Diario de Ibiza

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Entrevista
Carlos Luis Errando Oyonarte Jefe del servicio de Anestesia y reanimación del hospital Can Misses

Jefe de Anestesia de Can Misses: “La anestesia general da reparo, incluso miedo”

Carlos Luis Errando quiere poner en marcha las unidades del dolor y de atención prolongada a los pacientes operados, así como potenciar la docencia e investigación entre los profesionales

Carlos Luis Errando Oyonarte, en el Hospital Can Misses.

Aunque sus apellidos suenan vascos, el nuevo jefe de Anestesia y Reanimación del Hospital Can Misses es valenciano. Carlos Luis Errando Oyonarte estudió Medicina en la Universidad de Valencia, excepto el tiempo que tuvo que hacer la mili, durante el que cursó la carrera en la Universidad de Cádiz. En aquel momento, explica, «no estaba tan de moda» hacer la residencia de forma inmediata. «Intentabas trabajar en centros de salud en pueblos», indica el anestesista, que tras presentarse dos veces al MIR de Medicina de Familia, decidió tomarse un año que dedicó por entero a prepararse para el de Anestesia, que hizo en el Hospital La Fe de Valencia, tras lo que pasó al Hospital Universitario. Ha sido director médico de servicios quirúrgicos, tutor de residentes y director de tesis. Llegó a Ibiza en febrero para ocupar la jefatura del servicio de Anestesia y Reanimación, plaza de la que se enteró «por casualidad».

¿Cómo llega a Ibiza?

Pues un poco de casualidad, porque hay convocatorias que no trascienden mucho. Una compañera del Hospital General de Valencia que conoce a una cirujana de aquí puso en el chat del servicio que había salido la convocatoria de la plaza aquí y decidí presentarme. ¡Y aquí estoy!

Se hace cargo del servicio en plena pandemia.

Me encontré con la situación de pandemia, aún teníamos en Cirugía Mayor Ambulatoria pacientes de UCI, ocupada casi al cien por cien por pacientes covid. La actividad quirúrgica estaba detenida. Venía del Hospital General de Valencia, donde las UCI las lleva Anestesia. Allí la primera ola fue peor que la tercera, que fue peor aquí. Desgraciadamente estaba acostumbrado a tratar a ese tipo de pacientes y a estar implicado tanto en la gestión pura como en el tratamiento médico y clínico.

« Lo primero por lo que te preguntan profesionales que se plantean venir a Ibiza es por la vivienda»

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El servicio lleva tiempo en el punto de mira por la falta de profesionales. ¿Qué es lo primero que pensó al llegar?

Venía relativamente avisado, porque la dirección médica se puso en contacto conmigo para comentarme la situación, sabía de la precariedad de la plantilla. Es una carencia muy importante desde el punto de vista asistencial, no sólo porque no podemos cubrir toda la actividad quirúrgica y reducir las listas de espera, sino también porque lo limitado de nuestra plantilla nos impide hacer otras tareas que conlleva la especialidad, como prestar atención a determinados pacientes críticos y a unidades del dolor. Incluso restringiéndonos al área quirúrgica estamos un poco bajo mínimos.

La única solución es contratar más profesionales, ¿no?

Eso sería lo ideal. La plantilla, para la población que atendemos, debería ser aproximadamente de un tercio más, alrededor de 21 anestesistas, por lo menos. Las administraciones siempre aducen, viéndolo de manera simplona, que lo único que hacemos es pedir más profesionales, que es lo más caro. No se dan cuenta de que las plantillas no se pueden calcular con estándares cerrados y concretos, hay que contar con bajas maternales, enfermedades, incidencias... Siempre hay que tener un margen para poder atender a la población en condiciones.

¿Y soluciones imaginativas?

Esto no pasa sólo aquí. En otras áreas hay una situación muy similar. ¿Soluciones imaginativas? Se intenta hacer muchas cirugías ambulatorias, que disminuyen los requerimientos anestésicos. Y se hacen horas extras, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Viene bien porque se cobra un poco más, pero supone dedicar un montón de horas más.

¿De verdad es tan complicado encontrar anestesistas?

Es un problema crónico. No tanto porque no haya muchas plazas, que las hay. En las plazas de MIR, Anestesia es la tercera especialidad en número de plazas después de Medicina de Familia y Pediatría. Ahora se nos requiere para todo. Para sedar a los pacientes en exploraciones invasivas, que antes no se hacía, además de la actividad quirúrgica y las otras funciones que te he comentado antes. A pesar de salir muchos, nos quedamos cortos. Y con la pandemia la situación ha empeorado.

« La plantilla debería ser de al menos un tercio más, de unos 21 anestesiólogos»

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¿Y eso?

