Entrevista | Ana Castellví Educadora, socióloga y mediadora

Ana Castellví, educadora, mediadora y socióloga: «Hay que educar a los niños con una autoridad serena»

Alba Castellví ofrece la charla ‘Educar sin gritar’ en el Palacio de Congresos de Ibiza, en un acto que forma parte del ciclo ‘La aventura de educar en familia’ del Ayuntamiento de Santa Eulària

Castellví impartió la charla para padres ayer en Santa Eulària.

Castellví impartió la charla para padres ayer en Santa Eulària. / Vicent Mari

David Ventura

David Ventura

Dice el tópico de que los niños vienen sin manual de instrucciones, pero la educadora, socióloga y mediadora Ana Castellví está convencida de que es posible ofrecer a los padres herramientas útiles para afrontar este reto. Castellví expone pautas y estrategias para enfocar las relaciones entre padres e hijos a través de su canal de Youtube -con 442.000 seguidores-, en Facebook -3,5 millones de seguidores- o a través de libros como ‘Educar adolescentes’ o ‘Educar sin gritar’. Este último libro es el eje central de la charla que ayer viernes ofreció en el Palacio de Congresos de Ibiza, dentro del ciclo ‘La aventura de educar en familia’ promovido por el Ayuntamiento de Santa Eulària.

‘Educar sin gritar’. ¿No es una utopía? ¿Es posible?

Según el temperamento y la preparación de cada uno, puede ser posible. Si alguna vez se escapa algún grito, tampoco es tan grave. El problema es cuando gritamos sistemáticamente, o cuando lo hacemos porque no tenemos otras estrategias que funcionen.

¿Qué hacer cuando a un niño le dices mil veces una cosa y no te hace caso? Por ejemplo, lavarse los dientes. Hay ocasiones en que te llevan al límite y parece inevitable alzar la voz.

Si alguna vez soltamos un grito, mejor que sea corto y contundente. Si debemos alzar la voz porque sentimos que no tenemos otra alternativa para desbloquear una situación, mejor decir algo corto. Decir un ‘¡basta!’ de manera brusca pero breve, contundente. Mejor eso que no monólogo a gritos que no puedes más, que no hay manera, que es un desastre, etcétera. Si tenemos que utilizar la voz para cambiar el rumbo de una situación, no hay gritar más de tres palabras seguidas. Básicamente, porque es más efectivo.

¿La alternativa a los gritos sería el refuerzo positivo?

Funciona en los niños, conducen su conducta según lo positivo o negativo que obtienen a cambio. Yo no soy partidaria de los premios y los castigos, sino de las consecuencias lógicas de sus actos aplicadas con serenidad y consistencia, de manera que cuando hagan algo conveniente la consecuencia sea positiva, y a la inversa. Y esta consecuencia positiva puede ser un privilegio o simplemente un reconocimiento verbal o físico. A veces es suficiente con una sonrisa, una caricia, una palabra amable. Los humanos hacemos lo que hacemos porque buscamos el reconocimiento de los demás, por eso funciona el refuerzo positivo.

«Hay que educar a los niños con una autoridad serena»

La educadora Ana Castellví. / Vicent Marí

Si como padres reconocemos que hemos cometido un error, que nos hemos equivocado, ¿eso no socava nuestra autoridad?

Podemos reconocer tranquilamente que nos hemos equivocado porque de esta manera también les damos el ejemplo de que cuando alguien se equivoca, lo puede reconocer y no pasa nada. Pero debemos ir con cuidado y no abusar de esto, porque cuando nos equivocamos y lo reconocemos debemos procurar no volver a caer en el mismo error. Si abusamos de esto, el niño lo que aprende es que puede equivocarse tantas veces como quiera sin rectificar. Claramente, hay que poner la atención en que algo no vuelva a pasar. Por eso, los padres debemos dar ejemplo. No es pedir perdón en voz alta y ya está. No nos podemos pasar todo el día pidiendo disculpas. Debemos corregirnos, los padres también. Y ser ejemplo.

Se dice que hemos pasado del extremo de antes, en el que la educación era muy rígida, a una extrema permisividad. ¿La virtud está en el punto medio?

Estamos viviendo en un momento sociocultural en el que, respecto a la educación, hay mucha permisividad. Esto se ha producido porque venimos de una época de una rigidez excesiva, lo que ha provocado que ahora la disciplina tenga mala prensa. A día de hoy, ya podemos constatar que esta permisividad demasiado acusada está causando problemas a la hora de formar a los niños. Hay un consenso de que debe haber una revisión de algunas políticas familiares que consienten demasiado a los niños. Debemos encontrar un punto medio en el que los niños puedan educarse en una libertad responsable. Lo que intento con mis propuestas es encontrar este punto medio.

¿Cómo lograr este equilibrio?

