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Los residentes de los Don Pepe tienen que salir hoy de sus casas al cumplir el plazo

Sant Josep forzará con un dispositivo policial la salida de las familias que todavía residen en el bloque A

Concentración de personas durante uno de los desalojos. V.MARÍ

Las familias que todavía residen en el bloque A de los apartamentos Don Pepe, en es Codolar, deben desalojar hoy sus casas tras cumplirse el plazo dictado por el Juzgado de lo Contencioso número 3 de Palma. Este será el tercer desalojo forzoso del bloque A, que hoy, tras la salida de los residentes en las escaleras 3, 4 y 5, debe quedar vacío por completo. El equipo de gobierno rehusó ayer dar ninguna explicación sobre el dispositivo policial que se montará para forzar la salida de las familias que residen en este inmueble declarado en ruina por el Ayuntamiento.

La presidenta de la Asociación de Vecinos de los edificios Don Pepe y portavoz de los afectados, Silvia Hernández, hace un llamamiento a las más de 6.500 personas que han apoyado con su firma la causa de los vecinos para que acudan hoy a «apoyar anímicamente» a los afectados. «Que los arropen ya que las administraciones nos han abandonado», dijo Hernández, que hoy vivirá el tercer desalojo. El primero que le afectó a ella que se produjo el 4 de junio del año pasado, (la escalera 1), luego el 23 de ese mismo mes (la escalera 2) y hoy. Como en las dos ocasiones anteriores, Hernández destacó que «el desalojo será pacífico» y los residentes «no opondrán resistencia» a las fuerzas policiales que se movilicen.

Un portavoz del Ayuntamiento explicó que de las familias afectadas (unas 24), ya hay nueve con las llaves de los apartamentos Bon Sol (el alojamiento provisional que ofrece el Consistorio durante dos meses prorrogables otros dos), otras tres ya han sido autorizadas para hacerlo y, aparte, otras siete están tramitando con los servicios sociales las ayudas para el pago del alquiler de otra vivienda.

Hernández calcula que unas 50 personas están afectadas por este tercer desalojo, entre ellas cinco menores y un bebé. «Es un trago muy amargo. La gente está muy mal anímicamente», lamentó la portavoz de los afectados, que, recuerda, vivió dos meses en los apartamentos Bon Sol. «Es algo muy temporal. Es una habitación con una o dos camas y una cocina con una nevera de hotel. No sé cómo se organizarán las familias con niños», dijo.

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