El número de enfermos de cáncer tratados con radioterapia en el Hospital Can Misses ha aumentado un 6,4%, según apunta Alberto Noé, oncólogo radioterápico del servicio que gestiona Red Asistencial Juaneda. En 2016 los profesionales atendieron a 266 nuevos pacientes mientras que el año anterior habían sido 250.

Un total de 28 de ellos, sin embargo, no se sometieron finalmente al tratamiento. Aunque acudieron al servicio, la radioterapia no estaba indicada en doce casos: «Eran pacientes de paliativos y el dolor estaba controlado ya con medicación». Otros quince enfermos se encontraban ya «bastante mal, en sus últimos días», por lo que se desestimó el tratamiento. Otro paciente decidió no someterse a la radioterapia para no sufrir los efectos secundarios. Noé explica que es una decisión que toman algunos enfermos de cáncer de próstata por temor a las consecuencias en su actividad sexual.

Otras ocho pacientes, apunta, se derivaron a Mallorca, a la Policlínica Miramar, para aplicarles braquiterapia. Esta técnica consiste en colocar unas semillas radiadas directamente en la zona a tratar a través de unos conductos. «Es muy precisa», indica Noé, que señala que en el caso de que estas semillas deban llegar al útero, se seda a la paciente. El tiempo de radiación de esta técnica, que se aplica una vez a la semana, ronda los cinco minutos. «Esos ocho casos no justifican que se ponga en marcha aquí», reflexiona el radiooncólogo.

Servicio «a tope»

Servicio «a tope»En estos momentos hay unos 26 pacientes en pleno tratamiento. «Estamos a tope», afirma el responsable del servicio, que asegura que, a pesar de esto, no hay lista de espera: «Se ve a los pacientes en una semana, como máximo». Además, explica que el tiempo que pasa entre la consulta y la primera sesión es el imprescindible para programar el tratamiento y las sesiones. Noé detalla que las más de veinte sesiones que realizan, de media, cada día completan la jornada. «Hace falta un tiempo entre sesión y sesión para preparar todo y para que el radiofísico haga las comprobaciones. Algunos casos son muy complejos», comenta el oncólogo radioterápico, que señala que, en el caso de que aumentara más el número de pacientes, habría que ampliar el horario, hacer sesiones por la tarde, contratar más personal y, evidentemente, «negociar». El especialista está convencido de que el número de pacientes atendidos en el servicio irá a más con el tiempo.

A lo largo del año se realizaron 1.264 visitas sucesivas. Estas incluyen tanto las de seguimiento de los pacientes que habían acabado el tratamiento como las de control de los efectos secundarios de los enfermos durante las sesiones. «Es muy importante», apunta Noé, que especifica que éstas suele atenderla la enfermera, Rita Huertas. «Les da consejos sobre los cuidados que deben seguir y qué deben hacer si aparece algún efecto secundario», apunta el experto, que recuerda que, en el caso de la radioterapia, estos se centran en la zona tratada. El principal, que afecta al 50% de pacientes, es la dermatitis leve. Otros efectos secundarios habituales son problemas en la orina en el caso del cáncer de próstata o rectitis (inflamación del recto) en pacientes a los que se radia la zona de la pelvis.

El de mama fue el tipo de tumor más tratado: 49 casos. Le siguen los de pulmón (29), próstata (29), digestivos (24), cabeza y cuello (18) y cerebro (12). Noé indica que apenas hay diferencias respecto al año 2016. La única, indica en el último grupo, que aumentó ligeramente. Además, se aplicó radioterapia paliativa a 51 enfermos. El resto, hasta completar los 266 pacientes, fueron otros tipos de cánceres, como linfomas o, incluso, un tipo de tumor que es «muy raro» en adultos: «Seguramente no trataremos ninguno más».

Una de las novedades del último año fue la puesta en marcha del hipofraccionamiento para tratar el cáncer de mama, una técnica que reduce a la mitad el número de sesiones. «La intensidad modulada permite ajustar la dosis y con la radioterapia avanzada guiada se hace una comprobación con un TAC, antes de disparar, del posicionamiento», indica. Así, se aumenta la radiación por sesión y se reducen las semanas de tratamiento. El principal beneficio, explica, es que mejora la comodidad de la enferma, ya que debe acudir menos veces a Can Misses, y también su salud mental, ya que ven más cerca el final del tratamiento. Recientemente, además, han comenzado con el hipofraccionamiento extremo, que permite tratar «en muchas menos sesiones» las metástasis no diseminadas y los nódulos pulmonares solitarios. La intención es eliminar las metástasis y aumentar el tiempo de supervivencia.

Radiocirugía

Radiocirugía

Noé explica que les gustaría seguir avanzando en los tratamientos de radioterapia y comenzar con la radiocirugía, aunque matiza que para ello sería necesario una colaboración con el hospital de referencia, Son Espases.

El servicio, formado ahora por siete profesionales (una enfermera, tres técnicos de radioterapia, una administrativa, un radiofísico y el oncólogo radioterápico), da de alta a las mujeres con cáncer de mama tras tres sesiones de control una vez acabado el tratamiento. A partir de ese momento, explica Noé, es el oncólogo el que se encarga de hacer el seguimiento de estas pacientes, que sólo vuelven a pasar por el servicio de Radioterapia en el caso de que se detecte toxicidad derivada de este tratamiento.

El servicio ibicenco ha comenzado ya a atender algunos pacientes privados. «De una aseguradora», puntualiza Alberto Noé, que indica que a lo largo de este año se irá «avanzando» en este aspecto y calcula que tendrán algunos pacientes más.