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20º aniversario de las Reservas Naturales de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent

Huele a ‘virot’ en es Vedrà y es Vedranell

Logran acceder a una cueva de es Vedranell donde, como aseguraban los ‘virotadors’, anida la pardela balear. Próximamente intentarán demostrar que esa ave también cría en el islote próximo

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Oliver Martínez coloca una fototrampa en es Vedrà.

La orografía de es Vedrà y es Vedranell es tan accidentada que hasta el pasado año no se pudo comprobar que en las cuevas de ambos islotes anidan virots (Puffinus mauretanicus), que se incluye en el Libro Rojo de las aves de España como ‘en peligro crítico’ y aparece como ‘en peligro de extinción’ en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. En realidad, sólo se demostró la existencia de una decena de parejas en es Vedranell. En es Vedrà simplemente los olieron.

Como explican en un informe los agentes de Medio Ambiente (AMA) Esteban Cardona y Oliver Martínez, la información sobre la presencia de virots en ambos islotes es «escasa» y se reducía, básicamente, a «comunicaciones personales realizadas por los virotadors [cazadores de crías de pardelas baleares] de finales del siglo XX». En 1994, J.S.Aguilar publicó en el ‘Atlas de las Aves Marinas de Balears’ que, aproximadamente, debía haber 10 parejas en es Vedranell y 50 en es Vedrà, pero no llegó a verlas: se basó en «una apreciación poblacional» fundamentada en métodos de densidad subjetiva a partir de escuchas. De oírlas.

"Los estudios que tenemos hablan de que podían haber varias parejas, pero eran todo especulaciones. Nadie había bajado a las cuevas ni había visto los nidos".

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«No se habían inventariado las colonias ni se habían hecho censos. Había que confirmar que seguían allí los virots. Desde que se crearon las Reservas Naturales no se había hecho mucho trabajo de seguimiento, por la dificultad que entraña ese islote. Se habían estudiado otras colonias, pero no estas», cuenta el AMA Esteban Cardona: «Los virotadors iban antaño a es Vedranell, sobre todo. Los estudios que tenemos hablan de que podían haber varias parejas, pero eran todo especulaciones. Nadie había bajado a las cuevas ni había visto los nidos».

Nadie había descendido hasta allí porque es Vedranell «es un islote difícil de trabajar». Peligroso. Según Cardona, a las fuertes pendientes se suman los continuos «desprendimientos de rocas» y que buena parte es inaccesible: «Es complicado caminar allí y descender hasta las cuevas», donde los virots ocultan sus nidos de los depredadores.

El día 22 de marzo de 2021, hace un año, hicieron la primera prospección del islote «para dar una primera aproximación del número de parejas reproductoras». Trabajaron «de forma exhaustiva» en la zona conocida como ses Crestes, en el extremo norte de es Vedranell. Allí estudiaron los tramos accesibles de los acantilados costeros, los derrubios (depósitos de piedras originados por la erosión del relieve), las cuevas y las pequeñas cavidades. Consiguieron localizar los virots en una sola cueva, que se encuentra «en el peñasco situado más al norte». Próximamente realizarán una nueva inspección en un par más de la bahía interna de es Vedranell, s’Olleta, una denominada Gorra y la otra, s’Aigua, que «se supone que son mejores» que la visitada hace un año y donde en 2021 no pudieron desembarcar debido al estado del mar y a las dificultades de acceso que plantea ese islote. Con ‘mejores’ da a entender que las condiciones de habitabilidad son ideales para acoger a los virots.

Pared de ‘virotadors’

Cardona señala que en las cuevas hay aún señales del paso de los virotadors: «Conocían bien las cuevas. En la que encontramos los virots hay una pared interior construida por ellos para obligarles a pasar por donde les convenía para capturarlos. Lo mismo tienen 80 años esos muros artificiales. Tapiaban con piedras todas las entradas posibles y sólo les dejaban entrar por un par concretas». Tanto esfuerzo por construir ese muro para dirigir a las aves a un única salida y entrada hace pensar a los dos AMA que «su interior podría haber albergado una población importante de pardelas».

