Gastronomía en Ibiza: Optimismo e incertidumbre conviven en la feria Horeca

Los asistentes a la segunda edición del evento de proveedores del sector hostelero auguran una temporada con mucha demanda en las Pitiusas, pero temen no encontrar a personal cualificado

Pablo Sanz Padilla

Pablo Sanz Padilla

La segunda edición de la feria Horeca (acrónimo de hostelería, restauración y catering) en Ibiza despegó el miércoles en el Recinto Ferial con previsiones optimistas, aunque con la preocupación de lograr adaptarse a la fuerte demanda que se espera de cara al verano.

El evento aumenta este año el número de empresas que se dan cita en las jornadas respecto al año pasado, todavía lastrado por el covid a pesar de la buena acogida, explicó el director comercial de la iniciativa, José Luis Córcoles, tras la inaguración del evento. En cifras, explicó que se ha aumentado la superficie de exposición hasta en un 60%. Ocuparán los puestos de los pabellones un total de 101 empresas a lo largo de los tres días y se espera que vayan 6.000 profesionales. La feria pretende ser un punto de encuentro de los profesionales del sector, en la que los proveedores de servicios de hostelería, de alimentación y de equipamiento buscan entablar contacto con los representantes de las actividades de restauración de la isla.

Es de esta forma más fácil entender, además de por puro aprovechamiento de espacio, que en muchos de los stands estuvieran presentes varias empresas vinculadas entre sí, por ejemplo como parte de la misma cadena de vida del producto. El éxito del distribuidor es también el del fabricante.

En suma, lo importante es hacer negocio y calentar motores de cara a la temporada, cuando los proveedores del último eslabón del sector servicios intensifican la actividad a remolque de este. Las fechas elegidas son buenas, valora Juan Torres, gerente de Promociones Comerciales de Ibiza, S.A., distribuidora de vino, cerveza y agua con más de 50 años de implantación. Torres ya ha empezado a buscar personal para cubrir plazas. «Estamos cogiendo gente desde febrero», señala. Augura una temporada buena, tanto, de hecho, que teme la odisea de encontrar trabajadores cualificados con los que hacer frente a la subida de la demanda de servicios. Lo que más cuesta encontrar son repartidores, destaca, pero ocurre con el resto de perfiles profesionales, según lamenta.

Este mal común pitiuso también lo padecen, reconocen, en la distribuidora «de productos ecológicos» de la que es director comercial Rafa Villaplana. Hacen preparados para restaurantes y cuentan también con un establecimiento, explica. «Tenemos un problema, con el personal, tanto para trabajar en tienda como en la distribuidora», si bien ocurre en todos los sectores, apunta al igual que Torres.

Otra sombra económica que planea es la de la inflación. Una de sus posibles derivadas es el descenso de la inversión de la hostelería en equipos y maquinaria. «Hemos notado que hay algunos proyectos que se han dejado en stand-by hasta el final de la temporada por decisiones estratégicas de las compañías. Entendemos que es algo coyuntural y esperamos que se reactiven», declara al respecto, Carlos Ferrer, gerente de Gasifred.

La inflación también amenaza con alterar la cesta de la compra, pero Nara Muñoz, responsable de administración de la compañía de congelados del mar Calimax, no es pesimista. Señala que la demanda en Ibiza no varía mucho y que el balance dependerá en buena medida de la bonanza de la temporada turística, que ve favorable. «En el sector hotelero ya empieza a haber bastante ocupación. Creemos que va a ser una temporada positiva, y la feria va a ayudar», valora.

En la distribuidora de robótica Ibiform tienen un argumento más para vender. Su gerente, Antonio Villalonga, presenta a sus robots como una opción al auxilio de los quebraderos de cabeza empresariales a la hora de fidelizar plantillas. Uno de sus productos es un brazo electrónico que sirve cañas. Puede tirar una cerveza cada 22 segundos, asegura Villalonga. Todavía no ha podido vender ninguno porque acaba de salir al mercado, declara. También expone un robot que traslada platos (puede llevar 40 kilos). Tiene sentido, explica, en grandes espacios.

Más allá del ingenio al que obliga la necesidad y de los recursos para tratar de paliar la falta de personal, los cambios tecnológicos van de la mano con la evolución de los hábitos sociales de consumo. Vicente Costa, el gerente de la empresa de software Infinitel explica que tras el covid se asentó el uso de la tarjeta como medio de pago, que los códigos de lectura QR «han venido para quedarse», e, incluso, cada vez se reserva más digitalmente, en detrimento de la llamada telefónica.

Señala que «hay cosas que cuesta que se usen». Explica que comercializan un aparato llamado «creafactura», que permite que el cliente genere el tique, un sistema integrado de programa TPV que «se puede lanzar luego a un ryder», o pantallas con las que el cliente solicita la comanda. Algunos de estos sistemas de software se relacionan con modelos de negocio. Costa recurre al ejemplo de un McDonald’s para explicar el sistema de autocomanda. Las transformaciones en el sector también orbitan el ámbito medioambiental. Desde Frutos Secos Ibiza, el director de ventas, Miguel Pérez, destaca que han sacado una nueva línea de alimentos envasados en vidrio, en sustitución del plástico.

Las jornadas ofrecen atractivos añadidos con concursos gastronómicos, espectáculos de cocina en vivo y actos como conferencias. Destacó el homenaje a Carles Abellán, antiguo chef en el restaurante El Bulli, y ahora implicado en el restaurante Casa Natalia de Formentera. Abellán expresó su sorpresa por «la hospitalidad» de la gente de la isla.

Suscríbete para seguir leyendo