El anestesiólogo, al ser un especialista bastante flexible, es un multiusos. Estamos en los quirófanos y cuando hemos tenido que cerrarlos hemos podido atender a pacientes críticos en las UCI, en el caso de Can Misses, en colaboración con los intensivistas. Muchas administraciones han convocado plazas y puestos extraordinarios porque hacían falta para seguir atendiendo a estos pacientes y los turnos se duplicaban y triplicaban. Esto aún se mantiene, por lo que no hay personas disponibles.

Aquí siempre se dice que es complicado atraer sanitarios por la vivienda.

Sí. Desde febrero no he estado parado y junto con la dirección médica hemos estado buscando la forma de incorporar profesionales. He entrevistado a entre siete y diez personas que podrían haber venido y lo primero que preguntaban era por la vivienda, que es un escollo difícilmente salvable porque no depende de nosotros.

¿Cómo podría ser Ibiza un destino más atractivo?

En cuanto a actividad clínica, Can Misses es suficientemente atractivo. Aunque es comarcal, tenemos especialidades quirúrgicas que no tienen otros hospitales de la misma categoría: cirugía maxilofacial, vascular, plástica... Eso no supondría un problema importante para un anestesiólogo joven que no quisiera encasillarse en cirugías menores. Es un hospital atractivo. Pero con el plus de insularidad que se paga aquí es difícil que cualquiera que busque un alquiler piense que ese extra le pueda compensar. Ése sigue siendo el problema más importante para atraer gente. El resto de atractivo de la isla es obvio.

Se vive bien, ¿no?

Sí. Hasta ahora no he encontrado inconvenientes. Imagino que los que están interesados en venir eso ya lo saben. Yo no había estado aquí más que el verano pasado. A pesar de lo atractiva que pueda ser la isla, el principal problema que ven es la vivienda.

Está la residencia para profesionales, donde ha estado uno de sus médicos.

Tiene sus limitaciones. Te permite un poco de comodidad mientras buscas una vivienda a medio plazo. Puede servir para quien venga solo, pero no si llega con familia, que sería lo ideal.

¿Ha llegado para quedarse?

Cuando uno gana una jefatura de servicio la idea es desarrollar un proyecto. Ésa es mi intención. No soy tan joven y el factor edad habrá que tenerlo en cuenta a largo plazo, pero no es algo inmediato.

¿Cómo consiguieron a los dos anestesistas contratados que estaban en Mallorca y Menorca?

Ha sido casualidad. Las casualidades ayudan, a veces. Hubo una oferta pública de empleo y se asignaron algunas de las plazas que esos profesionales estaban ocupando de forma interina. Se quedaron sin trabajo en el lugar en el que estaban. Han venido por eso, pero también hay que decir que tenían otras ofertas. En otros lugares, como Barcelona, pero también en la misma isla donde estaban. Y optaron por venirse con nosotros. Por si nos leen fuera de Ibiza, seguimos teniendo la posibilidad de contratar, según me dijo la dirección médica, al menos tres anestesiólogos más.

¿Cuáles son sus objetivos al frente del servicio?

Ampliar el campo de la especialidad. Sé que es un objetivo complicado por lo escueto de la plantilla y por la tradición hospitalaria, que a veces impide el desarrollo de determinadas áreas. Si no se puede crear una unidad de tratamiento del dolor crónico, al menos que algunos profesionales del servicio puedan tratar a estos pacientes, que hay que trasladar ahora a Mallorca. También consolidar una unidad de atención prolongada del paciente postquirúrgico, que se envía a la UCI. Sería un equivalente a una sala de despertar prolongada, donde estarían los pacientes 24-48 horas a cargo de los anestesiólogos. También hablé con el jefe de Cirugía para revisar los procesos quirúrgicos y ver si alguno de ellos se puede hacer ambulatoria para aligerar la carga del hospital en pacientes ingresados.

Esto último también serviría para agilizar las listas de espera.

Sí, claro. Los ambulatorios son procedimientos más cortos.

¿Se puede hacer algo más con las listas de espera?

Primero, analizar lo que se está haciendo para ver los tiempos y optimizarlos. Es lo más sencillo, pero hay que tener formas objetivas de medir y puede mejorarlas pero no las disminuye mucho.

¿Este verano mantendrán la actividad quirúrgica de cara a aligerar las listas de esperar o se reducirá?

En verano siempre se reduce la actividad porque el personal debe tomar vacaciones. Y más en este año de pandemia. Los sanitarios necesitan sus vacaciones, las que le tocan, que no se ha dado ningún premio. Estamos intentando repartirlas entre los meses de verano, respetando la legalidad y las preferencias, para intentar mantener la actividad quirúrgica al máximo que permita la plantilla. No podemos tener todos los quirófanos llenos. Además, los cirujanos y el personal de enfermería también tienen vacaciones.

