Medio Ambiente | 20º Aniversario de las reservas naturales de es Vedrà, es Vedranell y los Islotes de Ponent

Virginia Picorelli, técnica de las Reservas Naturales de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent: «Hace 20 años la gente era muy reacia a la protección de los islotes. Ya no»

Las Reservas Naturales de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent celebran estos días el 20º aniversario de su creación. Virginia Picorelli, técnica de ese espacio y su principal responsable, explica los cambios que se han producido durante estas dos últimas décadas en ese singular archipiélago

La técnica en las instalaciones de las Reservas Naturales en el edificio Cetis.

La técnica en las instalaciones de las Reservas Naturales en el edificio Cetis. / Vicent Marí

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

En febrero de 2002, y como parte del Parque Natural de Cala d’Hort (que no existe desde 2003), se protegieron es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent. Convertidas en reservas naturales, sus 797 hectáreas (de las que 565 son marítimas) han experimentado sustanciales cambios en dos décadas.

La técnica en las instalaciones de las Reservas Naturales en el edificio Cetis. | V.M.

Virginia Picorelli durante la entrevista. / Vicent Marí

Las reservas naturales cumplen 20 años. ¿Cómo se las encontraron hace dos décadas?

Eran más grandes, pues incluía el ámbito terrestre. Entonces era el Parque Natural de Cala d’Hort, donde había muchos ecosistemas interesantes, donde existía mucho potencial botánico, también paisajístico y patrimonial. Las actuales reservas naturales eran una pequeñita parte de aquel espacio. En cuanto a los islotes en concreto, la realidad no ha cambiado mucho excepto en algunos casos. Ha cambiado muchísimo en el caso de es Vedrà y s’Espartar, donde era necesario realizar una serie de actuaciones de gestión para que se recuperase su potencial botánico. Y también han cambiado mucho otras dos cosas. La primera, la percepción de los usuarios. Al principio, la gente era muy reacia a la protección de los islotes. Ya no. Muchos no entendían que no pudieran desembarcar donde durante años hacían torradas. Hemos notado esa evolución: ahora se entiende, la gente está agradecida, comprende que aunque sea un espacio protegido se lo acercamos en la medida de lo posible. En general existe una sensibilización al respecto.

Ocupa 800 hectáreas, pero era más grande: llegó a abarcar 2.800 hectáreas cuando incluía Cala d’Hort, Cap Llentrisca y sa Talaia. En la celebración del 20º aniversario en es Caló de s’Oli expresó su dolor por esa pérdida. Como quien pierde un brazo pero sigue sintiéndolo.

A los que nos dedicamos a esto, que desaparezca el 90% de un territorio protegido no es un plato de buen gusto. Tampoco debería serlo para el resto de la sociedad. Desproteger nunca es positivo.

¿Qué se perdió?

Era un espacio natural bastante importante desde el punto de vista rural. Contenía especies singulares, muy relevantes, como la ginesta (Genista dorycnifolia subs. dorycnifolia) o una margarita [Mauranthemum paludosum (Poir.) Vogt & Oberpr. subsp. ebusitanum] que sólo crece en sa Talaia. Y también en el ámbito del antiguo parque había otras dos especies recogidas en la directiva Hábitats, también presentes en islotes en este caso: Diplotaxis ibicensis y Silene hifacensis. Es un territorio muy diverso. Y aunque incluía algunas zonas más urbanizadas, desde el punto de vista patrimonial, paisajístico y natural tenía mucho potencial, como la duna rampante de la pedrera des Savinar, el único lugar de la isla donde hay presencia de Juniperus oxycedrus subsp. macrocarpa. Tenía valores patrimoniales indudables, como las torres de defensa y los yacimientos arqueológicos, con muchas casa típicas, pozos, aljibes... Ese ámbito estaba muy unido al medio natural. Al existir campos grandes, es una zona de campeo de aves, donde buscan alimento, como el alcaraván (Burhinus oedicnemus), la terrera común (Calandrella brachydactyla), la cogujada montesina (Galerida theklae), el ave endémica Curruca balearica.. Allí está presente la gineta…

Hay dos hitos: uno, la erradicación de las cabras de es Vedrà. Ha costado años. ¿Y disgustos?

