Queridas Majestades o, como dirían los podemistas, ciudadanos Melchor, Gaspar y Baltasar: todos los años por estas fechas les pedimos montones de cosas y a veces, incluso nos las traen, pero siempre fallan en lo esencial. Apreciados Magos de Oriente, es muy fácil conseguir una muñeca de medidas imposibles, un smartphone chino, o las caretas de la patrulla canina pero, ¿qué hay de lo verdaderamente importante? ¿De aquello que todos demandamos, qué digo demandamos, que exigimos al nuevo año? A saber: ponernos a dieta, aprender inglés, terminar una colección de fascículos, ir al gimnasio, ser mejores personas o que a nuestros amigos y familiares no les falte de nada. Sí, ya sé que van a decirme sus altezas que nada de todo esto depende de sus serenísimas majestades, pero está comprobado que, sin ayuda de la magia, no hay quien cumpla ninguno de estos deseos. Si fuera así, seríamos sílfides políglotas, fibradas, caritativas y compasivas, con un montón de amigos (y no los del Facebook) y con una familia al estilo de ´La casa de la pradera´. Así que, altezas, ya está bien de traernos cajas de regalos, que nos ilusionan el tiempo que dura el paquete en ser abierto. Nosotros lo queremos todo, todo y todo. Arremánguense la capa de armiño y pónganse al tajo. Ya saben cómo somos: por aquí algunos ya viven como reyes, los camellos andan por sa Penya y nuestra fuerza de voluntad es nula. PD: Yo he sido bueníiisima.