que a los aviones. Las ordenanzas son tan restrictivas, el tamiz es tan fino, que apenas deja pasar nada, aunque no hay más que pasear una tarde noche por Platja d'en Bossa, por ejemplo, para advertir que afecta más a unos que a otros. Algunos locales que habían conseguido poner en marcha ciclos de música en vivo y al aire libre, muchas veces con más ilusión que medios, están viendo peligrar lo que han construido con tanto esfuerzo ¿Cuál es el daño que puede hacer un concierto, y más acústico, en una terraza antes de la medianoche? Se puede obligar a cortar la música antes, a bajar los decibelios, incluso a que se hagan por la mañana o por la tarde, pero cortar de raíz es a todas luces excesivo. La música es un valor añadido, es riqueza, es cultura. El malnom Agustinet es últimamente el más nombrado en los conciertos de la isla. Seguro que cada vez que empieza la música le pitan los oídos, y no precisamente por el ruido.