Entrevista | Fernando Valladares Ecólogo

Fernando Valladares, ecólogo: «Asistimos a la destrucción de Ibiza en diferido»

«Ni siete ni uno: no tiene que haber ningún campo de golf en la isla. En Ibiza, para jugar con una pelota, que sea a la petanca, que se disputa en arena», señala el ecólogo, que ofrece aquí dos charlas

Fernando Valladares en una conferencia que impartió en Ibiza.

Fernando Valladares en una conferencia que impartió en Ibiza. / Toni Escobar

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Fermando Valladares, ecólogo especialista en cambio global e investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y doctor en biología, tiene, entre hoy y mañana, una apretada agenda en Ibiza: hoy, a las 17.30 horas, hablará sobre ‘La crisis medioambiental y social como oportunidad de cambio’ en la Biblioteca de Sant Jordi, dentro del ciclo de diálogos filosóficos del profesor Luis Orozco. Mañana, a las 19 horas, presentará el libro ‘La Recivilización. Desafíos, zancadillas y motivaciones para arreglar el mundo’ en la librería Sa Cultural de Vila. Y el sábado, de 11.30 a 13 horas, ofrecerá una charla en la sede de Podemos bajo el título ‘¿Qué le espera a la humanidad?’.

¿En qué consiste esa recivilización con la que titula su libro?

En volvernos a civilizar, en poner patas arriba la forma en que hemos acordado que funcionamos.

¿Nos hemos vuelto unos brutos?

De alguna manera, sí. Tenemos un sistema sanitario estupendo, pero se pone el negocio por encima de la salud de las personas. Y sólo dedicamos un 1% a prevenir y evitar que la gente entre en hospitales. Lo mismo sucede con el sistema educativo y con la crisis ambiental. Tenemos un montón de cosas que están muy entrelazadas y que tienen manifestaciones económicas y geopolíticas. Por ejemplo, ahora todos estamos asustados con lo que pasa con Rusia. En realidad, todo eso son meras manifestaciones, como las tractoradas, de que están saltando algunos remaches del sistema.

¿Señales como la de los 60 grados de sensación térmica que hubo la pasada semana en Río de Janeiro?

Son indicaciones de lo que los científicos denominamos los límites planetarios, nueve variables, como el cambio climático, la disponibilidad de agua, la contaminación, la temperatura… Son límites para nosotros, los humanos, pues con ellos nosotros no podremos vivir. Paradójicamente, somos los primeros en comprometerlos. Nos ponemos en riesgo y, encima, ni siquiera somos sanos y felices. El sur global tiene problemas serios de salud. El norte, también, pero de la salud mental, una gran plaga de ansiedad, depresión y de suicidios.

¿Quiénes ponen zancadillas?

El libro tiene dos partes centrales. Una son los desafíos por no hablar claro: pocas veces oyes decir claramente que privatizar la sanidad mata. Y como no hablamos claro es difícil que resolvamos desafíos importantes. Desgloso ocho grandes desafíos y todos resultan de no hablar claro. Y luego está la otra parte, la de las zancadillas, que son auto emboscadas, trampas que nos tendemos a nosotros mismos y que nos impiden avanzar. La ciencia, la tecnología, el conocimiento te dicen, por ahí, y la gente se agita en su sitio o va por otro lado, o los parlamentos o el sector privado toman decisiones que no encajan con lo que la ciencia recomienda. Me salen otras ocho zancadillas, como el negacionismo de las pandemias o del cambio climático, la presión del egoísmo, la hipocresía organizada, el postureo ambiental o greenwashing… Eso nos impide poner en marcha las bases de una nueva civilización, de una nueva manera de organizarnos.

La última vez que estuve en Ibiza, en 2022, tuve un debate dialéctico con Abel Matutes [Prats]. Él no planteaba un modelo de isla, sino hacer mucho dinero. Yo le dije que no se puede hacer mucho dinero de manera indefinida, y menos en una isla

¿Por qué cree que no se atiende a las advertencias de los científicos?

