Decenas de estudiantes del colegio Can Raspalls (Sant Jordi) han acudido con casco esta mañana a clase como consecuencia del "grave peligro" que suponen las infraestructuras del centro. Fue la Asociación de Padres y Madres de Alumnos quien hizo un llamamiento a las familias para que los menores se pusieran un casco (en su mayoría de bicicleta y patinete) en señal de protesta. En el colegio hay matriculados 418 alumnos y la gran mayoría han entrado por la puerta principal con la cabeza protegida.

Según ha explicado el director Óscar Prat, es la tercera vez que un ventanal se sale de la guía con el problema que conlleva. "Ahora ha pasado en dos ventanas, pero esto ya sucedió el curso pasado. Se hizo un informe en octubre de 2021 que indicaba que las ventanas sujetan 240 kilos", ha especificado. De ahí el interés de las familias en que se subsanen las deficiencias lo antes posible. De momento, el Ayuntamiento de Sant Josep ha actuado de urgencia y ha sellado los dos ventanales afectados.

Asimismo, Prat ha indicado que el pasado lunes un arquitecto del Instituto de Infraestructuras y Servicios Educativos y Culturales (Ibisec) acudió al centro y ayer mismo otros dos profesionales, que se encargarán de redactar un proyecto de cómo se encuentra el edificio. "Nos dicen que en cuatro meses podrían iniciar las obras para sustituir toda la carpintería de aluminio, que es lo que está afectado. Son muy buenas noticias, pero hasta entonces el resto de ventanas no están aseguradas y suponen un peligro. Por eso estamos preocupados", ha insistido.

Ante esta situación, tanto el centro como las familias exigen un "plan de choque" para evitar un episodio de estas características. "Hay que protestar porque sino no consigues nada. Hablan de cuatro meses cuando se trata de algo urgente que ya pasó hace un año", ha lamentado Beatriz García, abuela de dos menores.

También Mónica Martos, madre de un pequeño, se ha mostrado crítica ante la situación. "Ahora los niños están reubicados en otras clases, pero lo que pedimos es que, hasta que esté listo el estudio, se tomen medidas para que la zona sea segura", ha explicado. "Estamos muy asustados porque hay un informe técnico que dice que el colegio es peligro", ha añadido.

Julia Ferrer es la progenitora de otra niña y ha exigido "seguridad" no solo para su hija, sino para los centenares de escolares que cada día acuden a las instalaciones de Can Raspalls. "Hay que tomar precauciones para que no vuelva a ocurrir", ha dicho. Por su parte, Mónica Venturini, abuela de una estudiante, pide que se asuman responsabilidades. "Son niños que corren y se mueven todo el tiempo. No son conscientes de la gravedad", ha lamentado. Una de las docentes del colegio, Lina Ribas, asegura que toda la plantilla está pendiente "todo el rato" para que no se repita el caso. "Estamos mirando que no se abran ventanas cuando los niños están en clase".

Vicky, a sus nueve años, sabe lo que pasa en el centro, pero no entiende por qué tiene que llevar casco. "Las ventanas están rotas y a mi me han obligado a ponerme casco, pero no tengo la bici", ha indicado la pequeña.