Empieza el robo de personal entre hoteles y bares en Ibiza: «Es una guerra de todos contra todos»

La restauración se queja de que la hotelería ya empieza a arrebatarles las plantillas ofreciendo sustanciales mejoras económicas y laborales: «No podemos competir con los hoteles», protestan

Un camarero sirve en una terraza de Vila en otra temporada turística. | J.A.RIERA

Un camarero sirve en una terraza de Vila en otra temporada turística. | J.A.RIERA / José Miguel L. Romeroj.m.l.r.

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

La temporada está a punto de empezar tal y como acabó la anterior, sin suficientes trabajadores cualificados. Sobre todo en la hostelería, donde se puja para completar plantillas y es habitual robarse personal entre alojamientos o entre bares y restaurantes. Además los hoteles, con mayor poderío económico, están arrebatando mano de obra a la restauración a golpe de talonario: «No podemos competir con ellos», se quejan los bares.

Es una batalla sin cuartel, con el cuchillo afilado, a degüello. En una isla donde la mano de obra es, desde hace unos años, un bien escaso y se cotiza al alza, la inminente temporada marca el inicio del robo sin miramientos de trabajadores en todos los sectores económicos, pero especialmente en la hostelería. Es «una guerra de todos contra todos», entre los mismos hoteleros, entre los mismos restauradores, que se arrebatan plantillas sin escrúpulos porque les va el negocio en ello. Y últimamente es la restauración una de las más afectadas, la más atracada. Sus principales enemigos son los hoteles, contra los que, debido a su poderío económico, poco pueden hacer los medianos y pequeños empresarios para retener a sus trabajadores.

Muchos camareros prefieren trabajar en hoteles para mejorar salario y condiciones. | J.A.RIERA

Muchos camareros prefieren trabajar en hoteles para mejorar salario y condiciones. | J.A.RIERA / José Miguel L. Romeroj.m.l.r.

«No podemos competir con los hoteles», señala una empresaria ibicenca a la que la hotelería ya ha tocado a su plantilla. Tiembla ante la posibilidad de que, a escasas semanas del inicio de la temporada, le hagan un roto en el personal que da servicio en un bar céntrico de Ibiza. Sus empleadas reciben últimamente ofertas «muy fuertes» de los hoteles, por lo que teme perder a varias camareras. Algunas ya le han dicho que seguirán con ella, sobre todo por los horarios, pero sabe que otras se lo están pensando.

Joan Roig, presidente de la Federación Empresarial de Restauración de la CAEB en Ibiza, señala que se trata de «un problema general que padece toda la restauración en este momento, agravado por la escasez de viviendas de alquiler a precios razonables». Como la empresaria citada, considera que «los hoteleros, al tener una mayor fuerza económica, pueden hacer frente a este reto porque tienen más posibilidades para dar alojamiento a sus empleados, mientras que para la restauración es más duro encontrar una solución, sobre todo para la pequeña y mediana empresa». El sobrecoste para las pymes «es brutal», asegura: «No pueden hacer frente a eso». Ahora, con el inicio de la temporada, «comienza la guerra. Suele pasar. En un momento de necesidad, si no puedes abrir todas las áreas de un hotel o de un restaurante, acudes a lo que puedas para poder dar el servicio».

Al mejor postor

Para este verano, Roig pronostica «una gran actividad económica, lo cual atraerá a muchos negocios nuevos que se establecerán en la isla... y que normalmente duran poco aquí», apostilla. Y eso dificultará aún más la complicada misión de completar plantillas, pues al hándicap de los pocos trabajadores existentes se suma que las empresas se los rifan. El mejor postor se los lleva. Los hoteles tienen las de ganar, aunque también las están pasando canutas: «Sé de empresas grandes —apunta Roig— que están buscando alojamientos para 200 empleados. El problema al que nos enfrentamos es muy enorme, incluso para las cadenas grandes. Aunque tengan alojamiento, no tienen suficiente para todos sus empleados».

El presidente de la Federación Empresarial de Restauración ibicenca de la CAEB confiesa que lleva desde 2015 «dando alojamiento a los empleados clave. Todo el año». Ha llegado a acondicionar hasta tres pisos para ellos: Ahora sólo tiene uno, que habitan entre cuatro y cinco empleados. «Es lo que hacen muchos empresarios, incluso medianos y pequeños», indica. En su caso, ese extra consta en el contrato que firman los trabajadores: «Pagan por la habitación un alquiler moderado, de 250 euros, gastos incluidos». No tiene más remedio porque, reconoce, «para los empleados es imposible hacerse cargo de los alquileres que les piden en esta isla: un piso de dos habitaciones se cotiza a entre 2.500 y 3.000 euros al mes. Y además tiene que haber detrás una empresa que les avale y a veces tienen que adelantar de seis meses a un año del alquiler. Si no, no hay piso».

«El momento más grave se producirá dentro de un mes, que es cuando empiezan a abrir la mayoría de hoteles», avisa Miguel Tur, vicepresidente de Restauración de la Pimeef: «Cuando comienzan las aperturas de temporada, los trabajadores suelen recibir muchas ofertas laborales. Si las hacen a personal contratado todo el año, lo que buscan es mejorar sus condiciones. En 2023, por ejemplo, a uno de mis trabajadores le dieron empleo debajo de su casa. Para venir a mi empresa tenía que hacer un desplazamiento de seis kilómetros, casi siempre con mucho tráfico en verano. Le ofrecieron un empleo con un sueldo similar al que ya tenía y lo cogió únicamente por estar junto a su casa. Lo entendí perfectamente».