Como científico es una de las cosas que más veces me he preguntado. De momento, los únicos en relación con el cambio climático que van a la cárcel o con la amenaza de ir son los científicos. Eso es muy paradójico. La última vez que estuve en Ibiza, en 2022, tuve un debate dialéctico con Abel Matutes [Prats]. Él no planteaba un modelo de isla, sino hacer mucho dinero. Yo le dije que no se puede hacer mucho dinero de manera indefinida, y menos en una isla. Una isla debe llevar a un auto consumo, a más eficiencia. Primero se enfadó mucho, luego me insultó y más tarde me fue aceptando y se fue despidiendo amablemente del debate porque no está a la altura. No es un caso aislado porque el sector privado cree que es el impulsor de la sociedad y el creador de riqueza, todo ello basado en una leyenda urbana nunca demostrada de que si son ricos y les va bien a los de arriba, algo permea hacia los de abajo. Eso nunca se ha visto. Es más bien al revés.

El título de una de sus charlas utiliza aquello tan manido de que una crisis es «una oportunidad de cambio». También lo iba a ser el covid y ya ve.

El covid ha sido un revulsivo potente que ha puesto sobre la mesa lo vulnerables que somos. Nos ha hecho pensar que no somos tan poderosos como pensábamos. No aprenderemos a golpetazos, pero algunos, como este, nos han servido para, al menos, escarmentar. Las crisis sirven para reflexionar de una manera un poco más profunda. También soy consciente de que eso no provocará un cambio completo y que este vendrá cuando se sumen varios factores, entre otros una ciudadanía más informada y motivada para afrontar grandes desafíos. Estamos desmotivados, venimos de décadas de bienestar y de somnolencia de las que ahora nos es difícil despertar.

Estamos en una isla eminentemente turística. ¿Hay que controlar el turismo global o no pasa nada si todo sigue tal cual?

Las islas son un ejemplo experimental de lo que la humanidad tiene que hacer a gran escala. Ibiza no va a poder durar mucho si sigue así. Estamos asistiendo a su destrucción en diferido. No lo vemos ocurrir a tiempo real. Parece así que Ibiza puede seguir absorbiendo turistas y que si algún día falta agua, se resolverá con otra desaladora o trayendo barcos cargados de agua. En eso consistió la conversación que tuve con Matutes. Yo decía que no podía haber golfs aquí y él quería siete porque los buenos golfistas aspiran a tener un circuito. Ni siete ni uno: no tiene que haber ninguno aquí. En Ibiza, para jugar con una pelota, que sea a la petanca, que se disputa en arena. Eso es un ejemplo de lo que está ocurriendo en la actualidad, hechos que nos llevan a un suicidio climático. Y en una isla los límites están más próximos. Se está jugando con la sensibilidad. Mientras los niveles freáticos van a la baja hay quien piensa en regar campos de golf. Y te engañas a ti mismo pensando en que vas a reutilizar el agua. La solución pasa por cambiar este modelo de civilización.

Mientras los niveles freáticos van a la baja hay quien piensa en regar campos de golf. Y te engañas a ti mismo pensando en que vas a reutilizar el agua. La solución pasa por cambiar este modelo de civilización

Fernando Valladares

— Ecólogo

¿Usted es colapsista o posibilista?

Las dos cosas. Soy colapsista porque esta sociedad está colapsando y va a colapsar. Estamos llegando a un fin de ciclo. Pero no creo que sea ineludible ni que haya un solo tipo de colapso. Me empleo todos los días en que el colapso sea lo más llevadero posible, en evitar un gran colapso. Y en cuanto a lo de posibilista, soy totalmente optimista. Como científico busco razones verificables y generalizables de optimismo. Y las hay, las colecciono. Tengo un centenar. Mi próximo libro irá por ahí: las razones para ser optimista en un mundo en el que proliferan las malas noticias.

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