El primer rector de universidad que ha dado Ibiza (nació en Sant Joan) pronunció esta semana una conferencia sobre ´Sociedad y conocimiento´, en la que Francesc Torres Torres abordó cuestiones como la educación de los jóvenes, los desafíos de las nuevas tecnologías y las oportunidades que presentan.

¿Qué supone para usted dirigir la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), una de las más prestigiosas de España?

Para mí, dada la reputación que tiene la Politècnica, es un privilegio poder dirigir esta universidad. Nuestro día a día es impulsar políticas de formación, tener presencia en la sociedad, en los ayuntamientos, en la Generalitat, y sobre todo en la industria. Al ser una universidad tecnológica, nuestra obligación es dar respuesta al tejido industrial cercano. Yo siempre digo que antes la Universidad era un lugar donde los estudiantes no se sabía muy bien de dónde venían, aquí les explicábamos lo que queríamos y luego no sabíamos a dónde iban. Pero antes la vida era más tranquila, y ahora hemos de ser más eficientes. Creo que el sistema universitario catalán, en general, en los últimos treinta años, ha hecho un trabajo excelente, y con una fracción de la financiación que tienen otras universidades europeas, ya no digo americanas, donde se multiplica por cien.

Y al ser una institución con este peso social ¿está también sometida a presiones desde los poderes políticos? Con motivo del procés independentista catalán ¿han llegado esas presiones al mundo universitario?

Hombre, la verdad es que mentiría si dijera que todo el procés no ha impactado sobre el funcionamiento de las universidades. En el caso de la Politècnica, como está muy centrada en carreras de ingeniería y similares, pues hemos estado un poco al margen. Yo hice mi campaña electoral para rector entre el 15 de septiembre y el 15 de noviembre del año pasado, que fue una época llamémosle interesante, por decirlo de alguna manera. Nosotros siempre nos presentamos como un equipo plural, transversal y estrictamente centrado en un proyecto académico, y además de excelencia. Dentro de la universidad, la gente está dividida, como lo está el conjunto de la sociedad catalana. Nosotros, como proyecto académico, hemos mantenido la neutralidad.

La crisis económica provocó importantes recortes en la investigación tecnológica e incluso una fuga de cerebros desde España a otros países. ¿En qué situación se encuentra ahora?

Estamos bajo mínimos, la verdad. La financiación de las universidades en Cataluña ha caído un 30% en los últimos años. Es un descenso muy grande. Y los proyectos de financiación, tanto desde el Ministerio como desde la Generalitat, han caído a la mitad. ¿Qué hemos hecho? Como no hay financiación aquí, la UPC ha ido a Europa. Somos la tercera entidad española en proyectos europeos. La verdad es que somos muy competitivos. Sólo estamos por debajo del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), teniendo la mitad de personal. ¿Qué problema hay? Que vivimos de rentas. Se han parado las inversiones en infraestructuras y no se renuevan las plantillas. Tienen una edad muy avanzada y no entra gente nueva. Pero la verdad es que nuestro nivel de empleo es muy alto. Nuestros titulados encuentran trabajo. En tres meses lo hace el 96%, en tres años el 65% con contrato indefinido. No podemos dar suficiente personal cualificado para atender todo lo que pide la industria, porque cada vez se necesitan más profesionales cualificados. ¿Cuál es el drama? Pues que el 10-15% de la gente más brillante se van fuera, a Alemania, Inglaterra, Francia o Estados Unidos.

Usted ha trabajado en la ESA y la NASA, sobre todo con el satélite SMOS para el estudio del clima. ¿Qué es lo que más destacaría de la experiencia de trabajar en esos centros internacionales?

Trabajar en un ambiente internacional, de alta tecnología, lo primero que hace es quitarte complejos. Aquí estamos muy bien formados. Cuando vuelves, aprecias mucho más la formación que tienes. La formación que hay en España en general y en Cataluña en particular, está al mismo nivel de otros lugares del mundo. Lo que pasa es que los grupos son más pequeños, tienen menos gente. Pero el nivel es muy bueno. Y además es una experiencia que te abre la mente. La mejor universidad que hay en el mundo es viajar.

