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«A las limpiadoras ya nos ven»

Dos trabajadoras de la limpieza de Can Misses explican cómo ha cambiado su trabajo

«A las limpiadoras ya nos ven»M. TORRES

«Ahora, los médicos, enfermeras y auxiliares nos miran de otra manera», afirma una de las limpiadoras que se ocupa de la planta F de Medicina Interna del Hospital Can Misses, destinada únicamente en estos momentos a enfermos con coronavirus. «Antes no nos prestaban mucha atención, pero desde que esto empezó somos una familia, miramos todos los unos por los otros», continúa esta empleada de limpieza, que asegura que para ella y sus compañeras el trabajo «se ha duplicado e, incluso, triplicado». «Hay mucho, mucho más trabajo», indica.

Este incremento de la carga se debe no sólo a que ahora ponen «más cuidado del habitual» en su labor sino, además, a que invierten bastante tiempo en ponerse y quitarse los equipos de protección. Les han dado un curso de cómo deben hacerlo para evitar contagiarse. Para algunas de las limpiadoras este curso ha sido un recordatorio, ya que hace un par de años también recibieron el de los equipos de protección del ébola.

«Antes, en la planta F había dos personas y ahora pueden ser tres e, incluso, cuatro», indica esta limpiadora, que detalla que para desempeñar su labor llevan buzos completos, mascarillas, gafas, alzas y, en ocasiones, varios pares de guantes. Desde que comenzó el coronavirus, indica, no consigue deshacerse del olor a lejía. Poco antes de que la pandemia llegara a Can Misses, recuerda, les cambiaron los productos con los que habitualmente limpian por otros «más fuertes». «Pero lo que de verdad lo mata todo es la lejía», comenta. Los efectos de tantas horas limpiando con ella no se limitan al olor. También los nota en la garganta y en que la comida no le sabe igual que antes. Asegura que no le pesa si sabe que con ello están garantizando que no haya contagios.

Ánimo para los pacientes

Ánimo para los pacientes

En estos momentos invierten una media hora en la limpieza de cada una de las habitaciones ocupadas por enfermos confirmados de Covid-19. Un tiempo que, explican las trabajadoras, si los ingresados se encuentran bien aprovechan para hablar con ellos y «tratar de animarles un poco», ya que algunos llevan mucho tiempo sin salir de la habitación del hospital y relacionándose únicamente con los trabajadores de la planta. «Les das un poco de conversación, intentas que se rían», indica esta limpiadora que, a pesar de esto, confiesa que tiene miedo a contagiarse. En las últimas semanas ha sufrido «dos o tres ataques de ansiedad» y señala que durante la primera semana se tomaba la temperatura «cada diez minutos» porque tenía la sensación de que se encontraba mal y estaba convencida de que se había contagiado.

Y eso que toma todas las precauciones posibles: es muy escrupulosa con el material de protección, se ducha antes de salir del trabajo y se cambia dos veces de zapatos antes de entrar a casa. «Y cuando llego a casa me quito toda la ropa y la meto en la lavadora directamente», señala. Por suerte, indica, ahora ya les lava y desinfecta la ropa de trabajo la propia empresa. «Antes teníamos que llevárnosla nosotras y lavarla en casa», señala, una situación que denunciaron a través del sindicato CGT, que reclamó la atención de Inspección de Trabajo y que determinó que no debían ser las empleadas del servicio de limpieza, uno de los que gestiona la concesionaria Gran Hospital Can Misses, las que se ocuparan de limpiar los uniformes.

Los nervios de estas jornadas le han hecho perder «cuatro o cinco kilos» y eso que a la planta llegan muchos días dulces y comida de empresas de la isla que quieren hacer un poco más agradable el día a día del personal que se encuentra en primera línea. Algunas compañeras, indica, no han soportado la presión de estos días.

Una planta «entretenida»

Una planta «entretenida»

Otra de las trabajadoras asegura que durante los primeros días de la pandemia no se reforzó el servicio de limpieza de la planta reservada para coronavirus. «Entre ponernos y quitarnos los equipos de protección individual (EPI) y poner más cuidado en todo apenas nos daba tiempo de hacer el trabajo», comenta, destacando que deben ocuparse de todo: las habitaciones con sus baños, el pasillo, los controles de enfermería, la habitación de los sanitarios, despachos y baños exteriores. Así, asegura que en ocasiones llegaba el final del turno sin que hubieran podido acabar de limpiar todas las habitaciones.

«La planta en la que están ingresados esos enfermos es, ya de normal, más entretenida, ya que suele haber aislados, pero ahora lo es aún más», indica. En este sentido detalla que deben cargar ellas mismas con todo lo necesario para la limpieza pero, también, para los residuos. En algún momento, indica, le han echado una mano otros profesionales de la planta al ver que ella no podía con todo. «Tienes que tenerlo todo muy preparado, llevarte todo el material y subir todos los contenedores de desechos y material específico para cada habitación. Si te olvidas algo tienes que ir luego a buscarlo y pierdes tiempo», comenta. En ocasiones, cuando estaba claro que no podían con todo, les enviaban como refuerzo a una de las limpiadoras de Urgencias. «Pero entonces allí se quedaban sólo con una persona», indica esta empleada, que también ha sufrido miedo y ataques de ansiedad.

Esta limpiadora critica que durante los primeros días no tenían suficiente material de protección y que debían ponerse una bata de quirófano por encima del buzo. Señala, además, que en los vestuarios y la zona en la que recogen el material para la limpieza a veces «no había ningún orden». «Nos agolpábamos todas», indica la limpiadora, que reflexiona sobre la carga de trabajo que soportan estos días y que equipara con la que desde hace unos años llevan denunciando las kellys de los hoteles.

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