La imponente figura del buque de transporte ‘Red Zed 1’ se hizo ayer visible en la bahía de Sant Antoni sobre las 13.30 horas. Faltaban 37 minutos para que quedara fondeado en el punto exacto elegido, para el final de un periplo de 18.920 millas náuticas que se inició el pasado 4 de julio, hace casi dos meses, en el pequeño puerto de Ketchikan, en Alaska. Su carga, dos nuevos barcos rápidos adquiridos por alrededor de 5,5 millones de euros por la naviera ibicenca Trasmapi.
La derrota del ‘Red Zed 1’, de 216 metros de eslora por 43 de manga, le ha llevado por el Océano Pacífico, el canal de Panamá y el Océano Atlántico, donde llegó el pasado 10 de agosto. Y sin incidencias gracias a que no ha sufrido temporales. Incluso ayer arribó al puerto de Sant Antoni con casi media hora de antelación. Ahora, y según explicó Marcos Marí, CEO de Sercomisa, empresa matriz de Trasmapi, los profesionales invertirán «un par de días» en liberar a los dos ferris, fuertemente sujetos por cabos de alta tensión y grandes topes metálicos soldados al casco de la cubierta de su transporte.
Antes, la naviera ibicenca ha comprobado, mediante un robot, que el fondo sobre el que ha lanzado el ancla el carguero, a 33 de metros de profundidad, «no hay posidonia». Aunque a esa profundidad es complicado que esta planta marina sobreviva, «aún así hemos querido hacer una prospección previa para asegurarnos de que no provocamos ningún daño», matizó Marí.
Una vez que los barcos estén liberados de sus principales sujeciones al buque se iniciará la maniobra para sumergir parte del carguero. Cuando los dos ferris estén al nivel del mar, que floten, abandonarán el espacio que ocupa el ‘Red Zed 1’ y podrán navegar hacia su próximo destino.
Es la primera vez que se lleva a cabo una operación de estas características en Ibiza y Formentera, que está condicionada además por el estado del mar y la incidencia del viento: «Se corre el riesgo de dañar los ferris cuando el mercante se esté sumergiendo», advierte el CEO de Trasmapi.
La llegada del transporte se ha retrasado porque estuvo retenido en el Canal de Panamá, donde en los últimos meses se ha creado un cuello de botella debido a la crisis sanitaria y a las restricciones en la movilidad internacional. En total, tuvo que esperar más de dos semanas para atravesar este nexo de unión entre dos océanos.
Marí explica que el traslado de los dos ferris ha sido una «operación larga y compleja, también cara, pero que se ha desarrollado dentro de lo previsto» inicialmente por la naviera que dirige.
