El proceso de canonización de los 21 religiosos asesinados en las Pitiusas entre agosto y septiembre de 1936 dio ayer un nuevo paso con el inicio de las exhumaciones de las víctimas. El primer desenterramiento tuvo lugar, desde las 10.30 horas, en el cementerio parroquial de Santa Eulària, situado en el Puig de Missa, junto al templo. El tribunal de la diócesis para esta causa de canonización buscaba los cuerpos del sacerdote Antonio Tur Costa y de su padre, Antonio Tur Clapés, asesinados el 8 de agosto de 1936 a las puertas de la iglesia de Sant Carles, de donde el capellán era ecónomo.

También querían encontrar los restos de Vicent Tur Costa, hermano del sacerdote, rematado una jornada después por los milicianos republicanos. Pese a abrir varios nichos, no encontraron el que buscaban. Mañana volverán a intentarlo en una zona anexa a donde ayer trabajaron. Según las pistas dadas por Catalina Tur, hija de Vicent Tur Costa y ya nonagenaria, su padre estaba enterrado junto a su abuelo, mientras que el párroco se hallaba en un nicho aparte.

Los forenses y el tribunal eclesiástico encargados de esta parte del proceso de canonización se desplazan hoy a la catedral para acceder a la cripta donde se enterró a un centenar de ciudadanos que fueron asesinados tanto en el castillo, la noche del 13 de septiembre de 1936, como en otras zonas de Ibiza, durante las semanas previas. Será un trabajo muy complicado, especialmente el de identificación, dado el número de cuerpos allí depositados.

Composición del tribunal

El tribunal está presidido por el obispo, Vicente Juan Segura, que sólo visitó durante unos minutos, a mediodía, el cementerio de Santa Eulària, si bien hoy presidirá la exhumación en la catedral. Vicente Juan delegó ayer la presidencia en el vicario judicial, Antonio Torres. Además, participa el religioso Ramón Fita, perteneciente al arzobispado de Valencia, un especialista en causas de canonización que, según explicaba ayer, ya ha practicado dos centenares de exhumaciones en Valencia para canonizaciones relacionadas con los crímenes cometidos durante la contienda civil. Como secretario actuó José Martínez Franco, que hasta hace unos años fue secretario del obispo en Ibiza y que además es canónigo de la catedral. Miguel Ángel Sánchez, hasta octubre de 2016 párroco de Sant Miquel y delegado diocesano de Cáritas en Ibiza, tiene en esta causa el papel de promotor de Justicia, que es el equivalente al fiscal de los tribunales civiles. Además, Sánchez es vicario judicial adjunto de la diócesis pitiusa.

La primera búsqueda se llevó a cabo en una antigua pared repleta de nichos que, dado su extremo deterioro (muchas lápidas están rotas y abiertas y desde fuera incluso se ven los huesos), fue cubierta y techada hace lustros. Dos puertas, una con doble candado, dan acceso a esa estancia, cuyo suelo está situado a dos metros de profundidad. Para acceder, los forenses y obreros tuvieron que descender por una escalera metálica y trabajar iluminados por una potente linterna. En las semanas previas, se extrajeron de allí varias toneladas de escombros con los que se había rellenado esa cavidad, según detalló Sánchez. El jueves repetirán la búsqueda en una zona anexa que, igualmente, deberán vaciar antes de toneladas de residuos. Siguen las indicaciones de Catalina Tur, que ayer, pese a su avanzada edad, acudió al camposanto para asesorar al tribunal.

Participaron en los trabajos de exhumación el forense de los juzgados de Ibiza, Juan Ramón Sancho-Jaráiz, que lo hizo a modo de colaborador del médico forense Rafael Vargas y, sobre todo, de Nicolás Márquez Grant, ibicenco de 41 años de edad que es antropólogo forense, doctor en Arqueología y Antropología Física, profesor de la Universidad de Oxford y director del Máster de Arqueología y Antropología Forense de la Universidad de Cranfield. Márquez ha venido expresamente desde el Reino Unido para encontrar e identificar los cuerpos de los 21 religiosos que perdieron la vida violentamente en el verano de 1936.

A dos metros bajo tierra

Ataviado con mono blanco, mascarilla y guantes de látex de color morado, Márquez rebuscó durante toda la mañana en diferentes nichos, para lo cual tuvo que abrir lápidas y examinar los cadáveres de su interior. Donde inicialmente creían que podrían encontrarse el cura y su padre y hermano, hallaron los restos de una pareja. La excavación se realizó bajo techado, mientras desde la puerta, dos metros más arriba, observaban atentamente los miembros del tribunal, refugiados bajo paraguas de la lluvia, aunque ateridos de frío.

«Desde el momento en que se inicia la causa de canonización, ya se presta una atención especial a los restos de esas personas. Primero hay que localizarlos; luego, desenterrarlos; posteriormente, identificarlos lo máximo posible», indicó Miguel Ángel Sánchez. «Una vez sean hallados -explicó el promotor de Justicia-, se colocarán en urnas, de la manera más digna posible. A partir de ese momento, en un plazo muy corto, se trasladarán sus restos al interior de la iglesia de Santa Eulària». Al menos el del sacerdote asesinado.

Antonio Tur Costa, el cura de Sant Carles asesinado, «aún carece de título de santificación, salvo el de siervo de Dios. Por ejemplo, no es venerable todavía. En su día podrá serlo, como el resto de sacerdotes que murieron en esas fechas, o ser beatos y, luego, incluso llegar a ser santos», el último escalón del proceso de canonización, aclaró Sánchez.

El religioso, que en esta exhumación hace las labores de fiscal, cree que «la identificación de los cuerpos de la catedral será muy complicada». Pero aun en caso de no ser identificados, «para la sustancia de la causa basta con que se determine que allí se encuentran los restos de un grupo de personas. Y de lo que no cabe duda es de que quienes están allí fueron matados en el Castillo», subraya. «No vamos a sacralizar los huesos, vamos a glorificar a la persona», aclara al respecto.

El proceso de canonización, iniciado el 23 de noviembre de 2008 tras un decreto impulsado por el obispo de Ibiza, será muy largo aún: «Como todos los procesos -explica Miguel Ángel Sánchez-, tiene una parte documental, otra testifical y una de testimonios materiales. Hemos hecho la parte documental, detalladísima. Hemos acabado la testifical, complicada porque han pasado muchos años y quedan pocas personas que puedan hablar de lo que pasó. Y todo eso lo hemos mandado a Roma, a la Congregación para la Causa de los Santos, que tras analizarlo y dar el visto bueno, nos ha pedido que demos este paso: el reconocimiento de los restos». De todo lo que hacen se levantará acta, que se mandará al Vaticano: «Allí sigue su camino. Cuándo acabará, eso es otra historia».