"Los 'virotadors' tapiaban con piedras todas las entradas posibles y sólo les dejaban entrar por un par concretas».

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En aquella única jornada confirmaron «la nidificación segura en ses Crestes de al menos 10 parejas». De ellas, tres fueron por observación directa de adultos incubando. Detrás de uno de esos nidos había uno de cormorán. Las otras siete eran entradas a sus guaridas desde la cámara principal en las que detectaron «claros indicadores de excrementos frescos». Y donde hay cacas hay virots. La peste es inconfundible. «Ya no hay misterio sobre si están allí o no. Están», concluye Cardona.

Cardona y Martínez consideran en su informe que debería instalarse una fototrampa «para averiguar cuántas aves podrían estar empleando la cámara principal, puesto que a juzgar por la gran cantidad de huellas y excrementos podría estar ocupada por un mayor número de parejas». La cámara principal de esa cueva de es Vedranell tiene «una base de arena consolidada sobre una zona de derrubios, que los virots emplean para sus nidos».

En la próxima incursión intentarán demostrar que también anidan en es Vedrà: «Tenemos indicios de que ahora hay virots allí, por sus defecaciones. Pondremos una cámara de fototrampa a ver si conseguimos detectarlos». Ya instalaron una hace un año en la entrada de una guarida, pero debido a un problema técnico no captó ninguna imagen. «En el atlas de nidificantes [editado hace 31 años] se habla de que los hay allí, pero nunca se ha bajado a las cuevas para comprobarlo. Se dice que están, pero no se han hecho prospecciones. Hay que constatar dónde y cuántos hay. Es lo que estamos haciendo ahora: poner en orden es Vedrà y es Vedranell», explica Cardona.

«Las cuevas que parecían adecuadas para los Puffinus mauretanicus estaban ocupadas por esos rumiantes. No sabemos si no los había en ellas porque estaban las cabras. Olían a corral. Estaban llenas de sus excrementos"

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En es Vedrà, las cabras se lo pusieron difícil a la pardela para que anidara: «Las cuevas que parecían adecuadas para los Puffinus mauretanicus estaban ocupadas por esos rumiantes. No sabemos si no los había en ellas porque estaban las cabras. Olían a corral. Estaban llenas de sus excrementos. Se supone que ahora, sin esos animales, todo irá a mejor».

Aquella misma jornada del 22 de marzo de 2021, hicieron prospecciones exhaustivas en la zona del faro de es Vedrà, entre sa Punta de sa Llisa y es Cap de sa Bestorre. Determinaron en aquella inspección las cuevas adecuadas, buscaron restos y marcas (huellas, plumón, excrementos en las entradas e interiores de las madrigueras y «el olor característico que desprenden los nidos») y geolocalizaron las zonas adecuadas para nidificar. Aquellas marcas y el olfato les llevó hasta es Pedregar de sa Galera de Fora, donde constataron «la presencia del virot durante la época de cría» en el islote tras localizar restos de excrementos y detectar su hedor. Ahora tienen que verificar su presencia.

Un islote de casi 700 metros de longitud

Es Vedranell se halla a unos 840 metros de la costa, tiene una extensión de 187.000 m², un perímetro de 2.835 metros y una altitud máxima de 123 metros. Entre las puntas de s’Enterrossall y la de s’Escullets hay unos 700 metros, según la Enciclopèdia de las Pitiusas. Tan pequeño espacio cuenta con las figuras de protección LIC (lugar de interés comunitario) y ZEPA (zona de especial protección para las aves), y está calificada como área de especial importancia para las aves por SEO BirdLife. Una de las amenazas son las ratas, que impiden la presencia de otras especies, como los paíños: «Como hay ratas, es más incompatible la existencia de Hydrobates pelagicus. Erradicar esos roedores es complicado». En es Vedrà también los hay, asegura.

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