Fue un procedimiento muy largo. A nivel emocional nos pasó a todos factura. La normativa era clara en ese aspecto. Ha sido un camino muy largo y los resultados han sido sorprendentemente satisfactorios. Ha sido un ejemplo de libro quitar esa presión herbívora: lo que se ha recuperado en poco tiempo ha sido increíble. Su potencial era más grande de lo que pensábamos. Se pone de ejemplo en el mundo botánico, en conferencias nacionales e internacionales. Lo sucedido ha sido de manual. De lo que era con las cabras a lo que es ahora hay un abismo.

El otro hito, eliminar los conejos de s’Espartar, que también se pone como ejemplo en el mundo científico.

La presión de los conejos en s’Espartar era muy elevada. Básicamente, con los conejos sólo había esparto. La especie Medicago citrina estaba totalmente reducida a los acantilados. Desde la eliminación de los conejos, el islote se ha recuperado y la Medicago citrina ha ganado territorio hasta alcanzar una población que ahora se ha convertido en una de las más importantes del Mediterráneo. Al final, el ecosistema se ha recuperado a todos los niveles en cuanto se ha eliminado la presión de los conejos.

¿El tercer hito será acabar con las ratas de los islotes? ¿Están presentes en todos?

No en todos. Si las hubiera en todos, habría especies que no podrían habitar en ellos porque son incompatibles. Es el caso de s’Espartar: está libre de ratas, gracias a lo cual hay allí una colonia muy importante de fumarell (Hydrobates pelagicus). En algunos hay densidades bajas de ratas. En otros son más grandes. Erradicarlas es una actuación complicada.

¿Tienen algún plan para erradicarlas donde hay roedores?

No es una de las prioridades. Hemos hablado varias veces con la dirección general de Especies sobre este asunto. Está sobre la mesa pero aún no hemos tomado directrices al respecto.

¿Por qué es tan complicado acabar con ellas?

Primero, por la orografía de los islotes. En es Bosc se actuó con éxito total. Si queda algo, es muy residual. Se ha hecho un seguimiento posterior y no hemos vuelto a detectar su presencia. Pero ese es un islote relativamente cómodo: se puede recorrer tranquilamente, tiene zonas bastante accesibles… Pero hay islotes que por sus dimensiones (como sa Conillera) u orografía (es Vedrà o es Vedranell) llevan implícitas unas dificultades enormes. Llegado el momento hay que estudiarlo muy bien, se debe hacer un buen plan de actuación para ver cuáles son las maneras más viables. Y siempre se debe tener muy presente que la actuación no debe repercutir en el resto de especies.

¿Cuántos científicos han pasado por las reservas en estos 20 años? ¿Qué investigan?

Tenemos un poco de todo. He contado más de 300 científicos. Vienen en solitario o en equipos. Vienen a hacer campañas de investigación (estudios concretos: de líquenes, hormigas, pardelas, lagartijas...) o a hacer seguimientos (que permiten ver cómo evoluciona el espacio mediante biomarcadores, con especies más sensibles a los cambios, para hacer un seguimiento a largo plazo). De estos últimos se hacen seguimientos botánicos desde la Universitat de les Illes Balears (UIB), de lagartijas (por parte del equipo del catedrático de Zoología de Salamanca, Valentín Pérez Mellado, que empezó aquí incluso antes de que fueran reservas naturales), de gorgonias (a cargo de Cristina Linares, catedrática del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Biología y miembro del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universitat de Barcelona), y de aves marinas como el virot (los hace el equipo de SEO Birdlife desde hace Más de una década), gaviotas, cormoranes, paíños (lo hacemos nosotros) y rapaces.

¿Qué les dicen los científicos de estas reservas?

