Transporte en Ibiza

Se buscan taxistas desesperadamente en Ibiza

El Consistorio de Ibiza examina a 75 candidatos que quieren obtener el carné de conductor de autotaxi: muchos ya llegan a la prueba con la garantía de que tendrán trabajo en cuanto aprueben

Inicio del examen.

Inicio del examen. / Marcelo Sastre

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

«¿Vienes al examen, quieres ser taxista?». Un hombre, ya jubilado, según cuenta poco después, sale al paso de este redactor en cuanto accede al Recinto Ferial, donde se celebran, desde las nueve de la mañana, las pruebas de aptitud para la obtención del permiso municipal de conductor de autotaxi del Ayuntamiento de Ibiza. Se interpone en su camino y en el de todos los que llegan. Si contestan afirmativamente, les entrega una hojita con su número de móvil. Él les pide el suyo. Busca desesperadamente taxistas. Necesita dos chóferes: «Son para mi hija», que tiene una licencia temporal, de las que funcionan únicamente durante la época estival. Con esos dos empleados podrá cubrir las 24 horas del día, ocho por cada turno, y obtener así más rendimiento.

Pero «no es fácil», asegura el padre de la taxista, que en invierno es asalariada de un vehículo con licencia para recorrer las carreteras de la isla todo el año. «Es muy difícil encontrarlos», afirma. Dar con uno disponible es casi una lotería. Se los quitan de las manos, se puja por ellos.

«Ya sabes, el precio del alquiler, de la vida… esto es Ibiza», explica sobre las razones para que sea tan complicado hallar unicornios. Vamos, lo mismo que sucede con todos los oficios desde hace unos años. Nada nuevo, ya es endémico. ¿Y él no puede ayudar a su hija? «Yo estoy jubilado, ya le echo una mano buscando chóferes».

Turno de noche

Aborda a un aspirante que se dirige a paso firme hacia el aula del examen, uno de los 75 candidatos —incluido el exedil de Podemos y bestia negra del sector durante dos mandatos Aitor Morrás— que se presentan. De ellos, 42 son hombres y 33, mujeres. Pero el joven no le coge el papel con su número de teléfono que le tiende, pues ya tiene «hablado» con un propietario ponerse al volante de un taxi en el caso de que apruebe: «Sí, ya sé que lo de los chóferes está complicado», responde al insistente progenitor de la taxista. Lo ha «apalabrado» con un taxista de Santa Eulària, otro desesperado que busca bajo las piedras conductores con licencia: «En un foro de Whatsapp de Ibiza, ayer vi que buscaban a ocho», explica. La mayoría son para cubrir el turno de noche, el que casi nadie quiere, el de las largas colas a la salida de las discotecas, el de las vomitonas y los clientes pasados de todo: «La noche… La noche es complicada», admite el candidato, que pese a todo aceptó ese turno en cuanto se lo propusieron… si aprueba, claro: «Por eso no he tenido problemas para encontrar ya trabajo, porque nadie quiere conducir a esas horas. De momento, yo ya tengo un taxi guardado para mí».

Lo ha «apalabrado» con un taxista de Santa Eulària, otro desesperado que busca bajo las piedras conductores con licencia: «En un foro de Whatsapp de Ibiza, ayer vi que buscaban a ocho»

Quien sí recoge y guarda el papelito que le tiende el padre que busca unicornios es una mujer que trabaja de camarera: «Ya tengo una edad, quiero abrirme a otros campos porque vivir de la hostelería no dura toda la vida». También ha hablado ya con algunos «conocidos» que tienen taxis o que son primos del amigo del vecino del cuñado de un taxista, «pero nada seguro». Va «nerviosa al examen» de catalán: «Dicen que es difícil», comenta con acento plateño.

«Medio apalabrado»

El padre corajudo tampoco tiene éxito con otro candidato: «Un primo que tiene un taxi ya me ha facilitado contactar con un amiguete suyo. Lo tengo medio apalabrado». Si aprueba. No es el único profesional del sector que le ha tentado, «ha habido otros», admite. Se los rifan. Es conductor de un camión de la basura en Vila. Pone cara de agobio al recordar lo que es transitar con un trasto de esas dimensiones por las calles de la ciudad: «No está pagado». De taxista espera sacar «mucho más dinero» y sufrir menos, porque «no es igual circular con un turismo». Y si le toca de noche, sin problemas: ahora trabaja de tres de la madrugada a once de la mañana. Se ha tomado el día libre para el examen.