El hotel cuenta con 270 habitaciones

Los hoteles tienen más herramientas para atraer trabajadores. / HP

Y ahora le ha ocurrido justo lo contrario: «En breve sumaremos una trabajadora de otra empresa. No la fui a robar. Me envió un currículo. Vi que encajaba muy bien y, además, vive al lado. Ella vive en Sant Antoni y trabajaba en Ibiza: quería un empleo cerca de su casa. En la entrevista me contó que no quiere perder cada día dos horas de tráfico yendo a Vila». Esa, asegura, es la tónica en el caso de los que, con empleo durante todo el año, cambian de trabajo: «Buscan mejorar sus condiciones laborales y poder conciliar el empleo con su vida familiar. Más en un sector como el de la hostelería, con unos horarios un poco malos».

Mercenarios

Cree Tur que, sobre todo, quien suele cambiar de empleo es quien viene a trabajar sólo durante la temporada: «Van al mejor postor. El que viene a trabajar a Ibiza seis o siete meses no mira un proyecto ni una estabilidad a largo plazo, sino ganar lo máximo posible. Por eso, las que tienen mayores problemas son esas empresas que trabajan con personal de temporada, pues el empleado busca la opción más rentable. Sólo mira la parte monetaria. En las que trabajan con personal contratado todo el año también se da, pero en menor medida».

También considera que quien tiene las de perder en esa lucha por robar empleados es la restauración: «Los hoteles tienen más herramientas para captar al personal que un restaurante, como la posibilidad de dar alojamiento. Me he encontrado con la intención de contratar a personas que, tras entrevistarse con hoteles, se quedaban con ellos porque les ofrecían una habitación. Era lo que más les convenía porque venían de temporada».

Ana Gordillo, presidenta de la Federación Hotelera pitiusa, no cree que su sector se dedique a robar expresamente trabajadores a la restauración, salvo casos puntuales. Considera, más bien, que sucede lo de siempre: que los hoteles intentan captar personal de otros hoteles para no quedarse cortos de plantilla: «Y la restauración, de la propia restauración», añade.

Imagende archivo de un hotel de ses Figueretes.

Imagende archivo de un hotel de ses Figueretes. / J. A. Riera

«Hay compañeros que me han comentado que lo están haciendo… y algunos restauradores que también hacen lo mismo. Esto es todos contra todos. Hay una pequeña guerra abierta», admite la ibicenca Alicia Reina, presidenta balear de la Asociación Española de Directores de Hoteles: «La figura del mercenario está cada vez más presente: busca las mejores condiciones, las que le da el mejor postor. Ya no hay fidelización».

Reina cuenta su experiencia: «Tengo la suerte de contar con trabajadores que repiten con nosotros porque no todo es cuestión de dinero, que también lo es, pero además valoran cómo se les trata, cómo les haces sentir, cómo los cuidas. Valoran que te preocupas por ellos para que tengan buenas condiciones, por ejemplo, un mejor horario (no partido) que les permita tener mejor vida personal y más descanso». Eso pesa casi tanto como que la restauración sea «muy sacrificada, con horarios partidos. Sus empleados ven la hotelería como un refugio ante esas condiciones». En ese sentido, reconoce que «una de las causas para que se produzca ese trasvase» de la restauración a la hotelería es que, además, les ofrecen formación para que se especialicen: «Tenemos más capacidad económica y recursos para dar esos cursos formativos. Eso les atrae porque ven que no se quedan estancados en un puesto de trabajo, sino que pueden evolucionar y promocionarse en la empresa». Aun así, la propia Reina mira de reojo a las cadenas, que tienen aún más armas. Por ejemplo, «las jornadas de talento que desarrollan Vibra o Palladium» para atraer trabajadores.

Reina asegura que «antes de coger a alguien activo en otra empresa» contacta con ese hotel. Quiere jugar limpio: «No quito a nadie sin preguntar primero. Otros los arrebatan sin miramientos ante una situación de necesidad. Todo vale». Porque incluso en el sector hotelero, al que desde la restauración culpan de agitar sus plantillas, se ponen continuas zancadillas: «Hay gente que empezó en febrero pensando que así se garantizaba la fidelidad de sus empleados, pero eso no es garantía de nada. Abres para eso, te comes los meses malos y luego se los quedan otros». Más de un hotel se ha llevado por eso un chasco los últimos años.

La escasez de vivienda, el origen del problema

«El robo de plantillas se da, sobre todo, entre restaurantes entre sí, y entre hoteles entre sí. Es todos contra todos», señala José Antonio Roselló, vicepresidente de la CAEB. «Los departamentos de personal hacen lo que pueden para aliviar la escasez de trabajadores, algo que ocurre en todos los ámbitos laborales de la isla. Es un problema generalizado que afecta a talleres, enfermeros, administrativos, obras…». El origen de todo este problema ya lo saben: la vivienda. «Puede haber cierta gran renuncia generalizada, pero en el caso de Ibiza se suma el factor propio de la falta de vivienda y de que, por esa razón, ya no llegan tantos trabajadores desde la Península».

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