La nueva vida de Frank y Norma lejos del mar de Ibiza

El matrimonio, que durante años regentó el bar Frankie’s de Cala Llonga, inicia una nueva vida en Boñar, un pueblo de León, tras marcharse de la isla en la que cada vez era más complicado vivir

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

Desde la barra de su nuevo bar Frank Mönch y Norma Pacheco ya no ven el mar. Pero sí las montañas. «Unas vistas preciosas», comenta Norma desde Boñar, en León, «muy cerca de los Picos de Europa», el lugar en el que el matrimonio afronta su nueva vida tras varias décadas viviendo en Ibiza. «Antes nuestro hogar estaba en Cala Llonga, ahora está Boñar», explica por teléfono desde el Comercial Ayoa, donde el próximo lunes a las ocho de la mañana abrirán las puertas de su nuevo negocio.

El 17 de noviembre abandonaron la isla tras la última temporada en el Frankie’s con la mirada puesta en su nuevo pueblo, que apenas ronda los 2.000 habitantes y donde, explican, les han recibido con cariño. Ya les conocían. Y es que los planes de Frank y Norma eran retirarse allí, donde en 2005 se habían comprado una casa, pero mucho más adelante, cuando se jubilaran. La pandemia, el cambio de prioridades que supuso, el final del contrato del local, los alquileres imposibles, la cada vez más complicada tarea de encontrar personal por el problema de la vivienda... lo precipitó todo. El momento de cambiar el mar Mediterráneo por las aguas del embalse del Porma llegó antes de lo esperado.

Frank, de un pueblo a pocos kilómetros de Colonia, llegó a Ibiza en 1993. Dedicado a la restauración desde ese momento, hace doce años montó el Frankie’s en Cala Llonga. Un local a pie de playa en el que servía cafés, bebidas, bocadillos, ensaladas y otros platos sencillos. Norma, argentina, llegó a la isla en el 2000 y, tras varios empleos, en los últimos diez años trabajó en el taller Euromaster.

Un cambio «radical»

A finales de septiembre, acabada ya prácticamente la temporada, la pareja anunciaba a sus clientes que en el verano de 2024 ya no abrirían las puertas del local. Frank lo comunicó en su Facebook, que se llenó de mensajes de pena y de buena suerte. La decisión estaba tomada. «El cambio era radical», reconoce Norma. El paisaje. La temperatura. El ritmo de vida. La concentración de gente. Boñar y Ibiza no pueden ser más diferentes. Y a pesar de eso, el amor que siente la pareja por ambos lugares es el mismo. «Nos han acogido muy bien. Es un pueblo muy bonito, a 45 kilómetros de los Picos de Europa. Tiene ferrocarril, un Instituto Erasmus...», enumera Norma.

La nueva vida de Frank y Norma lejos del mar

Una de sus últimas fotos en cala Llonga / arcivo personal

El nuevo bar que abrirán el lunes llevaba cerrado desde el año 2019. Su intención es trabajar con la población local, pero también quieren promocionar la zona, en la que, explican, se pueden hacer unas rutas de montaña fantásticas y disfrutar de unos paisajes increíbles. Visto ya desde allí reflexionan sobre la vida que llevaban en Ibiza: «La isla es preciosa, pero con tanto trabajo al final la vida resulta monótona, no tienes tiempo para disfrutar de ella, para todo lo bonito que tiene».

Su relación con el pueblo en el que ahora han montado su hogar viene de lejos, de 2005, durante un viaje por León. Ellos ya tenían en mente comprar una vivienda en la Península para cuando se jubilaran. Eran conscientes, por el rumbo que estaba tomando la isla, de que no podrían vivir aquí: «No era posible comprar nada en la isla, no puedes estar pagando 1.500 euros al mes de hipoteca. Además, imagina estar jubilados y teniendo que pagar alquiler en Ibiza». El tiempo que tuvieron que tener cerrado el bar durante la pandemia agotó sus ahorros. Así que decidieron mirar cómo estaba el tema de comprar una vivienda «en los pueblos más despoblados de España». Estaban seguros de que es donde sería más económico. Miraron en Galicia y Extremadura, pero su nuevo hogar lo encontraron durante unas vacaciones de dos semanas en León.

La nueva vida de Frank y Norma lejos del mar | FOTOS DE NORMA PACHECO Y FRANK MÖNCH

Vista general del pueblo de Boñar / Norma Pacheco

«Un señor de una inmobiliaria nos enseñó la casa. Nos gustó, pero había que hacerlo todo: el aislamiento, las ventanas, los cerramientos y el tejado», recuerda Norma, que está convencida de que si en ese momento no hubieran comprado la casa, ésta ahora no existiría: «Lo primero que tuvimos que arreglar fue el tejado para que no se viniera abajo». La han ido reformando y poniendo a su gusto poco a poco. Un trabajo que han ido haciendo desde que la compraron hace ahora 17 años, recuerda la pareja mientras acaba de ultimar los trámites y las gestiones para la inminente apertura de su nuevo bar.

Revitalizar el pueblo

En Ibiza abrían el Frankie’s para la temporada. Unos siete u ocho meses al año. Allí, en Boñar, tendrán abierto todo el año. Desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde, más o menos. Además, pasarán de atender principalmente a turistas a ver la cara cada día a gente del pueblo, trabajadores de la zona y personas de paso, que acudan al centro comercial, especializado en materiales de construcción, a comprar. «Aquí al lado hay una tienda de embutidos y también una carpintería», comenta Norma, que tiene la galería del móvil repleta de imponentes paisajes del Alto Porma. En los selfies que, de vez en cuando, se hace la pareja, el fondo ya no son la arena y el mar de Cala Llonga sino el manto verde y las montañas de Boñar.

Ambos están ya completamente integrados en la zona. Se han apuntado a actividades como gimnasia, el club de lectura de la biblioteca o yoga. Clases, estas últimas, que son muy diferentes a las de la isla: «Allí podías elegir nivel: principiante, avanzado... Aquí vamos todos juntos». La intención de la pareja, al mudarse y reabrir el bar del centro comercial cerrado hace cinco años es colaborar en la revitalización del pueblo, en su reactivación económica. «Boñar necesita gente joven», clama Norma, que explica que en los colegios de pueblos como el ahora suyo hay «poquitos niños». «Igual hay quince en una clase», indica.

La nueva vida de Frank y Norma lejos del mar

Interior del bar Ayoa que Frank y Norma inauguran el lunes. / N. Pacheco

El principal cambio que han notado en sus vidas desde que se mudaron al pueblo a mediados de noviembre del año pasado es «el ritmo». Y la forma de gestionar los inconvenientes del día a día: «Aquí, si está nevando y no llega el autobús o el pan la gente no monta un follón. En Ibiza faltan unas piezas para una reparación y explícale a un inglés que por muchos millones que tenga llegan en barco, no en avión, y que no las va a tener de forma inmediata. Verás la que te monta».

Aunque en Boñar son muy felices, echan algunas cosas de menos de su vida en la isla. Norma extraña el sol. La luz de la isla. No le importa la temperatura, pero sí añora el sol. También, confiesa, toda la gente, los clientes, a los que veían verano tras verano en el Frankie’s. Personas que ya formaban parte de su vida y a los que saben que, salvo una casualidad o a que el mundo sea aún un pañuelo mucho más pequeño de lo que piensan, se dejen caer por su bar de Boñar, desde el que no ven el mar, pero sí unas montañas impresionantes.

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