¿Cómo se encuentra actualmente la industria aeroespacial en España?

Nosotros siempre hemos trabajado con Construcciones Aeronáuticas SA (CASA-Espacio), que ha cambiado y ahora es Airbús, y es una empresa muy importante. Luego hay otras pequeñas tecnológicas que trabajan para el sector aeroespacial europeo. No es una industria muy grande, pero hay pequeñas empresas muy competitivas que normalmente trabajan en consorcios europeos.

Pero incluso hay parte del equipamiento técnico de sondas marcianas que ha sido construido en España...

Sí. Por ejemplo, los principales sensores de los rovers enviados a Marte están hechos en la Universitat Politècnica de Catalunya, aunque sea algo que no se comenta mucho. Los sensores de humedad, de tierra y toda su electrónica está hecha en la UPC. Y el satélite SMOS fue el primero cuya construcción estuvo liderada por una empresa española, que fue CASA. Se lanzó en 2009. Hace mapas globales de salinidad y humedad que permiten elaborar mapas climáticos y prevenir inundaciones, sequías...

Usted pronunció una conferencia en la sociedad Ebusus donde habló, entre otras cosas, del impacto que tiene la tecnología sobre la sociedad...

Cada vez la tecnología tiene más impacto sobre la sociedad, con consecuencias éticas, como pueden ser la privacidad o el control de masas. Ya se ha visto en las elecciones de Estados Unidos, que claramente han sido manipuladas. No sólo se ha de hablar de tecnología, sino también de componentes éticos, filosóficos, espirituales...

¿No nos encontramos ante el peligro de un desbordamiento tecnológico, de una saturación de técnica?

Bueno, la tecnología no es buena ni es mala. La energía atómica sirve para construir centrales nucleares que produzcan electricidad y sirve para construir bombas. La tecnología es neutra. El cómo se utilice ya depende de los políticos. La tecnología es una herramienta.

Pero precisamente da la sensación de que la humanidad está dejando de lado esos componentes humanísticos y filosóficos. ¿Puede quedar esto al margen?

No. Son aspectos absolutamente esenciales. Un mundo mejor no es un mundo con más bienes materiales, sino donde la convivencia sea mejor. Hemos de ver cómo la tecnología nos puede ayudar a tener una mejor convivencia. Y es algo a lo que en la UPC damos mucha importancia. Este año, por primera vez, la conferencia inaugural la pronunció una filósofa, Marina Garcés.

Pero el propio Parlamento Europeo ya ha anunciado que va a legislar contra cosas como los robots asesinos. No es ciencia ficción, es algo que ya esta aquí.

No es ciencia ficción. Hay muchos temas, como la manipulación genética, los robots, los coches autónomos... Ha de haber una reflexión y nos enfrentamos a lo desconocido. También pasa lo mismo con las redes sociales: la gente no es consciente de que lo que cuelgas en la red ya no es tuyo y no sabes qué uso se hará de ello... Como sociedad hemos de aprender modales en la educación digital.

¿No puede suceder que los avances tecnológicos vayan por delante de la capacidad de la sociedad de regular su uso?

Bueno, los avances tecnológicos siempre van por delante de la regulación. Sólo se regula cuando hay un problema. Pero, al menos, si se empieza a ser consciente de los problemas que puede causar la tecnología, ya sería un avance.

¿Cómo ve Ibiza, en general, desde fuera?

Ibizaes un volcán de experiencias. Creo que para realizar aportaciones vanguardistas en materia sociológica, Eivissa es el mejor lugar del mundo. Hay una mezcla de personas, intereses, actividades sociales (no sólo turísticas) que hacen única a esta isla. Sirve para hacer grandes aportaciones a la sociología mundial, gracias a lo que hay aquí los doce meses del año, y digo doce, no sólo los meses de la temporada de verano.