alojamiento turístico u minicasas

Turistas en Ibiza y Formentera: entre la chabola y la minicasa deluxe

Una quincena de alojamientos turísticos de las Pitiüses entre las «minicasas’ de Airbnb, tres de ellas en Formentera

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

Todo entra en el concepto de minicasa. Desde una chabola a otras con muebles de teca, lámparas de araña y piscina. Son los dos tipos más extremos de alojamientos turísticos que se pueden encontrar en las Pitiusas en el apartado de «minicasas» de Airbnb, una de las nuevas pestañas de búsqueda con las que cuenta la plataforma. Un filtro de búsqueda que, en el caso de Ibiza, no sirve tanto para definir una casa pequeña como para esconder algunas infraviviendas que se venden como estancias turísticas bajo el paraguas de los grandes tópicos de la isla: la energía, la luz, la Ibiza de siempre, el estilo antiguo, la magia, el contacto con la naturaleza, la vida básica... Eso sí, servicios y comodidades las mínimas, pero los precios, como es habitual, en máximos históricos. Para hacerse una idea: dormir en una antigua sala de calderas sin ventilación en el norte de la isla cuesta 106 euros la noche, 180 en una cabaña de menos de 25 metros cuadrados cerca de sa Caleta o 75 en una auténtica chabola perdida en mitad de la nada cuyo techo es una sombrilla.

Turistas entre la chabola y la minicasa deluxe |

Vista exterior de la minicasa más cara de Formentera, junto a s’Estany des Peix. / Airbnb

En el total de las Pitiusas aparecen una quincena de «minicasas», todas ellas en Ibiza salvo tres ubicadas en Formentera. Estas tres, aunque de tamaño reducido, eso sí, son viviendas reales. Con sus paredes y sus techos de obra. La minicasa formenterense más económica se encuentra en es Caló y dormir en ella cuesta 115 euros la noche. Apenas tiene fechas libres este verano y el propietario ya advierte de que hay otros bungalós alrededor. Cerca de 150 euros cuesta una que se ubica en es Pujols. Aunque en el anuncio no se detalla el número de licencia, el anfitrión advierte de que cobrará 2,2 euros en concepto de ecotasa. Y otros 55 por la limpieza si los huéspedes se quedan menos de una semana. Casi 200 euros (182) es la tarifa de la pernocta en la minicasa más cara de la isla, ubicada junto a s’Estany des Peix. Aunque se supone que sólo caben dos personas, el anfitrión señala que se acepta una persona más por 35 euros la noche.

La relativa normalidad de las minicasas se acaba al cruzar es Freus hacia el norte. «Cabaña hexagonal rural muy sencilla», es la definición del anfitrión de lo que, a todas luces, es una chabola. Hexagonal porque las paredes las forman seis paneles de diferentes materiales que parecen recogidos de aquí y de allá. Y cabaña porque el techo es una sombrilla. No hay cobertura de móvil y la potencia de la luz es de 12 voltios, lo justo para cargar el móvil, advierte el anfitrión de esta infravivienda en la que sólo puede dormir una persona por 33 euros la noche. El baño es de compost y la ubicación es secreta hasta que se llega a la isla, aunque el mapa que incluye el perfil del anuncio lo sitúa cerca del Torrent d’en Capità. Un alojamiento que no cumple ni las más mínimas medidas de seguridad y contra el que nadie ha actuado.

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Una vieja conocida, la chabola que hace años que se comercializa «en una zona forestal protegida». / Airbnb

«Mortal en Alemania»

Varios de quienes se han alojado en esta infravivienda en sus comentarios dejan constancia de ello. «Cabaña inutilizable», «cubierta con un plástico arrugado y una lona de camión destartalada» en «una propiedad llena de basura», relata un turista alemán que continúa: «La instalación de gas de la cocina exterior se clasificaría como potencialmente mortal en Alemania». En el mismo solar, que el anfitrión califica como «zona forestal protegida», este hombre explota turísticamente otras dos infraviviendas, una que vende como «un paraíso de paz y silencio» y «estilo antiguo de Ibiza» y por la que cobra 78 euros por noche y otra «para aquellos que buscan la naturaleza» por la que pide 74 euros por día. El día que están alquiladas estas tres chozas que incumplen cualquier condición de salubridad y seguridad le rentan a este individuo 185 euros. El anfitrión tiene el cuajo de calificar tanto el váter (sólo para pipí, advierte), como la tétrica entrada de una de las casas como «de hobbit». Seguro que hay rincones en Mordor que no dan tanto miedo. En todo momento, el anfitrión pide a quien plantee alojarse en sus tres propiedades que se fije en las fotos y en los comentarios.