A mí me gusta llamarlo ‘autoridad serena’. Hay que escuchar al niño, respetarlo, pero com un punto de firmeza que nos permita mantener la autoridad de forma serena. Mantener la autoridad como padres para educar a los niños es imprescindible. Autoridad, pero sin caer en el autoritarismo.

¿Cómo se construye una relación de confianza con los hijos?

Depende de cada edad. En la adolescencia, por ejemplo, para construir la confianza es importante la forma en la que los escuchamos. Hay escuchar sin interrumpir, sin juzgar, y dándoles nuestra opinión tan solo después de preguntarles si la quieren escuchar. También, para construir la confianza es importante que nosotros, los padres, hablemos de nuestras cosas con los hijos. No hay que pretender que la información circule solo en una sola dirección, si no que sepan también ellos de nosotros, cómo somos como personas.

A veces es complicado construir esta comunicación ya que, especialmente en la adolescencia, ven a los padres como símbolo de autoridad, como el enemigo.

Para construir esta comunicación y confianza es muy importante crear espacios compartidos. Por ejemplo, cuando es la hora de comer, cuando nos sentamos en la mesa, es importante que no hayan pantallas. Son espacios que dan lugar a conversaciones tranquilas. Por ejemplo, intentar hacer alguna actividad juntos. Que hayan espacios de encuentro. También es importante, sobre todo en la adolescencia, intentar establecer un punto de relación con sus amigos.

La vinculación que un adolescente establece con sus amigos es muy fuerte.

Efectivamente. En la adolescencia, muy a menudo confían más en los amigos y tienen más intimidad con ellos que no con sus padres, por eso es importante conocerlos. Aunque a estas edades puede parecer complicado, hay que intentar tener las puertas de casa abiertas para que sus amigos se encuentren cómodos.

El uso de las pantallas y el acceso a los teléfonos móviles es el gran debate. ¿A favor o en contra de que tengan móvil?

Te puedo hablar de mi experiencia. De todas las familias que llegan a mi consulta, no hay ninguna que no me diga que desde que su hijo tiene móvil, las relaciones han empeorado. Si decidimos que nuestro hijo puede tener un móvil, debe ser anticipando los problemas que esto puede comportar y tomando medidas preventivas. Ya tenemos la experiencia suficiente como para saber con claridad qué sucede cuando un adolescente tiene un teléfono móvil propio. Sabiéndolo, sería una irresponsabilidad no preverlo antes de darle un móvil a nuestro hijo.

¿Cuáles son las consecuencias negativas del abuso del teléfono móvil?

Caída del rendimiento académico; ansiedad a causa de la conexión constante en las redes sociales; la insatisfacción personal, especialmente en las chicas adolescentes respecto a su propio cuerpo. La inseguridad sobre aspectos de su vida en comparación con los otros. Y, sobre todo, un enorme consumo de su tiempo, centrado exclusivamente en el teléfono, un tiempo que dejan de emplear en otras actividades que son importantes para el desarrollo en su edad. Por lo tanto, como todo esto ya lo conocemos y lo vemos en el día a día, lo que hago es recomendar a los padres que lo tengan presente y tomen medidas. Que pacten con sus hijos las condiciones de uso del teléfono. De hecho, en mi libro ‘Educar adolescentes’ incluyo un contrato de uso del móvil.

El problema es que las herramientas educativas que nos servían en la infancia, ya no son útiles cuando llega la adolescencia.

Cuando nuestros hijos cambian en la adolescencia también debe cambiar nuestra manera de ejercer de padres. Ser padre te convierte en una persona muy creativa porque, efectivamente, lo que te conviene en una etapa después deja de funcionar y continuamente cambias de estrategias. Por tanto, creo que va muy bien formarse. Se puede aprender y para eso estamos profesionales como yo misma, que damos herramientas que existen y funcionan, pero que no se adquieren por ciencia infusa, sino que se tienen que buscar, leer, escuchar. Los niños no vienen con libro de instrucciones pero de este libro nos encargamos profesionales como yo, para ayudar a los padres.

¿Hay que educarles en la tolerancia a la frustración?

Si no has conocido la frustración, si no has conocido las dificultades, no valorarás la necesidad del esfuerzo o de la superación. Hay que darles a nuestros hijos la oportunidad no solo de que se equivoquen, sino de que tengan que esforzarse y persistir para conseguir algo. De que no se salgan con la suya siempre. Que entiendan que las cosas cuestan. Debemos empezar a hablarles de disciplina, de persistencia, de hábitos, de esfuerzo, de retos… y no caer en el error de darles demasiadas facilidades.

¿Es optimista respecto al futuro que les espera a nuestros hijos?

Me preocupa que el mercado trata a nuestros hijos solo como consumidores potenciales, y que cada vez el mercantilismo lo impregne todo. Por ejemplo, la tecnología que ponemos en sus manos está destinada a convertirlos en adictos y consumidores compulsivos. Pero soy optimista porque hace un par de años no nos preocupábamos por sus efectos sobre la educación, pero ahora sí. Por tanto, soy optimista.

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