Agricultura

Las temperaturas tórridas, «un hachazo» para los almendros de Ibiza: «Están acabados»

La cosecha de almendra, en mínimos históricos: la Cooperativa de Sant Antoni sólo recibe 3.500 kilos esta temporada, mientras Can Correu lleva ya dos años sin recibir ni un kilo de los agricultores de Sant Carles

Almendros de Corona en la etapa de floración.

Almendros de Corona en la etapa de floración. / D.I.

La producción de almendra en Eivissa ha tocado fondo. Almacenes y cooperativas apenas reciben ya este producto, en buena parte debido al extremo calor que ha azotado la isla los últimos dos años y que llegó a despistar tanto a este frutal en octubre y noviembre de 2022 que, insólitamente, muchos ejemplares florecieron durante esos meses.

«No es que reciba poca almendra. Es que ya no me llega nada», cuenta Pere Marí, de Can Correu. Lo nunca visto desde que su padre abrió el almacén en los años 50, que él gestiona desde 1976: «Hace dos años no me entra ni una almendra». Desde hace décadas, los payeses de la zona de Sant Carles, donde hay plantados buena parte de los almendros de la isla, llevan a su almacén todo el fruto que recogen —que es nada desde 2021— para ser vendido luego en la Península. «De algarroba llego a casi las 1.000 toneladas anuales. De almendra, antes recogía unas 80 o 90 toneladas cada campaña. Pero desde hace dos años, ni un kilo», lamenta.

Menciona varias razones que, a su juicio, explican este declive: «Una es el precio, pues están muy baratas, y otra es que el 80 o el 90% de los árboles se han muerto. Muertos por enfermedad, por falta de agua, por la sequía, por el calor extremo y por el mal cuidado. Todo ayuda».

Precios muy baratos

Desde hace cinco años «los precios de la almendra son muy baratos. Por eso, la gente ha dejado de cogerla. Y no hay nada peor que eso para un árbol: que no recojas sus frutos ni lo cuides. Y sin cuidado y al escasear el agua, han cogido muchas enfermedades». En la zona de Sant Carles, recuerda, había antes mucha almendra: «Ya no. Muchos árboles han sido arrancados con máquinas. Y los que no, se ve que están completamente muertos. Secos».

Luego está el asunto del relevo generacional: «La mayor parte de los payeses, por su edad, ya no pueden cuidarlos. Otros muchos han muerto. Los jóvenes trabajan en otras cosas porque este sector no es productivo, de manera que han abandonado su cultivo. Los árboles, en estas circunstancias, se han ido secando y muriendo».

Almendros en flor cerca de Benimussa

Almendros en flor cerca de Benimussa / J.A. Riera

«Es muy triste —indica Pere Marí—, sobre todo porque en la zona de Sant Carles había un tipo especial de almendra, la mollareta, muy blandita, cuya cáscara era muy fácil de pelar con los dedos. De esa ya no queda nada. No creo que queden ni 10 árboles de esa variedad».

Josep Lluís Joan, técnico de Promoción de la Calidad Agroalimentaria del Consell de Eivissa, explica que esa clase de almendra se llama mollar de torça, «por poderlas abrir con los dedos, torçant». En otros lugares de Eivissa recibe otro nombre: «En principio son variedades diferentes: mollarica, mollareta, fulla de paper… De col hay una payesa, pero de almendra, en cada zona (Corona, el sur, Sant Carles…) han sacado su propia variedad», indica.

«A perro viejo»

En Can Marines conservan esa tipología, que tiene una forma distinta al resto. Aún tienen que extraer su genética para completar un estudio sobre los diferentes tipos de almendras que hay en la isla: «Es una almendrita pequeña, que se abre con los dedos. A la gente de aquí le gusta mucho. Una vez llevamos varias clases a la fiesta de la almendra en Corona. Pusimos de estas pequeñas y conforme pasaba la gente mayor, no quedaba ni una porque son las que más les gusta. Tienen muy buen sabor».

Joan también considera que la pésima cosecha se debe, esencialmente, a las elevadas temperaturas: «En Corona ha pasado lo mismo que en Sant Carles. Hablas con los payeses de Santa Agnès y todos dicen lo mismo: las temperaturas tórridas han acabado con los árboles viejos. Ha sido drástico. Estos dos últimos años han sido un hachazo para los almendros por ese calor tan intenso, que quizás ha acelerado un proceso que se estaba produciendo poco a poco desde hace casi una década».

A su juicio, «los almendros viejos están acabados. Es un cúmulo, aquello de a perro viejo todo son pulgas. Son árboles que ya están fuera de su ciclo de vida». No son «tan robustos como los algarrobos, que aguantan más, que son más rústicos. El almendro necesita un mínimo de cuidados: que el suelo esté bien, que de tanto en tanto le den comida…».

La gente se piensa que labrando y labrando les ayudan, pero lo único que hacen así es eliminar la materia orgánica e, incluso,cortar a veces las raíces, lo que es incluso peor porque por allí les entran las enfermedades», avisa Joan. La xilella no ha sido la principal enfermedad que han sufrido: «Hubo casos, pero no tantos como en el olivo, donde afectó mucho más».

Pero insiste en que, «más que causa», las enfermedades que lastran los almendros de Eivissa son «la consecuencia» de que «están muy envejecidos. Lo pillan todo por viejos y, encima, hace mucho calor y llueve poco. Resultado: el árbol no aguanta».

De 68 toneladas en 2012 a 3.500 kilos este año

Como dice Josep Lluís Joan, no sólo la zona de Sant Carles está afectada. Juan Antonio Prats, gerente de la Cooperativa de Sant Antoni, ya avisó hace un mes a este diario de que la cosecha de este año sería un desastre: «Apenas han traído almendras. Y eso que intentamos pagarla más cara de como está en el mercado para animar un poco al agricultor a recogerla. La poca que nos traen es para consumo local». En 2012 su producción alcanzó las 68 toneladas. En 2021 sólo se recogieron 17 toneladas. En 2022, siete. Este año, la mitad, 3.500 kilos.

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