Destacan lo bien acogidos que se sienten. Intentamos darles todo tipo de facilidades. Les ponemos la embarcación para que accedan a los islotes. Nos gusta acompañarles, nos interesamos por lo que hacen y participamos en las campañas. Quizá eso es lo que nos diferencia de otras zonas similares. Nos dicen que es un espacio muy excepcional: los valores submarinos son indudables; en cuanto a colonias de aves marinas, nidifican todas las que hay en Balears, y qué decir de las lagartijas. Quizás son más desconocidas por sus invertebrados. Es más difícil encontrar especialistas que vengan a hacer esos estudios concretos, pero siempre salen resultados curiosos, como especies exclusivas de hormigas [en na Gorra] o de moscas. Incluso hemos hecho estudios arqueológicos asociados a las excavaciones en las que se encontraron varios piratas, y un catálogo de los elementos que hay en islotes, como restos de eras en sa Conillera.

En s’Espartar han detectado cochinilla. ¿Se dejará que la propia naturaleza se encargue de ella o, como propone el botánico Joan Rita, se intentará eliminarla con mariquitas?

Es un tema complejo. Hay que ponderar si es necesario. Hay cochinilla, pero no es muy significativo. Vamos haciendo seguimiento de cómo afecta. El día que realmente veamos que las cifras son realmente alarmantes, las valoraremos junto al servicio de protección de especies del Govern balear.

Hace 10 años, lamentó en estas páginas el tijeretazo del Govern de entonces, que tras la crisis financiera redujo su presupuesto un 50%. ¿Qué supuso ese recorte?

Fueron años duros. El presupuesto era muy reducido. Pero eso supuso una oportunidad: la de reinventarnos. Siempre me gusta ser positiva. Buscamos todo nuestro potencial para hacer cosas con nuestros propios medios. Por ejemplo, participar en actividades de campo científicas como la campaña de seguimiento de los hydrobates, que antes se encargaba. Cosas que se encargaban pasamos a hacerlas nosotros. Teníamos poco dinero y había que gestionar todo ese espacio. Pusimos mucho cariño, reinventamos las actividades de educación ambiental. Fue una época muy dura. Pero lo más duro no fue que faltara dinero.

¿Qué fue más duro?

Lo más duro fue que despidieron a compañeros. Tres en Ibiza. Y ya teníamos una plantilla más que reducida.

¿Cómo están ahora? ¿Hay suficiente personal?

Sí, esas plazas se recuperaron. Ahora, todas las plazas vacantes están cubiertas. El personal está compartido entre los dos espacios [con el Parque Natural de ses Salines], excepto los cargos técnicos. Eso no es lo ideal. Nos entendemos bien, no hay ningún problema entre nosotros. Pero siempre falta gente. Sería necesario aumentar plantilla, por supuesto.

¿Dan abasto para cubrir el área marítima que abarcan las reservas o necesitarían más recursos?

Uno de los grandes hitos conseguidos a base de hacer informes y gestiones fue tener vigilancia marítima, que antes no existía. Teníamos una embarcación, pero se utilizaba muy puntualmente, sólo para hacer salidas de trabajos concretos. Desde 2008 entraron los vigilantes marítimos. Fue un cambio importante. Para mí es una de las piezas más importantes de las reservas. ¿Damos abasto? Nunca das abasto porque julio y agosto son una locura. El perfil del usuario ha cambiado mucho. Cada vez hay más gente en el mar, cada vez hay más presión. Es difícil llegar a todo.

¿Han conseguido concienciar a los navegantes o siguen haciéndose los remolones e intentan desembarcar en los islotes?

Hay de todo. La gente de aquí y los navegantes que vienen todos los años están muy concienciados. De hecho, nos avisan cuando hay gente desembarcada… que a veces somos nosotros mismos. Hay ese perfil concienciado. Pero desde el confinamiento hemos notado un paso atrás en este sentido, sobre todo por la cantidad de gente que hay ahora en el mar…

Por el aumento del alquiler náutico.

