El problema de la vivienda - El coste y las ofertas para el alquiler y la venta

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza en Ibiza

Lujo rústico o ‘glamping’, así definen quienes comercializan a través de Airbnb alojamientos turísticos que han montado en sus propios jardines o en los terrenos que rodean sus viviendas

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

El fuego en una yurta que una mujer alquilaba ilegalmente en mitad del bosque, en el Puig d’en Cardona, en Sant Josep, fue el origen del primer incendio forestal de la temporada en Ibiza. Las yurtas, cabañas, tiendas de campaña o caravanas perdidas en mitad del campo campan a sus anchas en Airbnb, plataforma de alojamiento turístico por antonomasia, a pesar del riesgo que suponen. En algunos casos hacen fuego o cuentan con precarias instalaciones para que los huéspedes dispongan de electricidad (al menos un mínimo) que, junto a árboles y matojos, suponen un auténtico peligro de incendio.

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza / Marta Torres Molina. Ibiza

La plataforma cuenta con algunos filtros y pestañas que permiten a los posibles huéspedes encontrar estos alojamientos poco convencionales. De hecho, esto último es uno de los aspectos que más se destacan en los anuncios, la mayoría de ellos cuajados de expresiones que apelan a esa fama hippy, bohemia, libre y mágica de Ibiza.

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza / Marta Torres Molina. Ibiza

Yurtas, como tales, con esa categoría, en la web aparece una. Se encuentra entre Sant Llorenç i Sant Joan y ya sólo tiene algunos días disponibles antes de mediados de julio: «Está en una parte privada de nuestro jardín, a la sombra de un gran roble. Las vistas dan a nuestro lago, a su propio cuarto de baño exterior (con agua caliente, por supuesto) y al norte de Ibiza», describen los anfitriones. El espacio cuenta «con dos ventanas, dos puertas y una entrada propia desde el aparcamiento», continúan antes de detallar que hay «una pequeña cocina de estilo hotelero: hervidor de agua, cafetera Nespresso, nevera, platos y tazas, pero no tiene estufa». Según explican, la yurta se encuentra a 500 metros de un restaurante y de un supermercado.

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza / Marta Torres Molina. Ibiza

97 euros por noche

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza

Se alquila yurta, cabaña o tienda de campaña en plena naturaleza / Marta Torres Molina. Ibiza

Alojarse en este espacio, cuidado al detalle, según se ve en las fotografías, cuesta 97 euros por noche, tarifa a la que hay que sumar los gastos de limpieza y los de gestión, según se detalla al intentar hacer una reserva en el perfil de la anfitriona, de los Países Bajos y que también alquila turísticamente un barco en un canal en el centro de Ámsterdam.

«A solo cinco minutos a pie de la hermosa y popular playa de Cala Bassa» se encuentra una cabaña de estilo safari que también se alquila a través de Airbnb. Tiene una altura de cuatro metros y, según las dimensiones que detalla el anfitrión, dispone de 45 metros cuadrados. «Te da la sensación de una minicasa, amueblada con estilo y totalmente equipada. Tiene dos dormitorios y es adecuada para cinco personas. Se puede ampliar a seis con el sofá en la sala de estar. Tiene aire acondicionado y baño», indica. El anfitrión hace dos advertencias: cobra un depósito a los huéspedes y «el inodoro de la tienda es solo para pis y el papel higiénico debe tirarse en el contenedor». Al igual que la propietaria de la yurta de Sant Joan, este anfitrión alquila turísticamente, además de la cabaña, una vivienda en Ouddorp, en los Países Bajos.

El alojamiento, que cuenta con una cocina perfectamente equipada, cuesta 180 euros la noche (más limpieza y gastos de gestión) en estas fechas, tarifa que sube a los 207 en julio y agosto.

Las tiendas de campaña

En la plataforma también aparecen media docena de tiendas de campaña filtrando por este tipo de alojamiento, aunque algunos anfitriones prefieren no hacerlo y están semiescondidas bajo otras definiciones.

«Una encantadora tienda de campaña enclavada en los pinos con ducha al aire libre y baño rodeada de naturaleza», reza el anuncio de una ubicada en Portinatx y cuyos anfitriones engloban en el estilo glampling (camping con glamour). De hecho, ofrecen a sus huéspedes, a los que proponen conocer «el lado más sereno de Ibiza», un «delicioso desayuno continental con vistas al mar». Las fotografías colgadas en el perfil de la tienda de campaña, que se alquila por 170 euros la noche y es uno de los alojamientos mejor valorados de la zona, dan fe de esto último.

Nada que ver con los comentarios que recibe la tienda de campaña que otra mujer alquila en el jardín de su casa de Cala Llonga; no pocos apuntan a falta de limpieza y malos olores derivados de ésta. «Descubre el precioso paisaje que rodea a este alojamiento», es la escueta definición de la anfitriona, que tampoco es muy prolija en fotografías y que cobra 82 euros por noche (más limpieza y comisión de servicio).

En el jardín de su casa cerca de Sant Llorenç otra mujer alquila dos tiendas de campaña que vende como «lujo rústico»: «Escápate a nuestra tienda de campaña situada junto a la montaña en Sant Joan de Ibiza. Disfruta del lujo rústico con comodidades modernas como wifi rápido y electricidad, todo en medio de un jardín y una piscina serenos. Explora las playas cercanas durante el día y regresa a un acogedor refugio bajo las estrellas». Según detalla, el espacio es «perfecto para viajeros solitarios que buscan el abrazo de la naturaleza con estilo» y cuenta con «un colchón real con decoración boho». Alojarse en ella cuesta 68 euros la noche, con oferta, o 85 si ésta no está activa.

La definición, y las fotos del exterior, de esta segunda tienda de campaña es la misma que la de la anterior, aunque el precio es algo diferente, ya que, según se aprecia en las imágenes, el interior no está tan cuidado: 52 euros por noche con el descuento y 69 sin él. En ninguno de los dos casos la anfitriona, que al igual que buena parte de los demás vive también en los Países Bajos, cobra por el servicio de limpieza, y hay que pagar la comisión de servicio de Airbnb.

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