El 17,5% de los menores de Balears empieza a consumir porno a los ocho años

El investigador de la UIB Lluís Ballester imparte un curso dirigido a profesionales con responsabilidad educativa para analizar los peligros del porno en la formación de estereotipos de género y la adopción de conductas agresivas

El investigador de la UIB, Lluís Ballester, durante la formación.

El investigador de la UIB, Lluís Ballester, durante la formación. / Toni Escobar

Ángela Torres Riera

Ángela Torres Riera

Un 17,5% de los menores de edad de Balears comienzan a consumir contenidos pornográficos a los ocho o nueve años de edad, según datos que se recogieron en el ‘Informe de Pornografia de les Illes Balears’, publicado en 2023.

El investigador de la UIB Lluís Ballester recordó ayer el impactante dato durante el curso sobre acceso, consumo, producción e impacto de la pornografía en la adolescencia que se impartió en el Casal d’Igualtat de Vila a los profesionales con «responsabilidad educativa» para prevenir el consumo entre los más jóvenes. El curso continuará de manera telemática de la mano de la también investigadora Sandra Sedano los próximos días 30 de abril y 7 de mayo.

No fue el único dato llamativo que lanzó Ballester. La balanza de de consumo entre adolescentes de distintos géneros se ha equiparado al elevarse la cantidad de pornografía que visualizan las mujeres más jóvenes. Un 91,7% de los hombres adolescentes han consumido porno regularmente en los últimos años. En cuanto a ellas, la cifra es del 89,3%.

«El acceso se ha igualado entre hombres y mujeres —en el mal sentido— pero no el consumo ni la reproducción de las prácticas», aclaró Ballester. Son los hombres quienes reproducen, en mayor medida, las «actitudes dominantes» que aprenden a partir de este tipo de contenidos.

«Vulnerabilidad» femenina

«Como está afectando a las relaciones interpersonales, ellas terminan consumiendo porno para entender bien qué es lo que más les excita a ellos», explicó el doctor.

El investigador hizo hincapié, en ese sentido, sobre cómo la «vulnerabilidad» de las mujeres aumenta, sobre todo, en caso de que tengan «baja autoestima y carezcan de energía asertiva» —algo frecuente durante la adolescencia—, ante este tipo de prácticas que se normalizan desde el porno y que suelen involucrar ciertas conductas agresivas o violentas, tanto explícitas (escupir, asfixiar...) como implícitas (denigración verbal) hacia las mujeres. «Además, el cuerpo de la mujer se vende fragilizado», apuntó.

La mayoría de los jóvenes de entre 13 y 18 años de Balears, un 76,25% en total, ve pornografía hardcore (casi todos, hombres). Los contenidos de este tipo repercuten en la percepción, entre los jóvenes, de que este tipo de conductas son normales. «A la vez que se erotiza la violencia también se reduce la empatía», añadió el doctor de la UIB. Esto conduce a que se produzcan situaciones de riesgo entre las parejas.

Por otro lado, el consumo de pornografía, que coloniza tanto los videojuegos como las redes sociales, también conduce a los adolescentes a adoptar por imitación costumbres sexuales de riesgo, como no utilizar preservativo a la hora de mantener relaciones y recurrir con asiduidad a la pastilla del día de después (un recurso que debería utilizarse tan solo en caso de emergencias).

También el hecho, en el caso de los hombres, de «utilizar viagra a edades muy tempranas». «Los vídeos porno están totalmente descontextualizados», observó Ballester. Pero sin embargo, a día de hoy son la principal fuente de conocimiento en el ámbito sexual de los jóvenes, indicó el experto.

Respecto a esto, el investigador señaló que los mejores amortiguadores de las prácticas tóxicas que enseña el porno a los más jóvenes son «tener habilidades comunicativas y saber ligar» —comentó en tono cómico—, y por parte de las comunidades educativas adultas, «incorporar una asignatura de educación sexual que se imparta desde edades tempranas y le gane terreno a Internet», terminó el experto.

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