Sí. Hay gente que o lo desconoce o hace que lo desconoce y desembarca en los islotes. Ha resurgido uno de los principales problemas que teníamos al inicio: vuelven a desembarcar en las islas. No saben que, inconscientemente, pueden causar molestias importantes en las colonias de aves y originar un desastre.

¿Hay furtivismo en las reservas?

Supongo. Oímos cosas, claro.

Hace unos días conocí a un grupo de estudiantes de Secundaria que no sólo no conocían la existencia de las reservas, sino que además parecían dudar de dónde está es Vedrà. Mal vamos. Y eso pese a vuestra labor divulgativa y pedagógica.

Hacemos un esfuerzo enorme en divulgar. Entiendo que no es lo mismo un parque al que puedes llegar a pie que este espacio, al que sólo puedes acceder con permiso y en una embarcación. Por eso hacemos las excursiones marítimas alrededor de los islotes y a sa Conillera, y divulgamos todo, lo que sea, mediante obras de teatro o de exposiciones o editando una guía submarina. Más que esto no sé qué hacer.

También les pregunté por el virot y me miraron como si hablara en persa.

Es una generación más atenta a la inmediatez, a las redes sociales… Quizás debamos dar el salto nosotros a esas redes. En Facebook ya intentamos comunicar estas cosas. Si tienes un mínimo de interés, esa información te llega. Vamos a tener que buscar un influencer.

La cito: los islotes de Ponent son el lugar más bonito para trabajar. ¿Por qué?

Estudié en un instituto de Sant Antoni. Desde jovencita era algo que ya tenía ahí al lado. Salía en barca con los amigos y pasábamos delante de los islotes. Todos son muy diferentes. Lo que más me gusta es que cada uno es totalmente distinto al otro. Son mundos distintos, únicos y exclusivos. Es Vedranell no tiene nada que ver con es Vedrà. Y encima están rodeados por esas aguas, que para mí lo son todo.

¿Cuáles han sido las mejores y las peores experiencias en estos 20 años?

Las malas, las que te he comentado: recortes, despidos, la eliminación de la parte terrestre… Y las buenas, poder conocer a investigadores con un bagaje que, ni en mis mejores sueños, jamás hubiera imaginado que alguna vez podría trabajar con ellos durante una jornada. O días que simplemente sales al mar y son perfectos. Una vez, en unas minves de gener, fuimos hacia es Vedrà y aparecieron delfines, que pasaban debajo de la barca; los peces espada saltaban al lado, y vimos peces luna y alcatraces. De todo.

Hip hop y charlas para celebrar el 20 aniversario del espacio natural

Las reservas preparan charlas sobre especies invasoras que afectan a espacios protegidos

Música y ciencia para celebrar 20 años de protección.

¿Por qué estudió Ciencias del Mar?

Siempre tuve claro que quería hacer algo relacionado con la naturaleza. En aquel momento me decantaba por Ingeniería Forestal. El polo opuesto. Pero un verano, un catedrático ibicenco muy entrañable me habló de dos nuevas carreras. Una de ellas era Ciencias del Mar. Bastó oír esas palabras para decidirme. Tuve la suerte de ir a Canarias a estudiarla. Es más dura de lo que la gente cree. Piensas que vas a ser Jacques Cousteau y no, es algo más amplio.

¿Y cómo le dio por el pádel?

De pequeña ya jugaba al tenis. En mi familia siempre ha habido raquetas. Es un plan que montamos unas amigas: darle a las palas mientras nuestros niños jugaban al lado.

¿Cómo van a celebrar el 20º aniversario, aparte de la ceremonia en Caló de s’Oli?

En marzo tenemos previsto un taller de hip hop para que los jóvenes saquen una canción vinculada a las reservas. Y también, junto al Parque Natural de ses Salines, celebraremos el primer encuentro científico para dar a conocer las investigaciones que han realizado en los últimos años en nuestros espacios naturales. En este caso, las charlas estarán relacionadas con gestión de especies invasoras: recuperación botánica de es Vedrà y s’Espartar, las lagartijas y sus depredadores, y el cangrejo azul.

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