¿Tiene algún otro proyecto?

Sí. En la candidatura que presenté hablaba también de la docencia y la investigación, en la que tengo mucho interés. Hay que potenciarlo. Hice investigación experimental y clínica en el campo de la anestesia de reanimación y el tratamiento del dolor. En cuanto a la docencia, fui tutor de residentes y dos años profesor de Fisiología en Medicina en la Universidad Católica de Valencia. He dirigido doce tesis doctorales y una de las cosas que ofrecí a los miembros del servicio fue ampliar su currículum con el desarrollo de tesis doctorales.

Han formado parte de equipos multidisciplinares durante la pandemia para atender a pacientes críticos. ¿Qué han sacado de esa experiencia?

Tal como está aquí la situación, ha servido para que los profesionales, que estaban perfectamente preparados, hayan estado haciendo guardias como un intensivista más. Atendiendo a pacientes covid y no covid. Hemos podido desarrollar un poco una de las parcelas para las que estamos preparados porque forma parte de nuestra especialidad y aquí no se hace.

Hay profesionales que vienen de Mallorca regularmente para echar una mano. ¿Cómo se organiza esta colaboración?

Contacté con los jefes de servicio y las gerencias de los hospitales para ver la disponibilidad que tenían para cubrir algunos puestos y así poder optimizar la actividad quirúrgica. Vimos que era factible y lo que hacemos es que se adapten a nuestra necesidades. Es decir, los días que disponemos de menos profesionales, si ellos cubren un puesto de guardia podemos contar con un profesional más para un quirófano durante dos días. Nos solucionan bastante porque nos permite aumentar la actividad quirúrgica diaria. Y si vienen más días, más aún.

Vamos con los pacientes. Muchos tienen más miedo de la anestesia que de la operación.

Sí, sigue pasando. En la consulta preanestésica intentamos conocer al paciente que pasará por el quirófano y, dentro de lo posible, optimizar su situación. Es algo que nos dicen mucho. En los últimos años quizás menos. Cuando hablamos de anestesia general a todo el mundo le da un poco de reparo, cuando no miedo.

¿Los pacientes intentan convencerles para que no les pongan anestesia general?

Sí. En esa consulta una de las cosas que plantean es el tipo de anestesia que se usará. Hay pacientes que la necesitan general sí o sí, aunque se puede combinar, y otras intervenciones que se pueden hacer con anestesia regional. Disponemos de un montón de posibilidades. La anestesia regional generalmente se asocia con sedación, el paciente está sin dolor y confortable desde el punto de vista psicológico.

¿Y al revés? ¿Hay gente que les pide que les duerman del todo para no enterarse de nada?

También. De hecho, muchas veces las propuestas del anestesiólogo no son cerradas. La mayoría de intervenciones se pueden hacer con diversos tipos de procedimientos anestésicos. Viendo al paciente se selecciona el que le irá mejor a esa persona en concreto. La anestesia, como la cirugía, no deja de ser una agresión a la fisiología del cuerpo e intentamos que sea la mínima posible. Una agresión y una defensa a la vez.

Ya en el quirófano. ¿Les dan muchos sustos los pacientes?

No. Fíjate que la morbimortalidad por la anestesia ha disminuido de forma exponencial desde hace unos 50 años. Es una de las especialidades más seguras que hay. De hecho, es una de la especialidades punteras en los temas de seguridad del paciente. Inició los procedimientos de seguridad del bloque quirúrgico casi simultáneamente con la aviación. Se ha desarrollado mucho. Se suman dos cosas: que los fármacos y medicamentos que usamos ahora son mucho más seguros que hace décadas y la seguridad específica, que se controla a diario. Además, los pacientes tienen que tener la tranquilidad de que el anestesiólogo está bien formado y que es un especialista muy preocupado por la seguridad. Y de que la morbimortalidad ahora mismo es muy baja.

¿Le han anestesiado alguna vez?

Sí, unas tres veces, que recuerde. La primera cuando era pequeño y me operaron de amígdalas en casa del otorrino, en la típica consulta que estaba en el domicilio del cirujano. Luego otras dos veces por traumas: una rotura del tendón de aquiles jugando al frontón y una fractura de peroné esquiando.

¿Cómo vivió la anestesia desde el otro lado?

Bien, creo que soy buen paciente, pero no sabría decirte. Me dejé llevar. Confías en los compañeros que están en ese momento en el quirófano, cuidando de ti. Tanto en los cirujanos como en los anestesiólogos. Intenté no influir en sus decisiones en cuanto a procedimientos y técnicas.

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