Open Arms en Ibiza: «Si miramos en nuestras familias todos tenemos antepasados migrantes»

La ONG Open Arms inicia sus charlas escolares dentro del programa ‘Educación para la Libertad’ en el velero ‘Astral’, atracado en el muelle de es Martell hasta el próximo domingo y que estará abierto por las tardes para el público en general, el sábado también por la mañana

Isaac Vaquer

Isaac Vaquer

«Si miramos en nuestras familias, todos somos migrantes, tenemos antepasados que viajaron desde otros países hasta donde estamos ahora nosotros o que tuvieron que migrar por cualquier motivo». Empatía. Es uno de los aspectos fundamentales que Ángeles Schjaer, responsable pedagógica de Open Arms, intenta inculcar estos días a los centenares de alumnos que pasarán por el ‘Astral’, el barco de la ONG atracado desde el lunes en el muelle de es Martell.

El apellido de Ángeles despierta curiosidad tras oírla hablar en su lengua materna, el castellano. Fue apátrida hasta los 17 años, mientras vivía en su Cuba natal con sus padres, exiliados argentinos con ascendencia danesa e irlandesa. Ella enseña que migrantes somos todos, como cualquier animal que se mueve por el mundo, solo que los seres humanos han inventado fronteras que limitan esas migraciones. A los flamencos nadie les pide pasaporte.

Open Arms cuenta con un proyecto educativo que se llama ‘Educación para la Libertad’, con el que se acerca el trabajo de la ONG en el Mediterráneo y en Senegal, pero también se habla del contexto de esas migraciones hablando de derechos humanos y de empatía para fomentar el pensamiento crítico. «En definitiva, para que entiendan que cualquiera de nosotros podríamos ser los que están en esas embarcaciones», explica Schjaer.

Además de visitas escolares, el ‘Astral’ ofrecerá estos días visitas al público hoy y mañana de 16.30 a 18.30 y el sábado también por la mañana, entre las 10.30 y las 13.30.

Los ‘Oceànics’

A las 9:15 de la mañana del miércoles, Ángeles prepara la embarcación para recibir a sus primeros visitantes. Coloca los cojines y pone fotografías de rescates en el gran salón de este velero de lujo, reconvertido en 2016 en embarcación de rescate.

Son casi las 10 cuando llega la clase de 1º C del colegio Sant Antoni de Portmany. Los ‘Oceànics’ se autodenominan. «Entonces ya estáis en el equipo», hace notar su anfitriona.

Les explica la labor de Open Arms. Son «una ONG de socorristas que protegen a las personas que se juegan la vida cruzando el mar en embarcaciones muy frágiles». Pero, ¿por qué salen de su país? «Guerra», «el país está lleno de agua» (inundaciones), «hay fuego» (incendios), «son pobres»... Las respuestas de los pequeños son dispares, pero todas válidas.

«¿Creéis que todo eso los han provocado esas personas?», la respuesta a Ángeles es un «no» a coro con la ‘o’ muy prolongada. «Y, si aquí por ejemplo empezara una guerra, ¿vosotros os querríais quedar?». El no suena todavía más fuerte. «Porque moriríamos», añade una alumna como quien manifiesta una obviedad.

«¿Es un problema ir a otro país huyendo de la guerra?», sigue el cuestionario con la respuesta negativa reiterada. Pero el que quiere huir sí se encuentra con un problema, una frontera que no puede cruzar, «así que esa gente se ve obligada a hacer el viaje de una manera muy peligrosa», concluye la educadora.

Pero, esto de migrar, ¿es algo raro? ¿Lo hacen otros animales? A esta pregunta la respuesta es afirmativa: «Los elefantes», «los pelícanos», «los tiburones», «las mariposas»... «Casi todos los animales hacen eso», vuelve a apostillar la alumna aventajada.

«Y, ¿creéis que cuando llegan a otro país se encuentran a un pelícano policía que les impide pasar?». Otro «no» rotundo de esta clase tan aplicada. Pero entre los humanos sí, porque existe una cosa llamada pasaporte «y depende del que te toque, tendrás más facilidad para moverte o menos. El que tenga un pasaporte de Yemen no tendrá las mismas oportunidades que el que ha nacido en España».

Migrantes de primera y de segunda

Para Ángeles Schjaer, tanto con los niños como con las personas con opiniones contrarias a la migración, hay que ir a la base: «La especie humana es una de las que existen en este planeta que migra, es algo innato y no tiene sentido ponerle freno».

Algo que con los niños «es muy fácil de explicar y de entender. Quizás deberían tomar ellos más decisiones», valora.

A los adultos les es más difícil entender este razonamiento tan sencillo por las disquisiciones políticas que existen sobre la migración. «En Europa existe una política antimigratoria que hace que la gente se juegue la vida cruzando el mar, saltando vallas o metiéndose bajo la rueda de un camión. Es un problema grande. Se invierten millones de euros en bloquear a las personas en países en los que suceden auténticas salvajadas y no se hacen corredores humanitarios».

Unas vías de escape que no existen en países en conflicto como son Libia o Senegal, mientras que sí se han abierto en Ucrania nada más empezar la guerra. «Con el conflicto de Ucrania hemos visto que no hay un problema de recursos, sino una decisión política que determina qué migrantes son de primera y cuáles son de segunda».

La única salida muchas veces para estos migrantes sin alternativas regulares para salir de sus países son las vías irregulares. «Nuestra existencia es el resultado de un fracaso, la gente no tendría que jugarse la vida así», lamenta.

El hecho de levantar muros cada vez más altos «provoca sencillamente que las personas busquen el agujero más escondido y peligroso que exista para salir. Porque no se va a evitar que la gente intente huir de la guerra. Eso no es más que el instinto de conservación, algo innato en el ser humano», concluye Schjaer.

Suscríbete para seguir leyendo