sanidad u cáncer

Empieza la batalla: Superlinfocitos contra tumor

Los expertos en terapia CAR-T del Hospital Son Espases confían en que en breve este tratamiento pueda aplicarse en etapas más precoces del cáncer 

Ana Oliver, Albert Pérez y Antonio Manuel Gutiérrez, médicos de Hematología de Son Espases.

Ana Oliver, Albert Pérez y Antonio Manuel Gutiérrez, médicos de Hematología de Son Espases. / HUSE

Superlinfocitos. Extremadamente listos y entrenados. Capaces de, una vez en el cuerpo de un enfermo de determinados tipos de cáncer (por el momento algunas leucemias y linfomas), atacar directamente a la células tumorales. Sólo a las células tumorales. Los linfocitos se extraen del paciente y, tras unas semanas de intenso entrenamiento en una fábrica de terapia celular, se le devuelven convertidos en superlinfocitos capaces de atacar su tumor.

Son listos, son fuertes (están mazados, vaya) y no son kamikazes. Atacan al tumor pero siguen vivitos y coleando en el cuerpo del enfermo. Multiplicándose, si todo va bien, para que el cáncer no vuelva a hacer de las suyas. Eso sí, aunque son tan listos que no afectan a las demás células, sólo a las cancerígenas, su entrada en el organismo del paciente supone toda una revolución. El cuerpo, sorprendido, reacciona tratando de adaptarse a este cambio del sistena inmune que llega pisando fuerte. Como la fiebre cuando los anticuerpos luchan contra cualquier infección. Pero a lo bestia.

«¿Qué está pasando aquí?»

El sistema cardiovascular, el respiratorio y el neurológico pueden alterarse cuando los nuevos linfocitos empiezan a actuar (atacan al CD19, un antígeno que expresan determinados tumores). Caen las primeras víctimas. Las células tumorales masacradas. Y el cuerpo entero preguntándose «¿qué está pasando aquí?». «Es que, en cierta manera, la destrucción de esas células conlleva una reacción del cuerpo, es lo que se conoce como liberación de citocinas [unas proteínas], que desestabilizan un poco», confirma la jefa del servicio de Hematología del Hospital Son Espases, en Mallorca, responsable de la terapia CAR-T que se ha comenzado a aplicar íntegramente en el centro de referencia de la Comunitat.

Y todo eso por algo que, visto desde fuera, no parece gran cosa. En realidad, al paciente se le infunde una cantidad «no muy grande» de estos linfocitos modificados genéticamente. «Pasa como con el trasplante de médula, que la gente cree que va a ser una infusión de litros de sangre. Y no, es poquita cantidad porque en ese caso, tras procesar la sangre te quedas con las células madre, con las semillas, y la cantidad es pequeña», comenta la especialista. Además, esos combatientes se devuelven al cuerpo de una única vez, a través de una «vía intravenosa periférica». Es decir, como un suero.

Antònia Sampol, jefa del servicio de Hematología de Son Espases, en el hospital.  | HUSE

Antònia Sampol, jefa del servicio de Hematología de Son Espases, en el hospital. / HUSE

Listos, fuertes, no kamikazes «y perseverantes». Porque su trabajo no es labor de un día. La misión es larga. Deben llegar al cuerpo, localizar el tumor, empezar a luchar contra él y ponerse cómodos. Porque el objetivo es que no abandonen al paciente. Deben colonizar su cuerpo para mantener una «vigilancia inmunológica» y que el tumor no vuelva a aparecer.

La posibilidad de la terapia CAR-T se presenta a los enfermos como una esperanza. Han pasado por otros tratamientos. Duros. Y todo para nada, porque su enfermedad avanza, porque su vida peligra. Y entonces, tras analizar el caso en el comité de CAR-T de Balears (en el que hay representantes de todos los hospitales públicos de la isla), aparece esta nueva frontera terapéutica. «Lo agradecen», indica Sampol. «En oncología es duro. Por desgracia no curamos a todos los pacientes, que es lo que desearíamos, porque hay cosas que escapan a los tratamientos de los que disponemos. Tener nuevas herramientas es muy importante», continúa la experta, que confía en que pronto esta terapia pueda comenzar a aplicarse no sólo en pacientes con otro tipo de tumores —«está a punto de aprobarse para mieloma múltiple, hay un CAR-T del Hospital Clínic de Barcelona que está en el proceso y varios comerciales pendientes de la Agencia Española del Medicamento»— sino también en fases más precoces de la enfermedad. Antes, incluso, de otros tratamientos con más efectos adversos. «Cuando dispones de nuevos fármacos siempre se empieza por las fases avanzadas de la enfermedad y, cuando se ve que son efectivos, se va avanzando a líneas previas y a etapas más precoces para poder ser más efectivos», justifica.

Aplicación en etapas precoces

«Ofrecer algo más que lo que tenemos ahora siempre es una esperanza para los pacientes oncológicos. Creen que no hay nada más tras la quimioterapia o la inmunoterapia farmacológica y tener una luz por donde escapar al destino, si podemos decirlo así, a la evolución del tumor, es un avance», reflexiona la especialista quien, sin embargo, reconoce que esta esperanzadora terapia no siempre funciona. A veces, incluso, hay que dar marcha atrás a medio camino. Los linfocitos del paciente llegan a la fábrica de terapia celular y no hay manera de que se expandan. O puede que el paciente se encuentre en una fase tan avanzada del cáncer que no pueda esperar esas semanas que tardan en modificarlos genéticamente. «Y a veces no puedes contener la evolución de la enfermedad. El paciente ha recibido muchos tratamientos previos y todo falla», lamenta.

De hecho, el objetivo es poder aplicarla mucho antes, cuando ya se ve que los tratamientos más convencionales no están dando los resultados esperados: «No esperar a haber agotado las herramientas. Curar la enfermedad con una única infusión y no tener que seguir después con más tratamientos».

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