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El baño, únicamente para pipí, de una de las infraviviendas del Torrent d’en Capità. / Airbnb

No es el único clásico de la isla que se esconde bajo las alas del concepto «minicasa». Entre ellos se encuentran también, en el norte de la isla, las bautizadas como ‘El Cubo’ y ‘La Cárcel’, ubicados en un retiro de yoga cuya propietaria explota un total de 14 alquileres turísticos en la misma finca, bastante concurrida, por los que obtiene unos 2.000 euros diarios. Eso sin contar los posibles extras que contraten los inquilinos: diez euros de depósito por la llave, otros diez por el desayuno, cinco por una lavadora (sólo lavar, entregan la ropa mojada para que los huéspedes se la cuelguen), diez euros extra al día por alojarse con una mascota, también diez diarios si se necesita un ventilador o un calefactor, entre diez y cien euros por persona por llegar o salir antes o después de las horas establecidas, 25 euros por dos horas de yoga, 50 por desayuno con clase de yoga y comida... Hace unos veranos, el Ayuntamiento de Sant Joan tuvo que retirar de la finca un viejo autobús, varias tiendas de campaña y tipis y hamacas que se comerciaban como alquiler turístico.

«Habitación privada y básica», define la anfitriona, que detalla que se trata de la antigua casa del jardinero. Dormir aquí, compartiendo baño cuesta cerca de 200 euros la noche en verano (170 más 27 de limpieza). Algo más que hacerlo en ‘La Cárcel’, «nombrada la cárcel porque parece una», reconoce la anfitriona sobre este antiguo cuarto de calderas «para aquellos a quienes no les importan los lugares pequeños, tienen un presupuesto ajustado pero quieren su propio espacio». Y tan pequeño. Sólo hay que ver las fotos. La puerta, una reja, no se puede abrir del todo porque choca con la cama, que no es precisamente king size. Pues bien, dormir en este claustrofóbico espacio (bastante demandado) cuesta 58 euros por noche este mes, la friolera de 106 el que viene y hasta 131 a principios de octubre.

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Puerta del alojamiento bautizado como ‘La Cárcel’, en una finca del norte de la isla en la que la anfitriona gestiona 14 alojamientos turísticos. / Airbnb

Entre las minicasas de la isla de Ibiza se encuentra una autocaravana instalada en el camping de Cala Nova. «Todavía emana el ambiente relajado de Ibiza», explica la anfitriona, que detalla que a la tarifa, 143 euros por noche en las pocas fechas disponibles que quedan. se cobran 15 euros diarios extra por adulto de más y 10 euros por niño.

Lujo en pequeño formato

Algunos gestores de estos minialojamientos prefieren no dar mucha información sobre ellos. «Ponte en contacto conmigo por mensaje privado antes de enviar una solicitud de reserva », exige la anfitriona de ‘La Finca’, ubicada en Sant Joan. Una casita de la que hay 40 fotografías, pero de la que apenas se dan detalles, lo que no es obstáculo para comercializarla. No tiene fechas libres hasta octubre.

Pero no todo son cutreces en el apartado «minicasas». Entre la docena que se ofrecen en Ibiza destacan dos por su precio (más de 300 euros por noche) y su aspecto lujoso. La más exclusiva es la bautizada como ‘Surf House’, en Sant Josep. A pesar de sus reducidas dimensiones cuenta con chill out exterior, puertas de madera de teca y la posibilidad de usar la piscina. Tiene licencia turística, detalla el anfitrión, que señala que él y su madre viven en otra casa en la misma finca, de 15.000 metros. Alojarse en ella (es difícil encontrar fechas disponibles) cuesta 397 euros la noche en junio. Los propietarios cobran extras por otros servicios: 150 euros por la limpieza, 45 por encontrarse la nevera llena, 90 por traslado al o desde el aeropuerto y 80 por una cuna.

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Vista cenital de la minicasa que se alquila en Cala Pada. / Airbnb

«Adecuado para parejas que buscan tranquilidad, privacidad y ganas de descubrir otra cara de Ibiza». Así definen una minicasa con piscina cercana a Cala Pada, en una finca en la que hay otras viviendas, en la que alojarse cuesta 320 euros.

Especialmente cuquis son las dos cabañas «en plena montaña» que alquila un mismo anfitrión por entre 160 y 190 euros la noche. Ambas se ubican en la misma finca, un lugar «mágico» en la zona de Sant Jordi «rodeado de naturaleza». «Con muchos detalles decorativos estilo balinés que hacen que el lugar sea muy especial», relata sobre una de ellas. «Un lugar que te invita a relajarte», indica sobre la otra. Ambos alojamientos, que apenas tienen disponibilidad, no llegan a los 25 metros (6x4, detalla).

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