Feria del Disco en Ibiza: El ritual de elegir un vinilo

El Passeig de ses Fonts de Sant Antoni se convierte este fin de semana el destino obligado para los apasionados de la música con la cuarta edición de la Fira del Disc d’Eivissa, que organiza la Asociación Músico Cultural Retro. Los grandes protagonistas de esta cita son los vinilos, aunque no faltan los cd y todo tipo de objetos de coleccionismo.

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

A Ricard Bofill le toca trabajar en la Fira del Disc y tiene intención de no gastarse dinero. Él forma parte de la programación de ‘Vermut a 45 rpm’, los dj especializados en pinchar vinilos que animarán el Passeig de ses Fonts de Sant Antoni todo el fin de semana. Llega disfrazado de veterano de la Guerra de Vietnam y, de camino al pequeño escenario, trata de no fijarse directamente en los expositores, pero le acaba traicionando una mirada de soslayo.

«¡Enter the Dragon!», exclama cuando acelera el paso hacia una portada con Bruce Lee sosteniendo unos nunchakus. «Esta banda sonora es increíble». Es obra de Lalo Schifrin, el mismo compositor del tema central de la serie ‘Misión: Imposible’. 

«Ostras, no es un disco, es un póster», se decepciona. Él ya lo tiene en cd, pero se había ilusionado al imaginarse que se trataba de un LP para sumar a su colección de dos mil discos.

El rito

«Hay un componente romántico que va más allá del sonido analógico y de tocar el vinilo. Elegir un disco implica un ritual que va desde ir pasando las portadas hasta ponerlo en los platos y lo escuchas mientras observas la carátula», detalla Bofill. Sabe que es inevitable que no acabe comprándose alguno durante la mañana.

Carlus Serra ha llegado a la feria a las 10.45 horas, un cuarto de hora antes de su inauguración. Tiene claro que pasará los dos días mirando todos y cada uno de los miles de discos a la venta en la docena de expositores participantes. Aún está trasteando en el primero de ellos y ya ha seleccionado cuatro LP: uno de Ultravox, uno de Jackson Browne y el ‘Cosmic Wind’ de The Mike Theodore Orquestra, cada uno de ellos por seis euros, así como uno doble recopilatorio de Small Faces, por doce euros.

Reniega del Spotify («lo único que tengo es un USB con música en el coche») y en casa solo escucha discos, dd e, incluso, conciertos que tiene grabados en VHS. Calcula que, entre estos tres formatos, puede llegar a unas 5.000 referencias, aunque siente clara predilección por su millar de LP. 

«Es mucho más que escuchar música lo que sientes con una colección de vinilos que puedes palpar, además de que las grabaciones analógicas tienen matices que jamás encontrarás en un cd ni en los formatos digitales», sentencia Serra.

Aunque los vinilos son las grandes atracciones de esta feria, también se encuentran a la venta cd, camisetas, pósters y todo tipo de objetos de coleccionismo, como chapas. Alexia Torres acaba de comprarse una de Mazinger Z y quiere buscar discos de rock de principios de siglo, cuando ella aún no había nacido.

Una niña pequeña se detiene con su hermanito junto a las chapa y busca si hay alguna de Picachu. Su padre, David Escandell, ya le ha comprado una figura funko pop de Marvel. Estaban paseando y se han encontrado con la feria y, aunque le gustaría, no se comprará música. 

«Con niños pequeños en casa, es mejor no tener nada delicado». De hecho, posee una amplia colección de discos en un almacén, buena parte heredada de sus hermanos mayores. «Cuando tenga espacio y los niños sean más grandes, ya la recuperaré», augura Escandell.

Adolescentes rockeras

La media de edad de los apasionados que trastean entre las cajas de discos supera ampliamente los cuarenta años. Por ello, destaca aún más ver a Marta Iborra, de solo 13 años, acompañada de su prima Laia Torres, de doce. Marta ha heredado la pasión por la música de su padre, el fotógrafo Alejandro Iborra, así como los setenta euros que tiene para gastarse en la feria.

De momento, se está centrando en los pósters, con uno de Led Zeppelin y otro de la portada del ‘Aladdin Sane’ de David Bowie. Cada uno vale 15 euros, pero ella ha aprovechado la oferta de llevarse dos por veinte euros, además de una camiseta de The Smiths. «La verdad es que no hay mucha gente de mi edad con mis gustos musicales, son más de reguetón», admite.

Marina Ferrer, de 16 años, es otras de las clientas más jóvenes y también de gustos clásicos. Acaba de adquirir el ‘Harvest’ de Neil Young y otro de The Allman Brothers. Ambos son en formato cd, aunque en casa también se escuchan discos.

«Aún tengo una torre Denon con cd y doble pletina que compré por 175.000 pesetas, que era lo que ganaba en un mes. Después le añadí el tocadiscos», recuerda el padre de Marina, Joan Ferrer. Ambos aún compran vinilos todas las Navidades en Xocolat, prácticamente la única tienda de discos que sobrevive en Palma.

Runaway

Solo en 2006 cerraron seis tiendas de discos en la capital mallorquina por el auge de internet, entre ellas, una de las más emblemáticas, Runaway. Pero la marca aún es referente como promotor de conciertos y eventos. Su propietario, Pere Terrassa, organiza ferias del disco en Barcelona, Bilbao, Madrid y Mallorca. Además, ahora es uno de los habituales de la cita que organiza la Asociación Retro en Sant Antoni. «Esta feria destaca porque se hace al aire libre, que siempre es más agradable, y porque el público llega con muchas ganas, porque ya no hay oferta en la isla», apunta Terrassa.

Runaway acude a Sant Antoni con 5.000 LP, a un precio de entre 15 y 20 euros, y un millar de cd, entre cinco y diez. «Más de diez euros por un cd es una barbaridad, cuando hace veinte años podían rondar los 20. En cambio, el vinilo ahora sigue vivo gracias a las ferias, mientras que en los 90 estaba de capa caída», recuerda. Terrassa no reniega del Spotify y cree que tiene una gran utilidad: «La gente puede escuchar las canciones y saber de qué va el disco antes de comprarlo».

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