El legado artesano sale a la calle en Ibiza

El Mercat d’Artesania de Balears reúne a transmisores de actividades íntimamente vinculadas con la vida en la Ibiza payesa

Pablo Sanz Padilla

Pablo Sanz Padilla

Los valedores de varios oficios y artes que han pasado en unas décadas de formar parte de la vida social al folclore balear y pitiuso defendieron el sábado este legado inmaterial de las islas en el Mercat d’Artesania de les Balears celebrado en Vila. Tras los puestos, los miembros de collas de ball pagès y asociaciones no tienen inconveniente en pararse a explicar la confección de un vestido festivo de payesa o cómo hacer de cero unas castanyoles. Precisamente para que no se pierdan estos conocimientos. Además, como no podía ser de otra manera, no faltaron las ballades y los espectáculos infantiles, culpables de arrastrar a la mayoría de los visitantes.

En la asociación Artesanos de Eivissa elaboran cistelles y nanses. | VICENT MARÍ

En la asociación Artesanos de Eivissa elaboran cistelles y nanses. | VICENT MARÍ / Pablo Sanz Padilla

No hacen falta otros tejidos que esparto e hilo de agave para confeccionar un par de espardenyes, y sin embargo, es uno de los trabajos más laboriosos. Nuria Costa, de la colla de l’Horta, guarda sobre su puesto muestras del proceso seleccionadas cuidadosamente. Lo primero es hacer una trenza con el esparto, que se recoge en julio, por Sant Cristòfol. A esta trenza se le llama llata, explica Costa.

La suela de la espardenya es la llata enrollada y cosida. El hilo que contiene en su interior la hoja del agave es el material de que esta hecha la sujeción delantera y del talón de la espardenya. Con estos hilos se tejen cordones que se cosen transversalmente a la alpargata. Llegados a este punto, los cordoncitos tienen que blanquearse con una pasta que se cuece al fuego. Aunque tradicionalmente Ibiza no estaba tan conectada y en cada casa lo hacían con lo que tenían, apunta Costa, la forma más conveniente de blanqueo es con almidón, cola de pez, agua y un betún sin disolventes, material este último que le ahora le cuesta encontrar, lamenta. Con la pasta resultante de la cocción de la mezcla de estos materiales, se aplica una fina capa que se deja secar, y a continuación se añade la última. Quedará un tono blanco, pero mate. Para que la alpargata luzca, el tejido se abrillanta con la parte interior de la piel de un limón que ha de estar verde, precisa. Tarea de acabado que se lleva a cabo con un hueso de animal.

Las espardenyes más caras, por elaboradas -la parte delantera es cerrada, de morret, los cordones se trenzan con tres cabos...- , son las de mujer. «Si no me equivoco, eran entre 300 y 350 euros», recuerda Costa, que antes las hacía por encargo. En un principio puede parecer un precio desmedido. Cuando Costa cuenta el tiempo que lleva confeccionar una alpargata ibicenca por el proceso artesanal, se comprende que ni pudiéndolas vender a este precio da para vivir, como ella misma destaca. «Haciendo todo el trabajo desde el principio hasta el final, estamos hablando de entre unos 20 o 25 días», cuenta. Tan solo desbastar tres hojas del agave, las necesarias, si son buenas, para extraer el hilo que se emplea en un par de espardenyes, ocupa una mañana entera, asegura.

Quienes se interesan en la labor, explica Costa, mestressa de la colla que da talleres sobre la actividad, son por tanto jubilados o aficionados de la artesanía. En varias ocasiones, indica, ha propuesto como solución para conjugar artesanía y oficio, juntar a «15 o 20 personas» que se centrasen exclusivamente en cada una de las pequeñas pero laboriosas actividades que implica el diseño de una espardenya. No prosperó por los compromisos de los participantes en la iniciativa. «Había nacido un nieto, tenían que cuidarlo... No podían», lamenta.

Tener listas un par de castanyoles lleva una semana y media a Pedro Marí, también de la Colla de l’Horta, quien indica que una creación artesanal se sitúa en torno a los 400 euros. De la destreza del artesano y de la buena calidad del material dependerán el sonido y resistencia de las castanyoles. Lo ideal es trabajar con madera de enebro, si hay disponibilidad. La pericia es aún más clave a la hora de confeccionar una flauta. La dificultad no radica tanto en crearla como en sacar un buen sonido.

Coincide con Marí Marjomeine Van de Rham, de la colla de sa Bodega y madre ibicenca, a pesar de su origen holandés. El material clave para la flauta que expone es el baladre (en castellano, adelfa). Tras recogerlo, hay que dejarlo secar nada menos que cuatro meses, según cuenta. Todo el instrumento es del mismo material, pero la boquilla se baña en estaño, explica.

Al cisteller, el tiempo no siempre se le va en elaborar la cesta, indica Juan, de la Asociación de Artesanos de Ibiza. No siempre es fácil encontrar caña, y hay que saber los sitios en que buscar. Él tiene los suyos. El otro material de la cistella es la madera del ullastre u olivo silvestre. Hay que escoger los brotes que sean más tiernos. Ademas de cistelles, Juan también exhibe al pie de la mesa nanses de pesca.

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