Virginia y César, de la Cruz Roja, se dedicaron ayer por la mañana a repartir en las paradas de autobuses del Cetis y las situadas frente al nuevo edificio de Juzgados, en la avenida Bartomeu de Roselló de Vila, mascarillas de un solo uso para los usuarios del transporte público. También repartió un voluntario de Protección Civil.

Desde ayer, es obligatorio el uso de mascarilla para subir a un autobús o un taxi. Sin embargo, debido a la poca gente que usa el transporte público, durante una hora este diario pudo comprobar que los dos voluntarios de Cruz Roja repartían más mascarillas a personas, sobre todo mayores, que estaban paseando o iban a comprar, que a usuarios de las líneas de autobús. «Hay muy poco movimiento», explicó César, que agregó que, además, la mayoría de las personas que tenían que usar el autobús ya llevaban consigo desde casa una protección para la boca y la nariz.

Algunas personas que paseaban incluso con mascarilla, al ver a Virgina y César, se paraban y preguntaban si podían obtener alguna más «Aprovecho y cojo dos mascarillas y otra para mi mujer», decía Enrique, un jubilado, que lamentaba el precio que tenía que pagar por cada una de ellas en las farmacias.

Los voluntarios de la Cruz Roja recordaban constantemente a la gente que las mascarillas que repartían eran de un solo uso y no se podían reutilizar. «Estas no se pueden limpiar. Son de usar y tirar», repetían.

María, una mujer de Vila, explicó que, en su caso, ella no lleva protección en la cara cuando sale a la calle. «No puedo aguantarlo», dijo, al tiempo que se mostraba muy crítica con el confinamiento. «Hay mucho engaño», decía. En cambio, Dori destacaba la importancia de salir de casa «protegida», sobre todo para ir al supermercado.