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Turistas alojados en bosques «sagrados» y literas en Ibiza

Un hombre gestiona siete infraviviendas en mitad del campo en Sant Mateu y otra ofrece una «celda» por 110 euros

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Literas y tiendas de campaña en alquiler en Ibiza

Una litera. En una habitación compartida con otras cuatro personas. Por 51 euros la noche. Es una de las ofertas de alojamiento turístico más surrealistas que pueden encontrarse este verano en Airbnb. «Experiencia cheap», lo denomina Kris, la anfitriona, quien se cuida mucho de poner foto alguna de esta habitación compartida. Sí es prolija en imágenes de la casa de Jesús en la que se ubica el colectivo alojamiento, que también se ofrece en Booking. Eso sí, para que nadie pueda decir luego que no sabía que pagaba por una litera añade en la galería una imagen de un catálogo de muebles. Ocupar uno de estos colchones cuesta 38 euros la noche (más 13 de comisión de servicio). Encontrar una litera en agosto es misión imposible. Además, en la misma casa se alquila otra habitación (180 euros más 31) y un apartamento (250 euros y otros 43). «Muchas literas para compartir», titula el anuncio Kris, que ofrece otros servicios: «Tengo listas gratis o descuentos para todas las fiestas».

También cuenta con oferta complementaria Klaus, que gestiona un total de siete infraalojamientos turísticos. Seis de ellos en un bosque entre Santa Gertrudis y Sant Mateu y uno cerca de Benirràs. Por todos ellos obtiene 765 euros al día a los que hay que sumar los extras que obtenga por los «servicios terapéuticos» y «ceremonias de sanación» que ofrece a quienes se alojen en la «tienda en el corazón del bosque», el «camping romántico», la «bonita tienda para relajación», el «adorable tipi», la «casa de meditación de bambú», el «templo del bosque sagrado» y la «bonita habitación cerca de la playa de los tambores». El anfitrión hace alarde de todos los tópicos de la Ibiza alternativa: «escápate bajo las estrellas», «nuestra comodidad está en la calma y la paz que reina en este lugar», «ideal para sanar y meditar», «para venir aquí tiene que gustarte adaptarte y amar la tranquilidad», «espacio único», «vuelva a conectar con la naturaleza», «alojamiento inolvidable»...

Entre las definiciones de Klaus y las fotografías que muestra hay un universo de distancia. Las cuatro primeras propuestas no son más que tiendas de campaña escondidas entre los árboles. Nada bonito ni con aires de glamping. No. Tiendas de campaña con un colchón y poco más por las que cobra entre 40 y 120 euros por noche (comisión de servicio por otro lado). No hay comodidades. Es lo que tiene alojarse en una «montaña sagrada». Por no haber, no hay ni nevera, y Klaus ya advierte a sus posibles huéspedes de que deben comprar todo aquello que necesiten «antes de llegar».

Pasar unos días con un estilo de vida «como en la película ‘Capitán Fantástico’» y en «inmersión en la Madre Naturaleza» (sí, así, en mayúsculas) son, junto con un círculo de piedras, un laberinto, una cueva y un templo «bendecido por el espíritu del bosque» los atractivos de la casa de meditación de bambú. Un chamizo de no más de un par de metros cuadrados con telas como puerta que cuesta 68 euros diarios. Mucho más caro es dormir en lo que Klaus ha bautizado como templo, un espacio geométrico «hecho de madera y paja que ha albergado llamas tibetanas, chamánicas del Amazonas»: 433 por noche (350 de alojamiento, 20 de limpieza y 63 de comisión). El último de los alojamientos que gestiona este anfitrión es lo que él califica de habitación, pero que no es más que un colchón en el suelo de una buhardilla abierta. No apta para quienes superen la altura de un hobbit, vista la escasa distancia que separa la cama de las vigas del techo. Por el módico precio de 94 euros (80 más 14).

Muy cerca de este último se encuentra un clásico de los veranos de la isla, la «celda» de Sarah, uno de los 16 alojamientos que ofrece esta británica en su finca del municipio de Sant Joan. Un espacio en el que hace un par de años, tras un reportaje de este diario, intervino el Ayuntamiento, que eliminó hamacas, tiendas y hasta un viejo autobús que también ofrecía como estancia turística. La «celda» es una «vieja sala de calderas» en la que sólo cabe un colchón pequeño, a pesar de lo cual cuesta 110 euros la noche (85 más 25 de limpieza). En total, por los 15 alojamientos, que están prácticamente llenos todo el verano, suponen casi 2.300 euros diarios para la anfitriona. Eso sin sumar los extras: 10 euros por un ventilador, otros 10 por el desayuno, 25 por una clase de yoga o por llegar entre las 23 y las 13 horas, 7,5 por dejar la maleta, el 3% de sobrecargo por pagar con tarjeta, 5 euros por la lavadora...

Algún metro más que la celda, pero sin luz natural, tiene la cabaña que alquila Bablon y que cuesta 92 euros (67 más 12 de limpieza y 13 de comisión). Está en el jardín de una finca cercana al aeropuerto de la que también ofrece una habitación por 142 euros la noche (101 más 20 más 21). El mismo anfitrión gestiona también una «furgoneta mágica» que tiene aparcada en Platja d’en Bossa pero que, a pesar de que no se puede conducir porque no tiene la ITV, ofrece a «localizar en otro lugar» si el cliente, que pagará 76 euros por noche, así lo desea informa el anfitrión de la furgoneta, que tiene lleno casi toda la temporada.

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