No es la primera vez para algunos. Es el caso de un joven que se presentó y aprobó las pruebas de Sant Josep que tuvieron lugar en 2023: «Pero no conseguí trabajo. Es que aprobaron 500 y no había plazas para todo el mundo», se queja. Camarero de un hotel de lujo de Platja d’en Bossa, quiere trabajar como taxista porque está seguro de que ganará más dinero, mucho más. Como los anteriores, tiene plaza asegurada incluso antes de examinarse: «Tengo familia y amigos aquí, en Vila, que ya me han propuesto trabajar con ellos. Ya está hablado».

Alejandro Cardell gesticula en presencia del edil Rubén Sousa.

Alejandro Cardell gesticula en presencia del edil Rubén Sousa. / Marcelo Sastre

«Son pocos»

A las primeras pruebas, las de catalán, se presentan la mitad de los 75 inscritos (los que ya tienen el B1 no necesitan pasar por ese trámite). Se inscribieron 23 más, pero fueron descartados porque no reunían los requisitos, explica Rubén Sousa, edil de Transporte Público del Ayuntamiento de Ibiza, durante una rueda de prensa a las puertas de la sala donde se celebra el primer examen, al que una hora más tarde seguirá el ejercicio de inglés y, ya por la tarde, la prueba básica general para obtener el permiso municipal de conducir.

Sousa, que recuerda que en 2023 se presentaron 300 al examen de Vila, desconoce por qué hay menos personas en esta edición. Quizás, piensa a bote pronto, porque ya se cubrió la demanda entonces, aunque es consciente de que los taxistas (los fijos) deben «reforzar el personal» tras anularse la obligación del día libre. En total, detalla, hay 314 licencias en el municipio de Ibiza: 151 son fijos y 163, temporales.

—Son pocos.

Se lo suelta a Sousa a la cara, sin anestesia, el presidente de la Asociación de Taxistas Autónomos de la ciudad de Ibiza, la mayoritaria, Alejandro Cardell Roig, que está presente en las pruebas: «Es necesario otro examen», le sugiere al edil de Transporte Público. «Deberíais eliminar la caducidad», añade durante una breve conversación. Se refiere a que el permiso que obtienen quienes aprueban el examen sólo tiene una validez de cinco años. Basta con que trabajen el equivalente a 24 meses para que puedan renovarlo.

—Claro —responde Sousa—, es que tú eres de los antiguos y nunca te caduca.

—Yo lo que quiero es tener a gente residente con carné.

—¿Y qué fue de los 300 [que se examinaron] del año pasado? ¿Qué habéis hecho con ellos? —pregunta el concejal, al que no se nota cómodo en ese toma y daca improvisado.

—Siempre hay una criba. Muchos aprueban, pero no trabajan luego porque sólo quieren tener el permiso, por si acaso.

Entrada a la sala donde se celebraron las pruebas.

Entrada a la sala donde se celebraron las pruebas. / Marcelo Sastre

«Nos gustaría que hubiera más candidatos para poder elegir. Hay muchos taxis. No estaría de más otro examen antes del verano. Hace falta gente», explica a los periodistas segundos después de acabado su diálogo con Sousa, pero mirando fijamente a este cuando insiste en la necesidad de una prueba más, que el edil no tiene claro. Sousa no rechina los dientes cuando oye hablar de esa posibilidad, pero casi. «Sí, hace un año se presentaron 300 para obtener el carné, pero no para trabajar inmediatamente, sino sólo para disponer de ese permiso, para tener el carné. Por eso pedimos al Consistorio que no caduquen. Da pereza que expire y que te tengas que volver a presentar cinco años después», recalca Cardell, que mira de reojo a Sousa. De esa manera, explica, «habría una bolsa creciente de posibles conductores, que es lo que interesa, y no una decreciente como la actual, que aumenta cuando hay un examen pero que se va desinflando conforme caducan los carnés».

«No hacen falta más licencias»

El presidente de los taxistas autónomos señala que hay «cerca de 900 licencias de taxis en toda la isla». Primero califica ese número de «brutal», luego de «respetable», que no es lo mismo. «No hacen falta más», responde cuando se le insta a aclarar si es brutal o respetable. Que en pleno estío se vean largas colas de clientes en el aeropuerto, a la salida de las discotecas o en las avenidas de la ciudad es una ilusión óptica, a su juicio, pues enseguida «corren», se despejan en cosa de minutos, máximo un cuarto de hora, afirma.

Conclusión: «No hacen falta más», insiste. «No nos cerramos a que haya más, pero hay que hablarlo, con números y datos», indica. «Alguno más podremos meter, ¿no?», le pregunta Sousa, que sigue allí, a la escucha. Su preguntra da una idea de las intenciones futuras del Consistorio, de la misma manera que por la cara de Cardell es fácil imaginar que habrá batalla.

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